viernes, 30 de diciembre de 2016


Dice Vara que mis problemas son sus problemas



José Joaquín Rodríguez Lara



Acabo de escuchar y de releer por tercera vez el discurso de fin de año de Guillermo Fernández Vara, presidente de la Junta de Extremadura. Su contenido me ha resultado tremendamente desalentador.

No encuentro en las palabras de Vara ni una sola medida para hacer frente a los gravísimos problemas que, persona por persona y tiro porque me toca, tenemos la gran mayoría de los extremeños. Hay, eso sí, muestras de buena voluntad, de ese buenismo tan característico de Vara. Pero nada más.

Los buenos deseos, por muy paternales y presidenciales que sean, no solucionan los problemas. El esfuerzo y la capacidad de un grupo de jóvenes extremeños que emigraron para poder trabajar no resolverán los dramas de Extremadura, por mucho que Vara los alabe. Si prosperase, aunque sólo fuera como ejemplo, la emigración en masa de los jóvenes extremeños sería aún más nefasta para la región de lo que lo fue la de los adultos en los años 60 del siglo pasado. Detrás de esa anécdota, que Vara presenta como categoría, el presidente de la Junta debería haber anunciado medidas para que los jóvenes no se vean obligados a emigrar. Con limitarse a desear que vuelvan no se consigue nada. ¡Pero nada de nada!

Vara pregona la bondad de aferrarse a las tradiciones, algo más que discutible, pues las tradiciones nos han traído hasta donde estamos. En la misma frase, el presidente nos propone que no dejemos de "ser reivindicativos". ¿Son la aptitud y la actitud reivindicativas una tradición extremeña? Vara parece creer que sí. Habla a continuación de que no nos resignemos nunca. ¿En qué Extremadura vive? ¿Habrá en el mundo gente con más resignación que la extremeña? ¿Y qué hoja de ruta ofrece Vara en su discurso para terminar con la resignación? Ninguna.

"Tenemos que ser exigentes", Vara díxit. Pero, ojo, sólo "en tres o cuatro cosas". Díxit también Vara. "Se agotó nuestra paciencia con el ferrocarril". "Tenemos que plantear en nuestro país una batalla frontal contra la precariedad laboral." ¡Qué bonito, pero qué bonito suena! "Tenemos que ser capaces algún día de que el principio constitucional del derecho a una vivienda sea una realidad." Esto si que es tradición: palabras que se repiten y se repiten y se repiten discurso tras discurso y no nos sacan de la ciénaga. Más que tradición, es folklore, puro folklore.

Vara se siente orgulloso de la ley extremeña que establece la paridad de mujeres y hombres en las instituciones y aspira a que, entre todos, le pongamos fin al chorro de los crímenes machistas, pues está convencido de que "a nadie nos gusta". Palabras ciertas, pero simples palabras. ¿Cómo se pondrá fin a los uxoricidios? Vara no lo dice.

La Junta ya no mantiene su tradicional aspiración de que alguna gran empresa se instale en Extremadura y genere miles de empleos entre directos e inducidos. Ahora Vara bendice las inversiones atomizadas. "El coworking o el crowfunding son el cooperativismo de hace 20 o 25 años."

Confiesa Vara en su discurso de fin de año que está preocupado por los "viejitos" y las "viejitas" que sufren de soledad. Y lo hace en un tono que excede el paternalista para adentrarse en el terreno de lo beatérico. Pero, nuevamente, todo se queda en deseos, palabras, invocaciones a la buena voluntad ajena. La familia es la solución, según Vara, que no cae en la cuenta de que la familia sin empleo o sustentada por la caridad pública es el callejón del gato, la encarnación de la desesperanza.

Además de por los "viejitos" y por las "viejitas", el presidente Vara confiesa su preocupación por "nuestros pequeños". Motivos no le faltan, pues vamos de mal en peor. "Hace unos años teníamos el problema del consumo de alcohol de los jóvenes -dice el presidente-, y hoy tenemos el problema del consumo de alcohol de menores, de niños de 12, de 13 y de 14 años." La persona que ha escrito esta frase sabe como contar las desgracias in crescendo, para que no disminuya el interés de la ciudadania por el relato.

En fin, Vara pide la colaboración de la sociedad y ofrece diálogo para solucionar los problemas de todos, como si el problema que aflige a la mayoría de los extremeños fuese la enemistad. Dialogar es imprescindible, pero el diálogo necesita bases, propuestas, iniciativas políticas y sociales. Propuestas e iniciativas que faltan en el discurso de Vara; carencias que reducen su mensaje a un amable e insustancial conjunto de frases bienintencionadas.

Yo esperaba más, mucho más, de Guillermo Fernández Vara. Porque Vara no es el Rey, que reina pero no gobierna, ni tampoco es el padre prior de un convento sin presupuesto ni capacidad de gestión. Vara es el presidente del Gobierno de Extremadura. Y parece lógico esperar de quien nos gobierna bastante más que buenas intenciones. Un mensaje de fin de año en el que, como medida que eliminará una carencia, sólo se anuncia que "dentro de unos meses, Canal Extremadura se podrá ver en todo el territorio nacional, tal y como (le) pedían los extremeños de la diáspora", me parece un discurso baldío. Más que pobre. Paupérrimo.

El presidente Vara cierra su intervención invitando a "mirar hacia adelante con esperanza y mirar hacia detrás sin ira". Y añade: "Vuestros problemas son mis problemas, vuestras alegrías son mis alegrías."


¿De verdad, señor Vara, mis problemas son sus problemas? Entonces, ¿el porqué no me dice, ni a mí ni a nadie, cuándo y cómo los vamos a solucionar?


jueves, 22 de diciembre de 2016

miércoles, 21 de diciembre de 2016

Nada bajo los pies



José Joaquín Rodríguez Lara



Se acaba el año. Estamos apurando los últimos escalones del 2016. Subimos hacia la rampa de lanzamiento. Temerosos, confiados, descorazonados, optimistas, resignados, engañados, sonámbulos... nos acercamos al tobogán del 2017, dispuestos a lanzarnos por el túnel del destino. Somos gorriones que saltan del nido sin saber exactamente en qué consiste eso de volar.



jueves, 24 de noviembre de 2016

- Contemplo los pilares de España
 y allí donde la patria debería estar sostenida por columnas de virtudes,
 sólo hallo postes apolillados, en los que la carcoma sigue devorando la madera, insaciable al otro lado del barniz,
 sin reparar en que, con su voracidad y su ignorancia,
 hará que todo el país se derrumbe sobre su barriga y nuestras espaldas.


miércoles, 23 de noviembre de 2016

La peineta del televisor


José Joaquín Rodríguez Lara


Los televisores han cambiado muchísimo. Los de mi infancia tenían dos canales, la 1 y la portuguesa, y una flamenca con bata de cola, un torito bravo, una perdiz echada en el nido, un pato azulón o ánade real, una jineta trepando por una rama de alcornoque o una zorra con las fauces abiertas. Todo ello encima del televisor, convenientemente disecado. La flamenca, también. Los televisores de ahora tienen la 1, la 2 y cien canales más, además de no sé cuantas cadenas de radio, pero lo único que se puede poner encima de ellos es una cigüeña que esté posada a la pata coja. Y, además, debe estar viva, pues como la diseques se cae.


domingo, 20 de noviembre de 2016


Algo tienen los pobres que a los ricos les falta




José Joaquín Rodríguez Lara


Admiro a Charles Darwin y creo que acertó con sus teorías sobre la especiación y sobre la evolución de las especies. Estoy tan convencido de que el genio británico tiene razón, que me resulta difícil comprender el porqué cada día hay más pobres.

El mecanismo darwiniano de la selección de las especies juega en contra de los débiles, pero al contrario de lo que cabría esperar, no acaba con la pobreza. El economista británico Thomas Malthus, como lumbrera que fue de la economía, predijo la extinción de los pobres por falta de comida, pero se ve que la cosa va para largo. Falta comida, sí, pero cada día hay más muertos de hambre ¡en este mundo!

Peor alimentada, peor vestida, peor medicada, peor formada, peor descansada, peor organizada... ¿Qué tienen los genes de la gente pobre para multiplicarse a mayor velocidad que los de la gente rica? La expansión de la pobreza no puede explicarse exclusivamente por el hecho de que los pobres tengan más y mejor capacidad que los ricos para adaptarse a las dificultades y superarlas. Debe de haber algo más, pues resulta menos raro pasar de pobre a rico que de rico a pobre.

En buena lógica, los pobres no es que deberíamos de estar en la lista roja de las especies en peligro de extinción, es que deberíamos de habernos extinguido hace mucho tiempo. Pero no es así.

Cada día hay más pobres, a pesar de que la vida, el medio en el que nos desenvolvemos, nos machaca de modo implacable, y cada vez hay pobres de más pelajes. En este aspecto, el mecanismo de la especiación, descubierto por Darwin, funciona como un reloj suizo fabricado para ricos amantes de los relojes. Que yo recuerde, los únicos pobres que han desaparecido durante los últimos años son los mendigos españoles, que han sido barridos de las esquinas y de las puertas de los supermercados por los mendigos rumanos, muchísimo mejor organizados, más agresivos y mucho más resistentes. Ya había pasado antes con los neardentales y dicen que algo parecido ocurrió con los cangrejos de río.

En el puchero en el que hierve la humanidad, las especies vienen y van, pero los ricos siempre están arriba. Son la espuma de la sociedad.


lunes, 14 de noviembre de 2016

La peor intención


José Joaquín Rodríguez Lara


- Eres una pervertida.
- Por favor... Me ofendes.
- Pues lo eres. Y te confundes conmigo: yo no me vendo.
- Te equivocas.
- ¿Ah, sí?
- Completamente.
- Entonces, ¿qué pretendes ignorándome?
- Algo mucho peor.
- Peor que tratarme como a un pañuelo de papel.
- Infinitamente peor. Mi perversión no tiene límites.
- Pues tú dirás.
- Lo que pretendo es enamorarte.


viernes, 11 de noviembre de 2016


Alfileres


Mientras me asomo al postigo
las horas juegan conmigo
haciendo como que pasan
sin dar consuelo ni abrigo.


(De mis Poemas sin Libreto.)

miércoles, 9 de noviembre de 2016


Al otro lado del silencio

José Joaquín Rodríguez Lara


Cada latido que escapa comprendo mejor al protagonista de 'El coronel no tiene quien le escriba', posiblemente la mejor novela de Gabriel García Márquez, según dijo el mismo escritor.


domingo, 6 de noviembre de 2016

Solo sin ti


José Joaquín Rodríguez Lara


A veces me gustaría ser un ladrón de arte y robarte y no dejar de admirarte hasta que mis párpados cayeran al suelo, sin aliento, inertes, como pétalos de una flor seca.


miércoles, 2 de noviembre de 2016

Hoy también


José Joaquín Rodríguez Lara


Te sueño con los ojos rojos, buceando ausencias en el hondón de la noche.


martes, 1 de noviembre de 2016

Asombros


José Joaquín Rodríguez Lara


Feisbu está lleno de asombros. Tú, si tú, tú me asombras continuamente. A veces hago como que te lo digo, pero es tan poca cosa una palabra cuando nadie la recoge. La gente dice que el misterio del Triángulo de las Bermudas ya está resuelto, pues se han encontrado unas misteriosas nubes exagonales. Es decir, un nuevo misterio. Porque nadie aclara de qué modo el misterio de que haya nubes exagonales desentraña el misterio del Triángulo de las Bermudas. Cuando buscamos respuestas nos conformamos con cualquier pregunta. Feisbu, al menos mi Feisbu, está lleno de eso, de asombros y de palabras que desaparecen entre los labios de silencios inexplicados


Ya no somos agua


José Joaquín Rodríguez Lara


Aseguran que el 60% de cada persona es agua, pero no dicen la verdad. El mayor ingrediente -desde luego, mucho más del 60%-, de un ser humano es publicidad. 


Somos anuncios ambulantes; de ropa, de calzado, de adornos, perfumes y de otros complementos. En la piel llevamos tatuados nombres y símbolos. Exhibimos medallas, insignias y confesiones deportivas, religiosas, políticas, étnicas... Publicitamos nuestro éxito, nuestro miedo, nuestro deseo, el fracaso, la ansiedad. Utilizamos aparatos de comunicación -teléfonos móviles, equipos de música, tabletas, etcétera- a los que llamamos por el nombre de su marca. Hemos pasado del "Pienso, luego Existo", que dijo Descartes, al 'Compro, luego estoy en la primavera de El Corte Inglés', que patrocina este desahogo, lo mismo que la marca Mercedes, de Fórmula 1, le ha patrocinado una mano biónica (35.000 libras esterlinas) a un muchacho de 14 años, manco, a condición de que lleve en ella el anagrama de la escudería. 


Los necesitados de riñón abstenerse, que en el riñón el logotipo no se ve. Nada nuevo. 


Al fin y al cabo a Cervantes se le nombra mucho más como 'el manco de Lepanto' (otra escudería) que como 'el autor del Quijote.


martes, 25 de octubre de 2016


El papa Francisco echa de sus casas a los muertos 


José Joaquín Rodríguez Lara


El asunto carece de trascendencia, pues sólo afecta a los católicos muy disciplinados, pero asombra que la Iglesia le prohíba a las familias de los difuntos incinerados que conserven las cenizas del muerto en su propia casa.


El papa Francisco firma un documento, redactado por la Congregación para la Doctrina de la Fe –lo que antes era el Santo Oficio–, en el que se ponen trabas muy serias a la cremación de los cadáveres y a la conservación de las cenizas en las viviendas, así como a la dispersión de las mismas por tierra, mar o aire, y a su manufacturación para convertirlas en un pisapapeles o en cualquier otro objeto inanimado.


Conste que el papa Francisco merece todos mis respetos. Me parece una persona ejemplar. Pero creo que en este asunto no sólo se equivoca, sino que da tres zancajadas hacia atrás. Y tal vez me quede corto. Afortunadamente, su decisión no es tan grave como cuando el Vaticano demonizó el uso del preservativo, utilizado con fines preventivos contra el Sida, pero en mi opinión sí tiene bastante de antojo retrógrado.


La cremación de los cadáveres es una práctica más antigua que la propia Iglesia. En sí misma no es ofensiva para los muertos ni nociva para los vivos. Es mucho más higiénica y menos problemática que la inhumación en nichos, panteones o en tierra.


Antiguamente los cadáveres se enterraban en los templos; más cerca del altar mayor en la medida que el finado había sido jerárquica o monetariamente más poderoso. Muchos cuerpos se almacenaban en los carnarios, una especie de fosa común, que se cerraba y se reabría con cada entierro. Pero llegó un momento en el que los muertos ya no cabían ni en los suelos ni en las paredes ni en las criptas ni tampoco en los atrios de las iglesias, por lo que se construyeron cementerios a las afueras de las localidades. En el campo. Para convertir esos recintos en campos santos, en los nuevos cementerios se levantaron ermitas, templos en los que casi no se realizaban actos de culto. Y para que los fallecidos estuvieran lo más cerca posible de la santidad, a las ermitas de los camposantos se llevaron reliquias. Por eso muchas de ellas están bajo la advocación de algún mártir.


Huesos, dientes, uñas, cabellos, sangre, vestidos, andares... Todo se aprovechaba, todo valía. El tráfico de reliquias se convirtió en un próspero negocio y los cuerpos de muchos santos fueron destazados, cuando no multiplicados, para esparcir sus huesecillos por el mundo y que hubiese las reliquias necesarias para satisfacer la demanda creciente. Vamos, que algunos santos quedaron hechos polvo, molidos en porciones diminutas que hasta se podían tener en casa o llevar colgadas del cuello sin problemas. ¿No estuvo la mano incorrupta de santa Teresa de Jesús junto a la cabecera de Franco?


Pues lo que la Iglesia ha hecho durante toda su existencia con los restos de las personas santificadas, la Congregación para la Doctrina de la Fe prohíbe ahora que se haga con los difuntos sin santificar, como si una cosa fuera los muertos de la gente y otra muy distinta los muertos de la Iglesia.


Redacta la Congregación y rubrica el papa Francisco que los difuntos no deben ser incinerados ni repartidos sus restos entre los deudos ni esparcidos por el mundo ni tampoco conservados en el armarito de la sala de estar, junto al televisor, donde tantos días de gloria pasó el ahora finado antes de volver a ser polvo a la espera del Juicio Final.


En una urna con forma de copa y dentro de casa es donde menos incordia un muerto. Sigue presente en la vida de su familia, no hay que llevarle flores al cementerio en pleno noviembre y tampoco contamina el aire ni el agua ni la tierra.


Además, ¿dónde va a descansar con más paz un difunto que en su propio domicilio? Por más vueltas que le doy no alcanzo a comprender la pertinencia de la prohibición, santo Padre. Cada finado en su casa y Dios en la de todos. ¿Por qué no se deja a los muertos en paz?




sábado, 15 de octubre de 2016

Pasión

José Joaquín Rodríguez Lara



El color de su piel, las curvas de su carne, su inmensa soledad, su pasión sin límites... No es arena, son cuerpos y sábanas ondeando en el paisaje. Toda la imaginación y toda la sensualidad del mundo caben en una palabra: desierto.


martes, 11 de octubre de 2016

La alborada del agua


José Joaquín Rodríguez Lara


Llueve mansamente sobre el polvo y el día aguarda impaciente a que amanezca, para lavarse los ojos en las gotas que se le escapen a los labios de la tierra.


Esperando a la lluvia con desesperanza


José Joaquín Rodríguez Lara


El cielo está lleno de telarañas. Pasan lentas, monótonas y deshilachadas por debajo de la Luna, que las cachea buscando alguna gota de agua. Pero nada. Por ahora sólo llueve en las previsiones meteorológicas.




sábado, 8 de octubre de 2016

Homenaje a la bandera, a España y a los españoles


José Joaquín Rodríguez Lara


Acabo de asistir a la parada militar con motivo de la fiesta nacional del 12 de octubre. Un homenaje a la bandera, a España y a los españoles. Emocionante, como siempre. 


Ha sido en la calle y había bastantes personas participando en el acto con su presencia, con sus aplausos y con sus vítores.


Hay cosas que, a simple vista, tal vez resulten chocantes en este tipo de actos cívico-castrenses. Entre ellas están las continuas referencias de los militares a la muerte, a los soldados que perdieron la vida defendiendo a España y a su bandera. 


Como la guerra, afortunadamente, nos resulta lejana, esa vinculación extra del militar con la muerte parece algo obsesiva. Pero luego recapacitas, piensas en los militares españoles que participan en misiones humanitarias en zonas de conflicto y te das cuenta de que morir defendiendo una bandera no es algo exclusivo de los Tercios de Flandes o de la Guerra de Marruecos, sino una realidad mucho más cercana. 


Tan cercana que aún no está en los libros de historia, porque es una verdad de ayer mismo y todavía no ha dado tiempo a escribir los textos. 


Son a esos militares, por lo general, clase de tropa, fallecidos en territorio hostil, y a los que en cualquier lugar mueren mientras cumplen con su deber, a quienes, particularmente, hago destinatarios de mi homenaje a los caídos, independientemente de cual sea su arma y su grado.




viernes, 7 de octubre de 2016

Nastasete y el Generalísimo


José Joaquín Rodríguez Lara


La muerte del Generalísimo fue providencial para Nastasete. Estoy convencido de que le salvó la vida. Nastasete se hubiese acabado allí, en el aquel preciso instante, si no se hubiese muerto El Generalísimo, El Caudillo, como también le llamaban. Sin ese oportunísimo óbito, Nastasete jamás hubiese llegado a ser Anastasio Hortelano. Nunca hubiera terminado el instituto; jamás habría estado en un tris de convertirse en director de una sucursal de la Banca Pueyo; ni siquiera habría llegado a procrear y Almudena, su única hija, no sería ahora concejala de Mujer, Cementerio y Servicios Sociales en un pueblo nuevo.


Pero falleció El Caudillo y eso trastocó para siempre los pasos de Nastasete.


Bueno, en realidad, El Generalísimo nos dejó casi un mes más tarde, pero ese desfase de fechas carece de importancia.


Quienes conocíamos y apreciábamos a Anastasio le llamábamos Nastasete. Y quienes no le conocían o no le tenían simpatía hacían hincapié en llamarle Hortelano, e incluso le llamaban 'Parcelero'. No porque Hortelano fuese su primer apellido, que lo era, sino porque hortelano era su padre y toda la familia se afanaba en vivir sacándole escuálidas cosechas, de tomates, de papas, de ajos, de acelgas..., a la pequeña parcela que la España del Generalísimo le había entregado al cabeza de familia. Siete hectáreas de tierra, una vaca, una yunta de mulas, algunos aperos de labranza y una casa. No era mucho, pero Alemania estaba más lejos.


Así que Nastasete era Hortelano por su padre y parcelero por la gracia del Caudillo. Los parceleros del Plan Badajoz, y Nastasete entre ellos, vivían en poblados de colonización, en casas grandes, blancas, con paredes de ladrillos, no de tapias ni de piedra, y situadas en calles rectas y casi sin cuestas.


Imaginados desde la aristocracia de los pueblos de convento y tenería, los poblados del Plan Badajoz eran mundos extraños. Olían a vaca, a estiércol, a mujeres con sombreros de paja... Tenían calles con nombres extraños -Ronda Norte, Ronda Oeste...-, en sus iglesias no había retablos apolillados y en sus cementerios no había ni siquiera muertos. Sólo amapolas, jaramagos y, en verano, golondrinas, muchas golondrinas.


Unas veces a pie, otras en bicicleta, bastantes en la DKW y no pocas en el carro de la parcela, Nastasete realizaba cada día el trayecto entre el poblado y el instituto. Pero en no pocas ocasiones faltaba a las clases o llegaba tarde porque la parcela, a pesar de ser pequeña, daba mucho trabajo y había que ayudar al padre a ordeñar la vaca, a sembrar los ajos y a mil cosas más inimaginables para los compañeros de pupitre.


El trabajo en la parcela hizo que Nastasete tuviese que repetir curso. Era un chico listo, pero el sistema educativo siempre le da mucho más valor a la constancia que a la inteligencia, por lo que las ausencias tan reiteradas jugaban en contra de Hortelano.


Nastasete llevaba muy mal la repetición de curso. Se aburría escuchando explicaciones que ya le sonaban del año anterior. Se aburría tanto que se escapaba del pupitre y flotaba por el aula como el genio recién liberado de una lámpara achacosa.


Doña Margarita, la profesora, por mal nombre Berro Mustio, impartía la clase de matemáticas del año pasado y Nastasete se acurrucaba en los rincones, se restregaba la espalda contra el techo, aplastaba la nariz contra los cristales de las ventanas... Volaba. Nastasete revoloteaba cual mariposa liberada de su crisálida, pero no le perdía ojo a la profesora y volvía al pupitre tan pronto como percibía que a Berro Mustio se le dilataban las aletas de la nariz. Y si la mujer avanzaba por el aula con la regla en la mano, con muchísima más razón.


Aquel día, la clase estaba de por sí algo revuelta. Nastasete había cazado varias moscas en el recreo -una de ellas muy grande-, le había cortado parte de las alas, como hacía siempre y, según su costumbre, las tenía encerradas en una bolsita de pipas.


Muy despacio, para no llamar la atención del alumnado, Nastasete se sacó del bolsillo la bolsa de las moscas, se desabrochó la bragueta y le puso la caperuza al halcón para que los insectos hiciesen su trabajo. Era una cochinada, lo reconozco, pero a él le gustaba. Le gustaba muchísimo y no hacía mal a nadie. Sus compañeros reíamos entre dientes, sus compañeras se removían inquietas en los pupitres y Doña Margarita seguía con las sumas y restas de los quebrados.


Aburrido por el máximo común denominador y harto del mínimo común múltiplo, Nastasete dio un paso más. Acariciado por la generosidad del primer sol novembrino, tomó el extremo de la cuerda de la persiana, le hizo un nudo corredizo y se ajustó el lazo a la cesta de los huevos, como si pretendiese ahorcase por los cojones.


Se acabaron los quebrados. Nastasete mecía a las afanosas moscas, ebrias dentro de la bolsa, y lograba con sus movimientos pélvicos que la persiana, enrollada en lo más alto de la ventana, bailase a su compás. Codazos, mensajes de tamtam, papelitos, confidencias al oído... En menos de un minuto, toda la concurrencia, salvo la profesora, estaban al tanto de lo que ocurría. Y nadie podía aguantar la risa, el enojo, el miedo, la vergüenza, la consternación... Hasta hubo quien se meó. Incluso la persiana se sumó a la juerga, acompañando sus vaivenes con chirridos. Estaba contenta la persiana. Y no tenía miedo. A fin de cuentas, ella estaba fuera del aula, al otro lado del cristal, casi en la calle.


Pero el panorama cambió, de repente, cuando Doña Margarita dejó de escribir paréntesis en el encerado, se volvió hacia el alumnado y se dio cuenta -Berro Mustio gastaba gafas, pero no era ciega- de que algo estaba pasando con la persiana de la ventana del fondo.


"Hortelano", gritó amenazante la profesora, que conocía a su rebaño, y se fue hacia el pupitre de Nastasete con la regla en la mano, como un picador que sale de las tablas para buscar al toro. Cesaron las risitas, las caras se clavaron en los pupitres, los ojos radiografiaron el resoplar de la profesora que avanzaba cual pistolero del Oeste por el centro de la calle y a Nastasete se le 'engurrió' todo. El halcón volvió a la jaula, la bolsa de las moscas cayó al suelo, los pobres bichos escaparon a duras penas, tocados del ala, pero la persiana, ajena a la tragedia que se avecinaba, seguía aparentemente despreocupada y feliz con sus vaivenes y sus grititos.


Los dedos de Nastasete parecían estar muertos y el muchacho no acertaba a desatar el lazo que amenazaba con estrangularle la cesta de los huevos. Nastasete sudaba más que en la recogida del tomate. Se metía las manos en la bragueta y no lograba localizar el gañote del ahorcado ni aflojar el lazo ni, por supuesto, desatar el nudo. Mientras, Doña Margarita seguía avanzando por el pasillo. Pero no ya como un picador, sino transmutada en un toro negro, negrísimo, corniveleto, con rebeca y con gafas. 


Nastasete no sabía donde meterse. Intentó abrocharse la bragueta, pero la cuerda de la persiana seguía allí, como un cordón umbilical que unía su destino a los chirridos de la persiana. Llegó a temer que le pasara como al perro del tío Toribio, cuando los mostrencones le ataron con alambre unas latas a los perendengues, le refregaron el culo con 'gasoil' y el pobre animal salió huyendo, aterrorizado, y se dejó los testículos entre unas piedras en las que se atrancaron los latones. El tío Toribio sacó la escopeta, pero no se percató de que la tenía cargada con los cartuchos de sal que usaba para evitar robos en el melonar y, aunque acertó con los disparos, no mató a nadie.


Preso del espanto, Nastasete volvió a hurgarse en la bragueta y tiró con todas sus fuerzas del cordel que le salía de la entrepierna, dispuesto a romperlo o a cortarlo aunque fuese a dentelladas, pero en ese momento llamaron a la puerta del aula. Era Jacinto, el bedel, que requiría la atención de Doña Berro Mustio.


- ... Y entonces dice Don Carmelo...

 

Don Carmelo, falangista de toda la vida, era el director del instituto.


- ... Pues que dice que, como se ha muerto El Generalísimo, que Dios lo tenga en su gloria, algo habrá que hacer y que lo mejor es que se reúnan todos ustedes cuanto antes. Así que le está esperando en su despacho.


Poco se tardó en saber que El Caudillo no se había muerto todavía. Estaba muy grave, eso sí. Tan grave que hasta le habían llevado al hospital la mano incorrupta de Santa Teresa de Jesús, pero muerto no estaba, aunque acabasen de enterrarlo con otro bulo adobado por los enemigos de la Patria. Una infamia más.


De todos modos, las clase se suspendieron hasta más ver y Nastasete pudo al fin bajarse los pantalones, aflojarse el lazo y comprobar que, más allá de escozores, rojeces y moratones, la huevera estaba aparentemente entera. Otra cosa es que siguiera funcionando.

 

Peor suerte tuvieron las moscas que quedaron esparcidas por el suelo, desaladas y a merced de las hormigas, que no tienen gafas ni visten rebeca, pero son negras y con cuernos. Implacables.


jueves, 6 de octubre de 2016

- Al escribir se crean realidades ficticias
en las que se diluye nuestra propia realidad.


miércoles, 5 de octubre de 2016


La salida de doña Mar Flores

José Joaquín Rodríguez Lara



Hay dos formas de referirse al noviazgo, en cualquiera de sus formas, que siempre me han llamado la atención. Una es decir que alguien 'está hablando' con otra persona.


Cuando se lo oía decir a mi madre siempre le preguntaba: ¿Y qué se dicen? Ella me solía responder que los novios 'hablan' de sus cosas.

Con el tiempo descubrí que no 'hablan' de nada en especial. Sobre todo porque prefieren tener la boca ocupada en otros menesteres.


Otra referencia al noviazgo que siempre me asombró es decir que alguien 'está saliendo' con alguien.


Nunca lo entendí, pues en muchos casos esas dos personas ya 'salían' juntas antes de 'empezar a salir' juntas. Salían con la pandilla y después, en muchas ocasiones, 'salían' juntas, pero con los mismos amigos de toda la vida.


¿Dónde estaba la diferencia? La única que yo percibía, en lo que respecta a salir, es que, desde que 'salían', cada vez salían menos y lo que más hacían era buscar un lugar apartado, a ser posible oscuro, y no salir de él salvo en caso de necesidad.


Supongo que tanto el 'hablar' como el 'salir' de las parejas de novios son expresiones trasnochadas que nos retrotraen a épocas en las que las mujeres tenían prohibido hablar con los hombres, salvo autorización paterna o de otro familiar, y en las que salir con el pretendiente era algo impensable.


La realidad social ha cambiado mucho, pero por más trasnochadas, absurdas e imprecisas que resulten -por ejemplo, una vez casados, ¿los novios ya no hablan ni salen?- esas dos expresiones de 'hablar' y 'salir' siguen utilizándose.


Y no solo entre las capas populares de la población. Acabo de leer en la edición informática de un periódico de Madrid este titular: "Mar Flores sale con el empresario mexicano Elías Sacal".


No puedo dar crédito a que una mujer tan recatada como doña Mar Flores, madre de varios vástagos y recién divorciada, haya empezado a salir con un hombre, como si hasta ahora hubiese sido una monja de clausura y, por fin, hubiese escapado del cenobio.

Visto lo visto y sabiendo que ninguno de los dos es neófito en el bello arte del noviazgo, me atrevo a suponer que, además de salir, doña Mar y don Elías también hablarán. Aunque sea por señas.



jueves, 29 de septiembre de 2016

- Si pretendes desalojar a alguien de su madriguera,
tienes que dejarle alguna vía de escape.
De lo contrario, peleará por su vida hasta el último aliento.



martes, 27 de septiembre de 2016


¡QUÉ LUGARES!

José Joaquín Rodríguez Lara

Me gustan los bares con cocina.
No me gustan los bares en cuya cocina no se cocina.


Me gustan los bares con tapas variadas.
No me gustan los bares cuyas tapas varían de presentación, textura y hasta de sabor dependiendo de quien esté ese día en la cocina.


Me gustan los bares en los que las tapas tienen sabor,
textura y hasta formas propias.
No me gustan los bares cuyas tapas tienen el sabor, la textura y hasta la forma de la lata o del bote del que acaban de sacarlas antes de pasarlas por el microondas.


Y de la cerveza hablamos cualquier otro día.


viernes, 23 de septiembre de 2016

- Al periodismo español cada día le interesa menos la certeza
y le atrae más echarse en los brazos del acertijo.
 Se desentiende de lo que pasa y juega a profetizar lo que pasará.



martes, 20 de septiembre de 2016

Un bocadillo de calamares


José Joaquín Rodríguez Lara

He pedido un bocadillo de calamares y me han puesto la cena y el desayuno entre dos medios panes con guarnición de patatas chips, que como usted sabe son las patatas fritas de bolsa de toda la vida.

 

Primero la camarera y después el camarero me han preguntado si quería añadirle al bocadillo un poco de mayonesa, pero he rechazado sus amables ofrecimientos. No quería manchar las anillas nacaradas, suavemente rebozadas y recién fritas, con salsas innecesarias.

 

No digo yo que sea el mejor bocadillo de calamares que me he comido en mi vida, pero sí que lo he saboreado a conciencia, como pocas veces. No disfrutaba tanto de un bocadillo de calamares desde aquellos días, ya lejanos, en los que estudiaba en Madrid y, para matar el hambre y descansar un poco de los libros, bajaba a la calle, entraba en la Plaza Mayor y pedía un bocadillo de calamares a través del ventanuco de un bar que estaba, e imagino que seguirá estando, en la puerta más cercana al mercado de San Miguel.

 

Aquellos bocadillos grasientos, en los que no había anillas, sino trocitos de rabas, me costaban un duro, cinco pesetas; al cambio, unos tres céntimos de euro. Por el de hoy he pagado 3,5 euros. Y, además, lo he acompañado con dos cañas de cerveza, a euro la tirada, algo imposible entonces.

 

A pesar de lo muchísimo que ha subido el precio de los calamares desde 1975 hasta hoy, no cambio un bocadillo por otro. Ni siquiera estoy dispuesto a cambiar los años y lo que los años acarrean.

 

Si acaso, cambiaría el paisaje. No la democracia por la dictadura, pero sí la actitud ante la vida de la mayoría de la gente. Entonces, con Franco moribundo, luchábamos, todos, cada uno a su manera, por la libertad, por la democracia, por la autonomía, por la justicia, por la integración de España en las instituciones internacionales... Y hoy, buena parte del país lucha contra la democracia, contra la libertad, contra la autonomía, contra la justicia y por la salida de España de las instituciones internacionales.

 

Entonces, simplemente por ser jóvenes y/o barbados, los grises y los Gerrilleros de Cristo Rey nos corrían por calles y plazas, cachiporra en mano. Y hoy, simplemente por no ser ellos, nos muelen a golpes de corrupción, de chulería y de indignidad, los políticos de izquierda, los de derecha, los medio pensionistas, los profesores universitarios, los sindicalistas, los empresarios, los periodistas...

 

Con un agravante, ni los grises ni los guerrilleros de Cristo Rey se escondían a la hora de pegar. Todo lo contrario. Iban de frente, uniformados y con el arma en la mano. Por eso les derrotamos entre todos. En cambio ahora, o tienes una buena manta bajo la que cobijarte o estás muerto. Las palabras te señalan, pero es el silencio el que mata.




viernes, 16 de septiembre de 2016

La madre que parió a la señal de la gasolinera, señor guardia


José Joaquín Rodríguez Lara


Tenemos unas carreteras manifiestamente mejorables. Muchas tienen el firme suelto; demasiadas son estrechas; otras, excesivamente voluptuosas. Las hay sin pintar y hasta las hay mal pintadas, pero lo peor de todo es lo mal señalizadas que están muchísimas de ellas.


Podría suponerse que la mala señalización afecta exclusivamente a las carreteras locales y comarcales. No es así. Hasta las grandes avenidas del asfalto están mal señalizadas.


Sin ir más lejos, la Ruta de la Plata, la Autovía del Oeste, la espina dorsal de las carreteras españolas. Pues no sé si será debido a que, cuanto más bajas hacia el Sur, más te alejas de la espalda y más te acercas al culo, pero en la Autovía de la Plata hay graves problemas de señalización.


Cierto es que el nombre de todos los río, riveras, arroyos, regatos y regaderas (de riego) está perfectamente indicado. Hasta el punto de que un viaje por esa autovía debería de convalidarse al menos por un trimestre de estudios en la Facultad de Geografía. Pero si usted viaja por la Ruta de la Plata y no busca ríos, sino una gasolinera en la que nunca estuvo antes, terminará cagándose en la madre que parió a la Administración Española en toda su extensión y departamentos.


Porque pudiera ocurrir que usted necesite con urgencia una estación de servicio; para echar carburante, para echar una meada o para echarse algo entre pecho y espalda que son las cinco de la tarde y ya no se acuerda ni siquiera si desayunó.


Con los ojos como platos busca usted la señal de gasolinera y a la altura de Guijuejo encuentra una. ¡Por fin! Toma usted la salida que le indica la señal, sale de la autovía, llega a una rotonda y allí se pierde, pues ninguna otra señal le indica qué vial debe seguir para llegar a la gasolinera. Estará en Guijuelo, se dice usted. Estará, sí, pero dónde está. Porque llega usted a Guijuelo y no ve la anhelada gasolinera.


Más irritado que pesaroso, regresa usted a la autovía y poco antes de llegar a Béjar, localiza otra señal de gasolinera. Abandona la autovía por la salida que le indica la señal, llega a otra rotonda, toma un carril... Y, ¿dónde está la gasolinera? No se sabe. Oculta detrás de alguna curva, en una hondonada, después de tres casas, en el cauce del río Riofrío... Puede estar en cualquier sitio, porque ninguna señal indica su ubicación.


En demasiadas carreteras de España es más fácil encontrar un puticlub que una gasolinera. Sobre todo, a partir de ciertas horas.


A la Guardia Civil de Tráfico, y a la de no tráfico, que caminéan por estos lugares, ¿no les llama la atención que las señales de gasolinera desaparezcan tan pronto como sales de la autovía? Ya, ya sabemos que los agentes de la Guardia Civil no están para poner señales, están para poner multas, y vaya si se esmeran en su cometido.

 
Pero tampoco son bomberos los agentes de la Beneméita y, si ven un incendio, intervienen. Y no son matronas, pero si encuentran a una mujer de parto en la carretera, intervienen. Y es más, no son cowboys ni garrochistas y si un toro bravo se echa a la carretera intervienen. Hay vídeos que lo demuestran.

 
Entonces, ¿por que no intervienen cuando las señales de tráfico están mal puestas, oxidadas, ocultas por la vegetación o simplemente no existen? ¿Hay algo más peligroso que un conductor perdido en una rotonda o en un cruce debido a que no sabe qué dirección tomar? ¿La seguridad vial se basa exclusivamente en que el conductor no beba, tenga la documentación en regla, no haya perdido un reflectante o conserve los neumáticos en buen estado?


¿La señalización deficiente no es un peligro añadido al riesgo de conducir? ¿No hay ITV de carreteras para controlar si funcionan las señales de tráfico? Incluidas las señales puramente informativas. Y a la Administración y a los agentes de Tráfico, ¿quién les examina, quién les inspecciona?


Señores agentes de la Guardia Civil, cuando hay problemas de seguridad y riesgo físico para las personas, son ustedes la última esperanza de gran parte de la ciudadanía española. Por favor, no consientan que esa esperanza también desaparezca.


lunes, 12 de septiembre de 2016

- Que haya ricos obsesionados con entrar en política no me preocupa.

Lo preocupante es que existan pobres empeñados en salir ricos de la política.


domingo, 11 de septiembre de 2016

- El cero es la rueda de las matemáticas. 

Pero no por su forma. 

Por su gran valor y su enorme utilidad.


martes, 6 de septiembre de 2016

Todas y todos y LGTBI de bien


José Joaquín Rodríguez Lara


Todos los años se descubren especies nuevas y casi todas las semanas suenan las alarmas anunciando que hay otra familia, una más, en el libro rojo de las especies, en peligro de extinción.


Incluso a veces se descubren nuevas especies que ya estaban en trance de desaparición antes de descubrirlas. Algo muy normal y razonable, pues están en peligro porque hay pocos ejemplares y habitan en lugares muy aislados. Si hubiese muchos y por todas partes, la especie llevaría siglos descubierta.


En fin, que ni las pulgas ni las garrapatas ni tampoco otros muchos especímenes chupasangre están en peligro de extinción. Por algo será. 


Pero la extinción de lo bueno, bonito y barato es un hecho, aunque, de tanto repetirlo, suene como el Día Internacional de lo que Sea. Ya no llama la atención.


Cada día hay más alarmas que, cada vez, alarman menos sobre las extinciones de animales, plantas, lagos, glaciales... Y, mientras tanto, hay otras joyas de la naturaleza que se están extinguiendo y sobre las que nadie alerta ni hace documentales preservativos. 


Me refiero a especies como la honradez -la honestidad, que es otra cosa, ya se da por extinguida-; la justicia -devorada por la caridad, que es una especie invasora-; la tolerancia; la generosidad; el respeto; el sentido de la docencia social -deudora de la práctica de la decencia ciudadana-; el civismo -sustituido por una pseudosolidaridad global que, desde la lejanía, idolatra a las selvas ajenas y desprecia los arbolillos propios-; el sentido común; la humanidad -no como conjunto de especímenes, sino como sentimiento identitario de la especie-, y tantas cosas que antes se guardaban en ese cajón de sastre llamado 'hombría de bien' y que ahora, para no ofender ni a ellas ni a ellos ni tampoco a las otras ni a los otros, habría que llamar algo así como 'todas y todos y LGTBI de bien'.


La humanidad es una especie en riesgo de desaparición, pero la especie humana cada día es más diversa.


viernes, 2 de septiembre de 2016

Tú, pasión de vivir


Tú,
que le escribiste versos de amor
a la palmera;
que le pusiste ritmo y cuerpo de mujer
a la tarama;
que acompañaste con tu palabra el insomnio
del viento.


Tú,
que jamás te sentiste un ser
especial;
que siempre negaste ser una persona
romántica;
que sólo fuiste un corazón
valiente.



Tú,
gritando en la sombra que aún estás
vivo;
rompiendo con las uñas los vendajes del aire
embalsamado;
sepultado en un mundo que te niega el derecho
a la vida.


Tú, pasión de vivir.


(De mis Poemas sin libreto.)

martes, 30 de agosto de 2016

- Hacer humor, reírse, con el hambre y el dolor ajenos
debería ser delito perseguible de oficio.


viernes, 26 de agosto de 2016

- Las principales encrucijadas del ánimo
(angustias, felicidad, consuelo, prudencia, soledad, dolores, clemencia, olvido, inocencia... )
tienen nombre de mujer.


domingo, 21 de agosto de 2016

- Aguardo la felicidad como un navajero emboscado tras la esquina,
a la luz herrumbrada de un acero,
en cuyo desdentado filo apenas si quedan ya huellas de la esperanza.


jueves, 18 de agosto de 2016

Pobre izquierda



José Joaquín Rodríguez Lara



Pobre izquierda española, rota, enfrentada, agrietada hasta el fondo de su esencia, cuarteada por los egos, apolillada por la doctrina, incapaz de gestionar el bienestar de su electorado.

Pobre izquierda de España, mesiánica sin Mesías, evangelizadora sin Evangelio, republicana sin respeto a lo público.


Pobre izquierda llena de líderes sin liderazgo. Una izquierda que se pregona como la única solución posible para todos los males del país y, a pesar de ello, pretende combatirlos con un batiburrillo de remedios.


Pobre izquierda de los pobres, asentada en los consejos de administración de los ricos, sin importarle arruinar España, siempre que pueda seguir afianzada a la teta de sus prebendas.


Pobre izquierda, pobre de ideas, de ideales pobres, tan ciega de soberbia que ha cambiado el faro que guiaba su destino -mejorar de la vida de la población- por el oscuro objetivo de librarse de un adversario, que le ha ganado tres elecciones seguidas, arrojándolo por el acantilado.


Pobre izquierda intransigente con quien lidera la derecha, con su nombre y con su apellido, y a la vez, dispuesta a transigir con cualquiera que le sustituya, aunque no pase por las urnas y mantenga el mismo rumbo político que su predecesor.


Pobre izquierda, pobre. Pobre gente pobre.


jueves, 11 de agosto de 2016

lunes, 8 de agosto de 2016

sábado, 6 de agosto de 2016

- El cine ya no es un arte. Es una industria y un negocio.
Bastante maloliente en ocasiones.
Es más digno fabricar lejía que hacer cine,
pues los fabricantes de lejía advierten, en el envase,
sobre los peligros que acarrea el uso irresponsable de su producto,
y los fabricantes de cine no avisan al usuario.


lunes, 1 de agosto de 2016

El guardián del tesoro


José Joaquín Rodríguez Lara


De azul turquesa eran sus ojos, pero la amó siempre en blanco y negro, como mastín encadenado a la noche que encerrase su brillo en una fragua de gruñidos.


domingo, 24 de julio de 2016

El higo de Tiberia


José Joaquín Rodríguez Lara


Si usted va a Barcarrota, pregunte por Tiberia. Es el mejor higo de España. Fresco, dulce, jugoso, tierno, rosado... Se deshace en los labios y su sabor no se olvida jamás.


Una vez que se le ha despojado del terciopelo que lo cubre y se abre el fruto con los dedos, el higo de Tiberia se convierte en un manjar. La suntuosidad de su carne es tan digna y apetecible para degustarla con la urgencia de un salto de mata, aprovechando un alto en el camino, como para saborearla con tranquilidad sobre el níveo lino del más remilgado de los banquetes.


Y Barcarrota es su patria. El paraíso del higo de Tiberia. En este pueblo extremeño de 3.600 habitantes, a unos 50 kilómetros al sur de Badajoz, famoso por haber sido la cuna del descubridor Hernando de Soto, por haber conservado emparedada durante 400 años una edición de 'El Lazarillo de Tormes' que nadie conocía, digno de renombre por producir la mejor chacina de porcino ibérico, lugar de peregrinación para honrar los merengues, los hojaldres, las pezuñitas, sultanas y demás pasteles -gloria del azúcar, del huevo y de la harina- que con fuego de leña se hornean en la pastelería de Marabé, en este pueblo que no tiene mar, pero sí conserva un muelle, crecen las higueras de Tiberia, reinas de la lujuria veraniega.


Nadie en el pueblo sabe quién fue Tiberia, pero todos los habitantes de la localidad han probado su higo. Las higueras de Tiberia crecen en las huertas, junto a las regaderas por las que corre el agua de riego. Suelen ser higueras grandes, umbrosas, con aspecto de sabias matronas, pero sólo quienes las distinguen disfrutan con el tesoro que las higueras de Tiberia ocultan bajo su radiante saya verde.


Hay que buscarle el higo entre las ramas, sumergirse en las horcajas y estirar el brazo para apoderarse con delicadeza, con auténtico mimo, sin dañarla, de la breva, que se hace miel al sentir el tacto de los dedos.


La cosecha es corta y dura muy pocos días. Entre junio y julio tiene Tiberia el higo en sazón. Si va a Barcarrota, no lo dude, pregunte por su breva. O mejor pregunte por Gabino, el de la huerta Las Mayas, que en estos días está recogiendo higos y enviándolos a Ávila. El higo de Tiberia tiene muy buen mercado, pues quien lo prueba se queda prendado de él.


Pero si, desgraciadamente, cuando llegue usted a Barcarrota el higo de Tiberia ya se ha pasado y las brevas no están en sazón, no se rinda. Insista y pregunte entonces por el higo de Rey. No es de Tiberia, pero le hace la corte.


Barcarrota debe tener un microclima o un terreno especial para el higo, pues de otro modo no se explica que prosperen con tanta facilidad, prácticamente sin cuidados, estos manjares, de Tiberia, de Rey y de otras variedades que aquí no se incluyen por no alargar la lista nobiliaria de la humilde huerta albarcarroteña.


Ya lo sabe usted, si quiere un buen higo fresco, vaya a Barcarrota. Lo mejor de lo mejor. Se lo aseguro.


Nadie sabe quién fue el Rey de la breva, y de Tiberia sólo se conoce el higo. Hay quien cree que le pusieron ese nombre por ser una fruta digna del triclinium de Tiberio, segundo emperador de Roma. O de una de sus descendientes, si es que alguna de ellas llevó tal nombre.


Pura fantasía. Es bastante más probable que el emperador Tiberio y todos los Tiberio de Roma se llamasen así en honor a los higos de Barcarrota. Y si no me creen, vayan al pueblo y prueben el higo de Tiberia, la de Barcarrota.


sábado, 23 de julio de 2016

Señorías sin vergüenza


José Joaquín Rodríguez Lara


España necesita una nueva Ley Electoral. Está visto que la actual, que lleva la firma de un Felipe González en supermayoría socialista, no sirve. Se ha quedado obsoleta por muchas razones. Y la principal de todas es que, en circunstancias como las que se están dando, es decir, cuando se produce una carencia casi absoluta no sólo de estadistas, sino de simples políticos sensatos, no se consigue formar gobierno.


Ahora mismo (una de la madrugada del 24 de julio del año 2016) la convocatoria de unas nuevas elecciones generales en España parece más fácil que la formación de un gobierno. ¿Por qué? Porque ni la Constitución ni la Ley Electoral prevén medidas para salir del atolladero en el que el electorado y los políticos han metido a este país.


El legislador, iluso de él, seguramente creyó que el centro sociológico español jamás se radicalizaría. Debió de suponer que al muy noble y leal ejercicio de la política sólo se dedicarían personas sensatas. No ladrones, no soberbios, no presumidos, no estúpidos, no tontocoños. Y sus correspondientes versiones en todo el arco iris sexual.


Y dado lo que hay, ¿qué podemos hacer para salir de este barrizal? Varias cosas.


Para empezar, presionar en la medida de nuestras posibilidades para que los políticos -todos los políticos de todos los partidos- pongan nuestras necesidades por delante de sus intereses. Se presiona con el voto, con la opinión, con la manifestación y con un sin fin de mecanismos absolutamente legales y democráticos. Pero hay que presionar porque la política es demasiado importante para dejarla exclusivamente en manos de los políticos.


Se habla mucho de cambiar la Constitución y muy poco, demasiado poco, de cambiar la Ley Electoral. Estamos metidos hasta el cuello en este charco porque, entre otras cosas, los políticos que aprobaron la vigente Ley Electoral la han utilizado desde entonces para robarnos a los ciudadanos el derecho al sufragio pasivo, a ser candidatos. Un derecho que, 
como reconoce el Tribunal Constitucional en varias de sus sentencias, la Constitución asigna a la personas de una en una, individualmente, no a los partidos políticos ni a las agrupaciones de electores.


Pero los dirigentes de los partidos -todos los dirigentes- le han robado a la ciudadanía ese derecho y lo utilizan a su antojo, y como arma de poder, para decidir quién puede ser candidato y quién no.


Pues de esa 'selección' realizada por los dirigentes de las fuerzas políticas ha salido la bazofia y la carga de inútiles que tenemos actualmente en el Congreso de los Diputados. Señorías, atrincheradas en sus egoísmos y en sus incapacidades, que sólo sirven para hacer discursos y cobrar sueldos suculentos. No les interesan los problemas de la ciudadanía. No les preocupa que haya que celebrar una elección tras otra y que, aún así, tampoco se forme gobierno. ¿Dónde están los políticos con profundísimas diferencias ideológicas pero con un sentido tan fuerte del estado que fueron capaces de llevar a España desde la dictadura y el aislamiento internacional a la democracia y a la integración en las instituciones europeas? ¿Había menos diferencias ideológicas entre el comunista Santiago Carrillo y el exfranquista Manuel Fraga que entre Rajoy y Pablo Pablito Pablete Iglesias? ¿Al socialista Felipe González le resultó agradable renunciar al marxismo, pactar con el exfranquista Adolfo Suárez y tragarse luego el sapo de entrar en la OTAN? ¿De qué nalga de Minerva ha nacido el sociata Pedro Sánchez para emperrarse en ser el perro del hortelano, que ni gobierna con Podemos ni deja gobernar a Rajoy?


Nos han robado el derecho constitucional al sufragio pasivo y utilizan nuestro voto para seguir robándonos grandes sueldos y prebendas. No tienen perdón. Ni perdón ni vergüenza. Si no son capaces de realizar la tarea para la que fueron elegidos, ¡que renuncien! Que se vayan a su casa a la vista de que, como parlamentarios, son un desastre. Lárguense, por Dios, antes de que les corramos a gorrazos.


En la próxima Ley Electoral hay que incluir remedios para todos estos males. Uno de ellos tendría que ser que los candidatos a la Presidencia del Gobierno deberán permanecer encerrados en cónclave, es decir bajo llave, que eso significa 'cum clavis', y a pan y agua, hasta que lleguen a un acuerdo o dimitan. Ya se hizo con los cardenales de la Iglesia en 1268, cuando llevaban tres años de reuniones y no se les aparecía el Espíritu Santo ni elegían a un nuevo papa. Bastó con echar la llave y simplificar el menú para que se les aclarasen inmediatamente las entendederas y eligiesen papa a Gregorio X, que mantuvo el cónclave y el racionamiento alimentario para ayudar al Espíritu Santo en las sucesivas elecciones de papa.


jueves, 21 de julio de 2016

- Darle la vuelta a La Tierra no es suficiente,
aunque te cambie la vida. 

Para que cambie la vida de todos,
 h
ay que darle la vuelta al mundo.




jueves, 14 de julio de 2016

- Cuando un gobernante anuncia medidas para los próximos años
 y no da soluciones para los problemas de hoy
 es que no sabe qué debe hacer mañana.


martes, 5 de julio de 2016



Badajoz, una ciudad asediada



José Joaquín Rodríguez Lara


Nada más y nada menos que en Tasmania, al fondo a la derecha, según se traspone el horizonte, ha sido localizado el diario de campaña de un militar británico que tuvo una participación muy destacada en uno de los asedios más sangrientos sufridos por Badajoz.

El diario se titula ‘Alentejo. Journal. 1811’. Su autor fue John Squire, cuya vida daría para muchos libros y hasta para más de una película. Squire fue militar, ingeniero, espía, arqueólogo, escritor… Desde luego, no se aburrió. Al final de sus días, muy poco tiempo antes de que unas fiebres le descabalgasen definitivamente, recogió algunas de sus andanzas en este diario, en el que plasmó su visión del asedio a Badajoz a manos del ejército del duque de Wellington.

Anhelo profundamente que, más pronto que tarde, alguna institución, pública o privada, publique este diario y que lo presente en la capital pacense. Lo deseo, pero no espero que suceda. Creo, además, que debería ser publicado en una edición plurilingüe –en inglés, castellano, francés y portugués- que incluya los preceptivos análisis históricos, castrenses y de ingeniería necesarios para que la lectura de la obra contribuya a conocer lo mejor posible ese transcendental instante de la historia de Badajoz. Pero es muy posible que mi anhelo, a pesar de su modesto coste, comparado con cualquier fasto oficial al uso, exceda con mucho hasta las competencias del mismísimo San Judas Tadeo, venerado patrón de lo imposible, que mora en la plaza pacense de las tres mentiras y sabe más de milagros que nadie.

Así que, como no confío en que se produzca el prodigio de la adecuada publicación del diario, me retrepo en el asombro. ¿Cómo es posible que pasen los siglos y se enfríen las batallas y bostecen las guerras y se politicen los militares y los asedios a Badajoz no pasen de moda? El hallazgo del librito ha sido comentado con fruición hasta en la prensa de la corte madrileña. El diario de John Squire, localizado en una librería de viejo -Cracked and Spineless, (Agrietado y Frágil)- de la ciudad de Hobart, en la isla de Tasmania (Australia), sólo es la punta del iceberg que ocupa, desde el fondo a la superficie, todo el devenir histórico de la población pacense.

Una ciudad que nació asediada por el poder y, 1.141 años después de su alumbramiento, subsiste en mitad de un asedio permanente.

Hay que recordar, aunque sea a grandes rasgos, que para huir del asedio del emir de Córdoba, Ibn Marwan se encaramó en el cerro de la Muela y fundó la ciudad, junto al vado del Guadiana, en el año 875. Siglo y medio después, Badajoz fue tomada por el rey Alfonso IX de León. Posteriormente la conquistaron los portugueses. Durante la Guerra de la Independencia, Badajoz fue asediada, tomada y saqueada por las tropas napoleónicas y por los ejércitos aliados de Wellington en un pim pam pum que pudiera parecer una partida de pimpón si las pelotas no hubieran sido de hierro colado, si no oliesen a pólvora y en vez de raquetas, los contrincantes no las disparasen con cañones y otras armas de fuego.

En 1936, poco más de un siglo después de padecer los sitios anglo-napoleónicos, Badajoz sufrió el más sangriento y doloroso de todos los asedios militares. El teniente coronel Yagüe, que tenía úlcera en el estómago y al general Franco subido en la chepa, acampó en San Roque, en la margen derecha del Rivillas, y puso todo su empeño en darle un escarmiento a la Segunda República, que tenía la cabeza en Madrid, pero se acordó de Badajoz para llevarse a su gobernador militar y nombrarlo ministro de la Guerra. Yagüe pasó por encima del gobernador sustituto y tomó la capital pacense a sangre y fuego. Sin piedad, con la saña de un converso. Las heridas que causó aquella batalla todavía se destapan y se sahúman con flores y discursos cada mes de agosto.

¿Fue este el último asedio sufrido por la capital de la provincia? No. Los asedios han seguido y siguen. Badajoz los resiste porque es una ciudad que nació para resistir, encastillada sobre el cerro de la Muela, y encastillada continúa, arrebujada en la desdentada toca de sus murallas, aguantando asedios y nuevos embates de guerras que nunca han sido, ni nunca serán, formalmente declaradas.

Pero las señales y la maquinaria de tanto sitio están a la vista de quien quiera contemplarlas. De tanto haber sido utilizada como campo de batalla, Badajoz sólo conserva como monumento destacado sus murallas, incluidas las de la Alcazaba. Poco más ha quedado en pie. Hasta la Catedral se usó como trinchera.

Badajoz, la ciudad extremeña más poblada, es también la peor comunicada. Para llegar desde Badajoz hasta Cáceres hay que circular por una trocha infame, que no merece el nombre de carretera, en la que la velocidad llega a estar limitada a 30 kilómetros por hora y en la que no hay ni un solo metro de carril para vehículos lentos, a pesar de los muchos camiones que transitan por ella. Entre Cáceres y Trujillo hay una autovía, y lo mismo ocurre entre Coria y Navalmoral de la Mata, y entre Miajadas y Don Benito-Villanueva de la Serena. Entre Badajoz y Cáceres sólo hay una trocha, la trocha de la vergüenza. Badajoz tampoco tiene conexión completa por autovía con Granada, ni con Sevilla, ni con Córdoba, ni por supuesto con Huelva. Y estas carencias comunicativas, ¿qué tienen que ver con los asedios? Bastante. Aislar al contrincante lo más posible es el primer objetivo de quien asedia.

Además, hay que impedir que pueda prosperar. En el pasado se robaba el ganado de las ciudades asediadas, se quemaban las cosechas, se talaban los bosques… Ahora no hace falta. Hay procedimientos más sutiles: por ejemplo, dilatar en el tiempo, sine die, la construcción de la Plataforma Logística del Suroeste al tiempo que se supedita el futuro de toda una ciudad precisamente a la puesta en servicio de ese proyecto, así como de un ferrocarril acorde con los tiempos y con las necesidades.

Basten estos dos ejemplos para honrar la memoria del ingeniero constructor de puentes y experto en asedios John Squire, pero hay más. Si no es asedio, ¿qué tipo de pedagogía fiscal es la que propugna cuadrar las cuentas de una administración (el SES) no pagándole los impuestos a otra? (El Ayuntamiento de Badajoz es uno de los gobiernos locales damnificados.) ¿Podemos hacer lo mismo con la Junta los contribuyentes de a pie que sufrimos descuadres de bolsillo y salir indemnes del intento? O, ¿por qué se reduce la apertura del comercio pacense los domingos? Los representantes del pequeño comercio encarnan más y mejor los intereses de los vecinos de Badajoz que el Gobierno municipal que esos mismos vecinos han elegido con sus votos?

¿Por qué se continúa sitiando Badajoz, una ciudad que abre sus murallas a todo el mundo? Y no las abre un día al año, sino un día y otro y otro y otro... Badajoz es una ciudad de puertas abiertas los 365 días del año. Sean festivos –el Carnaval, la Semana Santa, los Palomos, Almossassa, la Feria de San Juan…- o laborables y reservados para ir de compras, de médico o de papeleo.

¿De verdad se merece Badajoz tanto asedio? ¿A quién se pretende escarmentar disparando una y otra vez contra las murallas pacenses?


(Artículo publicado en la revista municipal de la feria pacense de San Juan 2016.
Página 129 y siguientes.)


Recreación artística de uino de los muchos asaltos sufridos por Badajoz.
El pan nuestro de cada día en la ciudad.


- Extremadura se convierte cada verano, 
en una rubia ardiente, peinada con trencitas, 
que amamanta rebaños en las rastrojeras.

lunes, 6 de junio de 2016

Lobos en Hervás



José Joaquín Rodríguez Lara



El lobo está aullando en la puerta de Extremadura. Quiere entrar. Si es que no ha entrado ya en la región y aún no ha dado señales de muerte. En cualquier caso, no tardará en manifestar su presencia.


Esa inevitable realidad es uno de los motivos que han impulsado a celebrar, en Hervás, las 'Primeras jornadas sobre (el) lobo ibérico', organizadas por la Sociedad Extremeña de Zoología, con la colaboración del Ayuntamiento de la localidad y de la Junta de Extremadura.




El lobo no deja indiferente a casi nadie, aunque en estas Jornadas se ha podido ver que a la Junta no le interesa demasiado. En la inauguración de las Jornadas iba a intervenir el director general de Medio Ambiente. Finalmente no asistió, por motivos personales, y ocupó su puesto el jefe de servicio de Conservación de la Naturaleza, que se marchó sin llegar a tomar parte en el turno de preguntas, así que los asistentes a las Jornadas no pudieron conocer directamente la opinión de la Administración regional respecto a la más que probable llegada del gran cánido a la comunidad autónoma extremeña.


Semejante ausencia oficial no impidió que las Jornadas aportasen datos y opiniones muy interesantes. El primero de todos es que el lobo está ya a muy pocos kilómetros de Extremadura, en el límite con la provincia de Ávila. Habría que empezar a prepararle el comité de recepción, pues su regreso a tierras extremeñas será sonado. Ni siquiera será preciso que se le achaquen daños para que el lobo se encarame a los titulares. Y, cuando se le acuse de la muerte de una oveja, de dos cabras o de un ternero, será la noticia del día y de los días que coleen. El presidente de la Junta y la Cofradía del Santo Entierro, Nuestra Señora del Mayor Dolor, el Cristo de las Angustias y la Virgen de los Afligidos, es decir, 'Agricultura', que así se llama coloquialmente a la cartera extremeña de Medio Ambiente y Rural, Políticas Agrarias y Territorio, tendrán que echarse a los medios para explicar la nueva versión del viejo cuento del lobo.


No creo yo que la Junta de Extremadura tenga miedo del lobo. Miedo electoral. Pánico a que, pocos días antes de las elecciones, se le acuse de traer lobos a los campos extremeños, y que por este motivo pasara de refilón, estando pero sin figurar, por las Jornadas del Lobo. Pero sorprende que casi no asomase las orejas por Hervás cuando, pocas horas antes, el presidente Vara había inaugurado en Olivenza el 'Congreso Ibérico de Caza y Conservación', 
y la consejera de la cosa agraria lo había clausurado. Probablemente, la caza todavía dé más votos de los que quita y la inmensa mayoría de los votos que da el lobo parecen tener coleta. Desde la tribuna de oradores se llegó a asegurar que el lobo es ¡el cambio político que necesita España! El símbolo del cambio, como lo es en Portugal desde que la Revolución de los Claveles entró en la Asamblea de la República lusa.


Es posible que la Junta no diera su opinión sobre el lobo, más allá del protocolo inaugural de las Jornadas celebradas en Hervás, debido a que carece de criterio sobre qué debe hacer, como gobierno regional, para gestionar el regreso del león de Europa a los montes extremeños. Si así fuese, la Junta de Extremadura se alinearía con la mayoría de los expertos, pues son pocas las personas y las instituciones que dan una opinión clara y tajante sobre la forma de abordar el asunto. ¿Cómo hay que gestionar la presencia del lobo? Quienes conocen al lobo responden "no sé". Y cuando se les sugieren posibles medidas de gestión, las rechazan. Quienes no conocen al lobo, pero lo temen, creen que es un animal tanto más bonito cuanto más lejos está.


Las voces conservacionistas a ultranza exigen protección total para el lobo. Que se le permita moverse con libertad, alimentarse según su naturaleza y regular su propia población por sí mismo, como la especie hizo siempre desde el principio de los tiempos. Por supuesto, nada de acosarlo ni cazarlo. Para estas personas, el mejor lobo, el más integrado en la naturaleza, el que menos daños causa al ganado y a las personas en general, es el lobo vivo. Se dijo por activa y por pasiva en las Jornadas, incluso aportando estadísticas, que las batidas a los lobos, la matanza indiscriminada de ejemplares, desestructuran las manadas y, al ser privados de los vínculos jerárquicos, los supervivientes se vuelven más peligrosos. La teoría es que una manada fuerte puede cazar y alimentarse de presas como ciervos, gamos y jabalíes. En cambio, una manada débil no tiene suficientes individuos para cazar grandes presas silvestres, si es que puede considerarse silvestres a los venados criados en cercados cinegéticos, y debe alimentarse a base de ovejas, cabras, terneros y otros animales domésticos cuya capacidad de huida ante el peligro es prácticamente nula.


La teoría tiene fundamentos, pero a quienes ven en el lobo un grave peligro no les convence. Para esas personas, el único lobo bueno es el que no está. Porque ha muerto o porque se encuentra lejos de su ganado.



Hay quien defiende la teoría de que la carne de lobo, la carne de tierra de lobos, la que el lobo no se ha comido, tiene más atractivo culinario y puede proporcionarle al ganadero unos euros más. Y no falta quien sostiene que en el campo hay exceso de ganado, que las personas comemos demasiada carne y aboga por dejarle su parte del costillar al lobo, viejo gourmet experto en corderos y cabritillos.

Hay leyes que protegen al lobo, incluso hay leyes europeas que lo amparan, y hay normativas legales que conceden subvenciones a quienes viven o malviven del campo y, por esa razón, tienen más obligación de participar de modo activo en la protección del medio ambiente del que, en algunos lugares, todavía forma parte el lobo. En las Jornadas de Hervás se planteó la necesidad de obligar al sector agrario español, incluida la sucursal extremeña, a cambiar sus prácticas de gestión, privándole de las ayudas oficiales que recibe actualmente si no se implica en el respeto y en la conservación del lobo.




De todo esto y de mucho más se habló en Hervás, en ausencia de la Administración regional extremeña y mientras el lobo, según dicen, ya escarba en la linde.


¡Seguiremos esperando!