martes, 24 de noviembre de 2015

¡Marchando una de contraseñas!


José Joaquín Rodríguez Lara


Acudo a las oficinas del SEPE (Servicio Público de Empleo Estatal), en Badajoz, a solicitar dos certificados que necesito con urgencia para un asunto administrativo. Con rapidez y amabilidad me atiende una funcionaria, a pesar de no haber pedido cita previamente.


Pero no me da los certificados que le solicito. Me facilita dos claves y dos contraseñas para que yo mismo saque los certificados con el ordenador y los pase a papel con mi impresora.


Me siento como si hubiese ido a comer a mi propio restaurante, pues a fin de cuentas el SEPE y toda la maquinaria administrativa también son algo mío, y al pedir dos de los platos del menú del día, la camarera, a la que defenderé siempre, se niega a servírmelos y, en vez de comida, me entrega las recetas respectivas para que yo mismo me haga la comida en mi casa.


¿Y por qué se comporta así esta profesional de la administración, si me conoce desde hace años y ha demostrado una y otra vez estar dispuesta a ayudarme en todos aquellos trámites que estén en su mano?


Me da las recetas en vez de la comida porque el maitre que dirige la cadena del SEPE le ha dicho que no me entregue certificados, que yo mismo me los guise por mi cuenta fuera de mi restaurante.


Esta es la Administración que pagamos entre todos, un mastodonte que atiende más y mejor a los vendedores de programas informáticos que a las personas que, con sus impuestos, pagamos esos caros programas.


Personas que, tal vez, no tienen ordenador o no saben utilizarlo o no consiguen leer los números, pequeños y en blanco y las diminutas letras en amarillo, sobre fondo azul, de una tarjeta informativa, la de CITA PREVIA, en la que todos los datos importantes están impresos para que nadie que tenga más de 50 años pueda leerlos con facilidad.


Señoras y señores del SEPE, madamases de España en general, funcionarios todos..., ¡salgan a la calle!, ¡hablen con la gente!, ¡piensen en atender las necesidades de quienes pagamos sus sueldos!, no de quien les contrató, porque se puede servir mal a alguien durante algún tiempo, pero no es posible servir mal a todos durante todo el tiempo.


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