lunes, 6 de marzo de 2017

Hay un bicho en el pastel


José Joaquín Rodríguez Lara


Soy goloso, pero no me comería un pastel en el que hubiese un bicho. Aunque fuese un bicho insignificante.


Tampoco iré a ver la película.


Porque dentro hay un bicho. Aunque sea un bicho de reparto, de poca enjundia.


No compraría pasteles en una pastelería en la que hubiese bichos. Aunque fuesen bichos pequeñitos y no estuviesen en todos los pasteles; aunque el responsable de que haya un bicho en el pastel que me apetece sea una persona y no toda la plantilla de la pastelería.


Creo que lo grave no es el tamaño o la importancia del bicho. Lo importante es la mala praxis empresarial. Lo importante es que saquen a la venta un pastel en el que se ha colado un bicho. Lo importante es que, al comprarlo y al comértelo, le quitas importancia a una actuación política que fomenta el odio.


Denigrar al bicho para salvar el pastel me parece un error. Lo importante no es salvar el pastel ni a la pastelería. Lo importante tampoco es aplastar al bicho. Lo importante es decirle con rotundidad a los reposteros, que si siguen horneando pasteles con bichos dentro se los van a comer ellos. Los bichos y los pasteles.


Y hay que decírselo con firmeza y en voz alta, porque los reposteros de este país o son sordos o están tontos o creen que los tontos y ciegos y sordos somos nosotros.

 

No sólo somos sus clientes, sus principales clientes, sus únicos clientes la mayoría de las veces, además cofinanciamos sus productos vía impuestos, a través de subvenciones. Sin olvidarnos de las inversiones que hacen las empresas de televisión, tanto públicas -dinero que es de todos-, como privadas, que viven de los ingresos publicitarios que les llegan porque nosotros nos sentamos frente al televisor. Y encima, pasamos por la taquilla de la pastelería. 


A pesar de que somos su mercado, una vez tras otra, nos venden pasteles con bichos dentro.

 

O nos desprecian o quieren envenenarnos.


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