jueves, 28 de diciembre de 2017

Extremadura pierde aire

José Joaquín Rodríguez Lara


Extremadura se desinfla como un globo, como un neumático pinchado. No deja de perder aire. Así no se puede llegar muy lejos.

Y el aire que pierde Extremadura es el de mejor calidad: sus jóvenes. Se marchan en busca de un futuro que en su tierra se les niega.

La tasa extremeña de paro juvenil (el 43%) es la mayor del país, acaba de afirmar el Observatorio de Emancipación Joven del Consejo de la Juventud de España. Pero es que ni siquiera el empleo le permite vivir con dignidad a los jóvenes que trabajan en Extremadura, pues el 43% de los que tienen trabajo están en riesgo de pobreza y exclusión social, según el mismo Observatorio.

La marcha silenciosa de los jóvenes es la peor de las emigraciones. Muchísimo más perniciosa que la sangría migratoria de la década de los años 60 del siglo pasado.

Entonces abandonaron la región más de 300.000 personas. Familias enteras, muchos jóvenes, personas en la edad perfecta para trabajar, pero la gran mayoría eran trabajadores muy poco cualificados, con escasa formación profesional o especialistas en trabajos obsoletos, como los del sector agrario de un campo que se estaba deshaciendo entre los dedos. Ahora se marchan muchos jóvenes preparados, titulados universitarios, con tanta capacidad de rendir, o incluso más, que los naturales de las ciudades, regiones y países que los acogen.

Nunca nos hemos recuperado de la hemorragia migratoria del siglo pasado. Veremos si nos recuperaremos de la actual.

La región extremeña malvive desde hace décadas con un millón cien mil habitantes, vecino arriba, vecino abajo.

No cuenta con la suficiente ‘masa crítica’ poblacional para crecer a un ritmo que corte, de una vez por todas, la necesidad de emigrar.

Extremadura intenta sacar la cabeza fuera, como quien se ahoga y busca una bocanada de aire.

Los jóvenes se marchan. La Junta crea una plataforma para ‘repatriar’ a los emigrantes, subvencionando su regreso. Y las empresas extremeñas fijan sus esperanzas de supervivencia en las exportaciones.

Y parece que exportan cada día más. ¿Cómo es posible entonces que no haya empleo de calidad, con un sueldo digno, para los jóvenes extremeños?
La Junta intenta que vuelvan los emigrantes. ¿Supone que las medidas existentes para retener a la juventud que aún no ha emigrado son suficientes, o es que arroja la toalla y se rinde al considerar que no puede hacer nada para asentar en la región a los jóvenes que están pensando en marcharse?

Casa con dos puertas mala es de guardar. La puerta del regreso es pequeña en Extremadura. La puerta de la emigración extremeña no es una puerta, es un portalón permanentemente abierto.

(Octavo artículo publicado en extremadura7dias.com,
el 27 de diciembre del año 2017.)


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