lunes, 10 de noviembre de 2014


Monago tiene la llave

José Joaquín Rodríguez Lara

José Antonio Monago lleva unos días dando cuenta como presidente del Gobierno de Extremadura de lo que hizo como senador entre la primavera del 2009 y el otoño del 2010. Sus viajes a Canarias, 32 o los que fueren, continúan girando a toda velocidad en el ojo del huracán.


Monago le ha pedido al
Senado la relación de sus viajes de la polémica, ha anunciado que devolverá hasta el último céntimo de lo que costaron, ha hecho ya un depósito para cubrir la cifra resultante y ha decidido comparecer en el Parlamento de Extremadura para seguir dando explicaciones.


Pero nada de esto parece ser suficiente para la oposición parlamentaria que insiste en que Monago debe dimitir, condenándole antes de que se demuestre su culpabilidad o, como mínimo, obligándole a demostrar que es inocente, para no exigirle la
dimisión. Una muy curiosa interpretación del Estado de Derecho.


No hace falta explicar que, por encima de cualquier otro pesar, la dimisión es una decisión personal que, en última instancia, siempre depende de la voluntad de quien dimite. Te pueden echar o despedir o destituir, pero no te pueden ‘dimitir’, como tampoco te pueden ‘suicidar’.


Desconozco lo que hará José Antonio Monago, pero apostaría a que no dimitirá. Es más, creo que con los pocos meses que faltan para las elecciones autonómicas y estando en pleno proceso la tramitación de los Presupuestos del 2015, sería un enorme error que dimitiera como presidente por su actuación como senador.


Pero la oposición –toda, desde PREX/CREX hasta el PSOE pasando por IU/V- sigue empeñada en que Monago se vaya y, hoy sí, estaría dispuesta a echarlo con una
moción de censura. Lo que pasa es que no puede.


¿Y por qué no puede?


Pues no puede porque el PSOE apostó a una moción de censura para iniciar su reconquista del poder –ya sabe, la
Agenda del Cambio- y lo hizo a mediados de mayo, cuando faltaba aproximadamente un año para la terminación de la legislatura, un margen de maniobra muy estrecho, tanto si la moción hubiese prosperado, como si fracasaba, que es lo que finalmente ocurrió. El PSOE lo sabía y, aún así, presentó la moción en pleno debate sobre el estado de la región.


Y no sólo eso. Además no se le ocurrió mejor cosa que poner en la moción la firma de todos y de cada uno de sus 28 diputados. Es decir, administró muy mal sus recursos, pues se gastó todo lo que tenía para conseguir algo que sabía que era imposible.


El artículo 29, punto 1, del
Estatuto de Autonomía establece que la moción de censura debe ser propuesta al menos por el 15% de los diputados de la Asamblea. El 15% de 65 diputados es 9,75; es decir, 10 diputados, pues las personas no tienen decimales. El PSOE quiso ganar la partida y ‘arrastró’ con la totalidad de sus 28 diputados, 18 más de los que necesitaba.


Y el punto 4 del citado artículo 29 establece que: “En una misma legislatura, los signatarios (diputados firmantes) de una moción de censura rechazada no podrán impulsar otra hasta transcurrido un año desde la presentación de aquella”. Así que la oposición necesita 10 diputados, punto 1, para presentarle otra moción de censura a Monago. Y no los tiene. Los 28 del PSOE están inhabilitados, punto 4, pues no ha pasado un año desde que presentaron la moción de censura en mayo. IU/V tiene 3 diputados y con PREX/CREX, que tiene 2, sumaría 5. Le faltan otros 5. ¿Quién se los prestaría? ¿El PP?


En mi opinión existe una mínima posibilidad de presentar una moción de censura. No es difícil de poner en marcha, pero sí bastante retorcida y, además, puede salir cara.

José Antonio Monago, líder del PP, y Guillermo Fernández Vara, líder del PSOE, en el Parlamento de Extremadura.
 (Imagen publicada por www.lacronicabadajoz.com)


Consciente de lo difícil que sería desalojar a Monago de la Presidencia del Gobierno, el PSOE extremeño, y también UPyD, pretenden que Monago se someta a una
cuestión de confianza. Este es un mecanismo parlamentario al que se recurre, cuando se gobierna en minoría, para saber si se cuenta con el apoyo de la Cámara a la hora de afrontar asuntos de gobierno especialmente difíciles. Es mucho menos usual que se emplee para justificar acciones ya realizadas, y bastante más raro cuando esos actos se hicieron en el desempeño de un cargo absolutamente diferente al que se ocupa al presentar la cuestión de confianza, a la que, equivocadamente, algunas veces, se denomina moción de confianza.


Al contrario de lo que ocurre con la moción de censura, para conseguir el apoyo parlamentario a través de la cuestión de confianza sólo se necesita mayoría simple. Por lo tanto, bastaría con que un diputado de la oposición, uno solo, votase sí (si se abstuviera habría empate), o que dos se abstuviesen o se ausentaran del hemiciclo durante la votación, para que Monago lograse el
apoyo del Parlamento.


Pero no se presenta una cuestión de confianza cuando se corre el riesgo de perderla y, por consiguiente, de tener que abandonar el cargo. Antes de perder a sabiendas una cuestión de confianza se dimite y, al menos, se sale por voluntad propia y no defenestrado. Así que es difícil imaginarse a Monago reclamando el apoyo del Parlamento a través de una cuestión de confianza.


En definitiva, como la normativa vigente no establece el mecanismo de reprobación del presidente, lo que equivaldría a una moción de censura sin candidato alternativo, la posibilidad de que José Antonio Monago deje de encabezar el Gobierno de Extremadura, por vía parlamentaria y antes de que se celebren elecciones, resulta bastante improbable. Esta vez la llave del hemiciclo no la tiene
Izquierda Unida, la tiene el propio Monago. Él y los diputados del PP/EU, por supuesto.



(Artículo publicado en www.elcorreoextremeño.com)


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