lunes, 21 de marzo de 2016

La mierda del cuco


José Joaquín Rodríguez Lara


Dos días antes de la entrada de la Primavera oí cantar al cuco. Fue por la tarde, entre las encinas de Almamés.


Al cuco suele bajársele el tratamiento en los documentales y en las publicaciones sobre naturaleza. En vez de cuco se le acostumbra a llamar cuclillo. Pero bien claro está que se llama cuco, pues así lo proclama el propio cuco con su canto: ¡cu-co, cu-co!


Cuco común.


El cuco es un ave singular. El rasgo más destacado de su carácter es que le encarga a otros pájaros que le críen a los hijos. El cuco no hace nido, no incuba huevos ni, por supuesto, alimenta a sus pollos. En vez de tomarse tantas molestias, para perpetuarse, la hembra del cuco recorre los nidos ajenos y va depositando en ellos sus huevos; en cada nido, un huevo, que es incubado hasta su eclosión por los burlados dueños del lugar. Y no elige la 'cuca' cualquier sitio para poner sus huevos, sino aquellos en los que su puesta pase más desapercibida por diferir lo menos posible tanto en el color como en el tamaño de los huevos ajenos.


Pollo de cuco echando fuera del nido los huevos.


Nada más nacer, todavía sin plumas, el cuco adopta estrategias radicales propias de un okupa despiadado: echa del nido los huevos o polluelos que pudieran hacerle la competencia y se queda solo en la cuna, dispuesto a comerse todo lo que le traigan sus padres y más. Resulta ridículo ver a dos pajarillos diminutos esforzándose en alimentar a un monstruo en pijama.


El cuco es un verdadero sinvergüenza. Ignoro si a los sinvergüenzas se les llama cucos por ser  tan malvados como el cuco, o al cuco se le llama cuco por ser tan malvado como los sinvergüenzas. En cualquier caso, tanto el cuco como el sinvergüenza tienen el nombre bien ganado.


El cuco nace y se cría sin conocer a sus verdaderos padres y, sin embargo, no sólo se comporta como un canalla desde que sale del cascarón, sino que cuando le llega la hora de criar hace lo mismo que hicieron sus progenitores. ¿Quién le enseña el oficio de delincuente al cuco? ¿Cómo se transmite de una generación a otra un comportamiento tan abominable?

 

Pajarillo alimentando a la cría de cuco
que le cayó en desgracia.


Los pobres padres ficticios no pueden ser. Si fuesen ellos se lo enseñarían en primer lugar a su propia descendencia. Además, la cría de cuco come tanto que, a pesar de ser hijo único, la pareja que la ceba apenas si tiene tiempo para atender sus propias necesidades vitales. En modo alguno pueden dedicarse a perfeccionar las habilidades delictivas del okupa.


Como la mayoría de los sinvergüenzas, el cuco pasa desapercibido hasta que comete sus fechorías y se ríe de sus víctinas. El cuco tiene un plumaje vistoso, rayado, como si vistiese camiseta de presidiario. Pues a pesar de ello, prácticamente no se le ve. Sí se le oye (¡cu-co, cu-co!), cuando proclama con descaro su identidad. Pero vérsele... Yo suelo andar por el campo y sólo he visto al cuco en fotografías y vídeos.


Chotacabras clamuflado entre la hojarasca.

Es más fácil ver a un cárabo, a pesar de ser una rapaz nocturna, que al cuco. Es más, en tres ocasiones he visto al chotacabras, un ave maestra del camuflaje que se difumina entre la hojarasca, como si fuese una serpiente, y no levanta el vuelo hasta que estás a punto de pisarla. Tres veces he estado a punto de pisotear al chotacabras. En una ocasión, el ave me permitió observarla, a menos de un metro de distancia, durante varios minutos y sólo levantó el vuelo cuando me moví.


El cuco no te permite esas confianzas. Desaparece mucho antes de que llegues a él. Sabes que estás cerca y te avisa de su presencia cantando. Con un canto que suena a desafío: ¡cu-co!, ¡tras-tras!


La Primavera es la estación del cuco. No sólo porque desafía a la vida cantando su nombre; tampoco simplemente porque burla a centenares de pajarillos obligándolos a criar mostrencos ajenos, sino porque deja sus rastro en los remansos de los arroyos.


Berro 'cagado' por el cuco.

Cuando más canta el cuco, florecen los berros. Suele ocurrir por la festividad de San José, hacia el día el 19 de marzo. La flor del berro es pequeña y blanca y sale en la cúspide de la plantita. La gente del campo cree que el berro florido no se debe comer. No porque sea indigesto, porque tenga mal sabor o esté duro, sino porque ya 'lo ha cagado el cuco'. La supuesta inmundicia del cuco serían las florecillas blancas del berro, que sólo son flores y no deposiciones del mayor timador que habita la banda sonora del campo extremeño, pero se conoce que la buena gente no quiere saber nada del sinvergüenza del cuco. En eso están empatados, porque el cuco tampoco suele mostrar interés por la buena gente.



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