lunes, 6 de junio de 2016

Lobos en Hervás



José Joaquín Rodríguez Lara



El lobo está aullando en la puerta de Extremadura. Quiere entrar. Si es que no ha entrado ya en la región y aún no ha dado señales de muerte. En cualquier caso, no tardará en manifestar su presencia.


Esa inevitable realidad es uno de los motivos que han impulsado a celebrar, en Hervás, las 'Primeras jornadas sobre (el) lobo ibérico', organizadas por la Sociedad Extremeña de Zoología, con la colaboración del Ayuntamiento de la localidad y de la Junta de Extremadura.




El lobo no deja indiferente a casi nadie, aunque en estas Jornadas se ha podido ver que a la Junta no le interesa demasiado. En la inauguración de las Jornadas iba a intervenir el director general de Medio Ambiente. Finalmente no asistió, por motivos personales, y ocupó su puesto el jefe de servicio de Conservación de la Naturaleza, que se marchó sin llegar a tomar parte en el turno de preguntas, así que los asistentes a las Jornadas no pudieron conocer directamente la opinión de la Administración regional respecto a la más que probable llegada del gran cánido a la comunidad autónoma extremeña.


Semejante ausencia oficial no impidió que las Jornadas aportasen datos y opiniones muy interesantes. El primero de todos es que el lobo está ya a muy pocos kilómetros de Extremadura, en el límite con la provincia de Ávila. Habría que empezar a prepararle el comité de recepción, pues su regreso a tierras extremeñas será sonado. Ni siquiera será preciso que se le achaquen daños para que el lobo se encarame a los titulares. Y, cuando se le acuse de la muerte de una oveja, de dos cabras o de un ternero, será la noticia del día y de los días que coleen. El presidente de la Junta y la Cofradía del Santo Entierro, Nuestra Señora del Mayor Dolor, el Cristo de las Angustias y la Virgen de los Afligidos, es decir, 'Agricultura', que así se llama coloquialmente a la cartera extremeña de Medio Ambiente y Rural, Políticas Agrarias y Territorio, tendrán que echarse a los medios para explicar la nueva versión del viejo cuento del lobo.


No creo yo que la Junta de Extremadura tenga miedo del lobo. Miedo electoral. Pánico a que, pocos días antes de las elecciones, se le acuse de traer lobos a los campos extremeños, y que por este motivo pasara de refilón, estando pero sin figurar, por las Jornadas del Lobo. Pero sorprende que casi no asomase las orejas por Hervás cuando, pocas horas antes, el presidente Vara había inaugurado en Olivenza el 'Congreso Ibérico de Caza y Conservación', 
y la consejera de la cosa agraria lo había clausurado. Probablemente, la caza todavía dé más votos de los que quita y la inmensa mayoría de los votos que da el lobo parecen tener coleta. Desde la tribuna de oradores se llegó a asegurar que el lobo es ¡el cambio político que necesita España! El símbolo del cambio, como lo es en Portugal desde que la Revolución de los Claveles entró en la Asamblea de la República lusa.


Es posible que la Junta no diera su opinión sobre el lobo, más allá del protocolo inaugural de las Jornadas celebradas en Hervás, debido a que carece de criterio sobre qué debe hacer, como gobierno regional, para gestionar el regreso del león de Europa a los montes extremeños. Si así fuese, la Junta de Extremadura se alinearía con la mayoría de los expertos, pues son pocas las personas y las instituciones que dan una opinión clara y tajante sobre la forma de abordar el asunto. ¿Cómo hay que gestionar la presencia del lobo? Quienes conocen al lobo responden "no sé". Y cuando se les sugieren posibles medidas de gestión, las rechazan. Quienes no conocen al lobo, pero lo temen, creen que es un animal tanto más bonito cuanto más lejos está.


Las voces conservacionistas a ultranza exigen protección total para el lobo. Que se le permita moverse con libertad, alimentarse según su naturaleza y regular su propia población por sí mismo, como la especie hizo siempre desde el principio de los tiempos. Por supuesto, nada de acosarlo ni cazarlo. Para estas personas, el mejor lobo, el más integrado en la naturaleza, el que menos daños causa al ganado y a las personas en general, es el lobo vivo. Se dijo por activa y por pasiva en las Jornadas, incluso aportando estadísticas, que las batidas a los lobos, la matanza indiscriminada de ejemplares, desestructuran las manadas y, al ser privados de los vínculos jerárquicos, los supervivientes se vuelven más peligrosos. La teoría es que una manada fuerte puede cazar y alimentarse de presas como ciervos, gamos y jabalíes. En cambio, una manada débil no tiene suficientes individuos para cazar grandes presas silvestres, si es que puede considerarse silvestres a los venados criados en cercados cinegéticos, y debe alimentarse a base de ovejas, cabras, terneros y otros animales domésticos cuya capacidad de huida ante el peligro es prácticamente nula.


La teoría tiene fundamentos, pero a quienes ven en el lobo un grave peligro no les convence. Para esas personas, el único lobo bueno es el que no está. Porque ha muerto o porque se encuentra lejos de su ganado.



Hay quien defiende la teoría de que la carne de lobo, la carne de tierra de lobos, la que el lobo no se ha comido, tiene más atractivo culinario y puede proporcionarle al ganadero unos euros más. Y no falta quien sostiene que en el campo hay exceso de ganado, que las personas comemos demasiada carne y aboga por dejarle su parte del costillar al lobo, viejo gourmet experto en corderos y cabritillos.

Hay leyes que protegen al lobo, incluso hay leyes europeas que lo amparan, y hay normativas legales que conceden subvenciones a quienes viven o malviven del campo y, por esa razón, tienen más obligación de participar de modo activo en la protección del medio ambiente del que, en algunos lugares, todavía forma parte el lobo. En las Jornadas de Hervás se planteó la necesidad de obligar al sector agrario español, incluida la sucursal extremeña, a cambiar sus prácticas de gestión, privándole de las ayudas oficiales que recibe actualmente si no se implica en el respeto y en la conservación del lobo.




De todo esto y de mucho más se habló en Hervás, en ausencia de la Administración regional extremeña y mientras el lobo, según dicen, ya escarba en la linde.


¡Seguiremos esperando!