domingo, 24 de julio de 2016

El higo de Tiberia


José Joaquín Rodríguez Lara


Si usted va a Barcarrota, pregunte por Tiberia. Es el mejor higo de España. Fresco, dulce, jugoso, tierno, rosado... Se deshace en los labios y su sabor no se olvida jamás.


Una vez que se le ha despojado del terciopelo que lo cubre y se abre el fruto con los dedos, el higo de Tiberia se convierte en un manjar. La suntuosidad de su carne es tan digna y apetecible para degustarla con la urgencia de un salto de mata, aprovechando un alto en el camino, como para saborearla con tranquilidad sobre el níveo lino del más remilgado de los banquetes.


Y Barcarrota es su patria. El paraíso del higo de Tiberia. En este pueblo extremeño de 3.600 habitantes, a unos 50 kilómetros al sur de Badajoz, famoso por haber sido la cuna del descubridor Hernando de Soto, por haber conservado emparedada durante 400 años una edición de 'El Lazarillo de Tormes' que nadie conocía, digno de renombre por producir la mejor chacina de porcino ibérico, lugar de peregrinación para honrar los merengues, los hojaldres, las pezuñitas, sultanas y demás pasteles -gloria del azúcar, del huevo y de la harina- que con fuego de leña se hornean en la pastelería de Marabé, en este pueblo que no tiene mar, pero sí conserva un muelle, crecen las higueras de Tiberia, reinas de la lujuria veraniega.


Nadie en el pueblo sabe quién fue Tiberia, pero todos los habitantes de la localidad han probado su higo. Las higueras de Tiberia crecen en las huertas, junto a las regaderas por las que corre el agua de riego. Suelen ser higueras grandes, umbrosas, con aspecto de sabias matronas, pero sólo quienes las distinguen disfrutan con el tesoro que las higueras de Tiberia ocultan bajo su radiante saya verde.


Hay que buscarle el higo entre las ramas, sumergirse en las horcajas y estirar el brazo para apoderarse con delicadeza, con auténtico mimo, sin dañarla, de la breva, que se hace miel al sentir el tacto de los dedos.


La cosecha es corta y dura muy pocos días. Entre junio y julio tiene Tiberia el higo en sazón. Si va a Barcarrota, no lo dude, pregunte por su breva. O mejor pregunte por Gabino, el de la huerta Las Mayas, que en estos días está recogiendo higos y enviándolos a Ávila. El higo de Tiberia tiene muy buen mercado, pues quien lo prueba se queda prendado de él.


Pero si, desgraciadamente, cuando llegue usted a Barcarrota el higo de Tiberia ya se ha pasado y las brevas no están en sazón, no se rinda. Insista y pregunte entonces por el higo de Rey. No es de Tiberia, pero le hace la corte.


Barcarrota debe tener un microclima o un terreno especial para el higo, pues de otro modo no se explica que prosperen con tanta facilidad, prácticamente sin cuidados, estos manjares, de Tiberia, de Rey y de otras variedades que aquí no se incluyen por no alargar la lista nobiliaria de la humilde huerta albarcarroteña.


Ya lo sabe usted, si quiere un buen higo fresco, vaya a Barcarrota. Lo mejor de lo mejor. Se lo aseguro.


Nadie sabe quién fue el Rey de la breva, y de Tiberia sólo se conoce el higo. Hay quien cree que le pusieron ese nombre por ser una fruta digna del triclinium de Tiberio, segundo emperador de Roma. O de una de sus descendientes, si es que alguna de ellas llevó tal nombre.


Pura fantasía. Es bastante más probable que el emperador Tiberio y todos los Tiberio de Roma se llamasen así en honor a los higos de Barcarrota. Y si no me creen, vayan al pueblo y prueben el higo de Tiberia, la de Barcarrota.


No hay comentarios:

Publicar un comentario