lunes, 30 de octubre de 2017


Pequeñas reformas para grandes cambios




José Joaquín Rodríguez Lara


Guillermo Fernández Vara ha anunciado esta misma tarde una remodelación de su Gobierno. En puridad, no es una crisis, pues nadie sale del Gabinete. En todo caso, sería una crisis con aspiraciones de crecimiento. Una especie de crisis del estirón. 


Hay un crecimiento indudable: aumenta el número de sillones. Antes había una presidencia y cinco consejerías y media, pues el departamento de Portavocía y Relaciones Institucionales tenía y tiene rango de consejería. Por eso motivo su titular participa en la reuniones del Consejo de Gobierno. A partir de ahora habrá una presidencia, una vicepresidencia/consejería y cinco consejerías y media, pues Vara crea la Consejería de Cultura e Igualdad y, además, asciende a vicepresidenta a la consejera de Hacienda. 


Sobre el papel no son grandes reformas, ni políticas ni administrativas, pero parece que Vara aspira a conseguir importantes cambios con esos modestos ajustes. 


Eleva a vicepresidenta a la consejera de Hacienda, intentando darle más relevancia nacional. No era necesario. Las administraciones del Estado no van a prestarle más atención a lo que opine la consejera extremeña de Hacienda por el mero hecho de que ahora sea vicepresidenta. Si Vara le hubiese dado competencias de más calado, tal vez, pero no es el caso. Es la misma consejería con distinto nombre. El ascenso a vicepresidenta de la consejera parece más relevante en el ámbito doméstico. Desde ahora, la compañera de Hacienda, ademas de compañera, es jefa, del resto de las consejeras y consejeros, por lo tanto, sus criterios pesarán más. No porque sean más acertados, sino porque serán emitidos desde una posición más alta, lo que amortiguará cualquier posible discrepancia. Una rebelión resulta impensable. Fuera de la Junta hace mucho frío.


El ascenso también puede interpretarse como un reconocimiento a la tarea desarrollada por la propia consejera, que sin tener el cargo ha ejercido de vicepresidenta en la sombra desde que entró en el Gabinete de Vara. 


La creación de una Consejería de Cultura e Igualdad, que se encargara de funciones que hasta ahora han estado asignadas a la Presidencia es, en primer lugar, una rectificación que Vara se hace a sí mismo. El modelo o no ha funcionado a su gusto o por fin, loado sea el Cielo, el presidente/consejero de Cultura se ha dado cuenta de que su actuación era manifiestamente mejorable. Dice Vara que no se ha entendido lo que quiso hacer al asumir las competencias de cultura y, como el sector cultural le reclama mayor "visibilidad", crea la Consejería de Cultura para que la cultura sea más visible. 


Es una explicación endeble, por no decir increíble. También se le ha pedido, por activa y por pasiva, que distribuya las competencias de educación y de trabajo en dos consejerías y no sólo no lo hace, sino que se ufana de mantener la combo-consejería, con una consejera que es como el dios Jano de la política extremeña: principio y final de la vida útil de la ciudadanía. Nada que ver con la consejería del espacio natural y todo lo que se mueva, que deja en un símbolo minimalista a la propia cabeza de Medusa. La de las serpientes, ya sabe usted.

Manifiesta Vara su deseo de que quienes se han estado ocupando hasta ahora de la Cultura en la Junta de Extremadura sigan en sus cargos, por lo que hay que deducir que, en opinión del presidente, no lo están haciendo mal. El que no sigue haciendo de consejero de Cultura es el jefe, es decir Vara, que suelta competencias para que la política cultural mejore. 


¿Mejorará? 


Mejorará si se deja de hacer todo lo que se esta haciendo mal, que no es poco. Pero el simple hecho de crear la Consejería de Cultura no va a mejorar la realidad cultural. Los cambios a mitad del partido no siempre mejoran el juego del equipo, pero cuando se está cansado o no se da pie con bolo, sobre todo si juegas en la media, lo honrado es introducir cambios. 


Luego están las ruedas de prensa para vestir las reformas y que todo quede bonito. Pero ese es otro cantar. De gesta.


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