miércoles, 6 de agosto de 2014

'El eunuco', un vodevil exitoso


José Joaquín Rodríguez lara


El estreno de 'El eunuco' en el Festival Internacional de Teatro Clásico de Mérida debe ser considerado un éxito rotundo que, además, supera al de otras comedias puestas este año sobre el escenario emeritense. ¿Por qué?

El Teatro Romano se llenó, lo cual ya es importante. Las risas y los aplausos del público, más de 3.000 personas, comenzaron nada más salir las actrices y los actores a escena y no cesaron hasta que se retiraron a los camerinos tras los saludos de rigor. Hubo aplausos en todos y cada uno de los mutis y tantas risas durante la representación que, a veces, las carcajadas originadas por un gag impedían disfrutar del siguiente.

Pero aún hay más razones. Prácticamente se han vendido todas las localidades para los cinco días de representaciones. Si la programación del Festival emeritense no estuviese cerrada, seguro que 'El eunuco' continuaría bastantes días más en cartelera. Y con muchos llenos.

Otro dato: la representación del estreno duró 2 horas y 9 minutos y en ningún momento se hizo larga ni aburrida. 'El eunuco' es un muy buen espectáculo. Jesús Cimarro, director del certamen, y Trinidad Nogales, consejera de Cultura del Gobierno de Extremadura, se han apuntado un nuevo tanto.

Pepón Nieto encabeza un reparto que destaca
 por la calidad y homogeneidad de su trabajo.
 (Fotografía de Jero Morales)
¿Sobre qué bases descansa el éxito de este montaje? Sin duda sobre el buen trabajo del elenco. Pocas veces se tiene la oportunidad de ver un espectáculo en el que la calidad de las diferentes interpretaciones sea tan homogénea. La media es de notable alto para arriba. Los diálogos son trepidantes. Y todo funciona como un mecanismo de relojería. Pepón Nieto está sensacional; Anabel Alonso luce sus acreditadas virtudes cómicas; María Ordóñez, Jordi Vidal y Jorge Calvo no sólo encarnan con absoluta solvencia y credibilidad a sus respectivos personajes, sino que, además, destacan en los pasajes cantados; y Antonio Pagudo, Alejo Sauras, Marta Fernández Muro y Eduardo Mayo están en todo momento a la altura de la situación. Lo dicho, un éxito.

Cierto es que el montaje de 'El eunuco' no se ciñe a la comedia que escribió Terencio allá por el año 161 antes de Cristo. Y que el vestuario es una antología de estilos, desde el clásico del eunuco, hasta el siglo XX de la dueña del burdel, pasando por el prusiano del generalote, el guerracivilespañola (tipo Carles Velat en 'La vaquilla', de Berlanga) que luce su ayudante de campo, el romanticón del pisaverde, etcétera, etcétera. Los dos textos, el clásico y el actual, coinciden en el cogollo de la historia, pero no en los personajes ni en sus diálogos. Sirva como muestra el hecho de que la esclava Pánfila, fundamental en la historia, no dice ni una palabra en el original y en la adaptación no hay forma de hacerla callar. Más que una esclava, parece una tertuliana. Y de pánfila, de cándida, de bobalicona y lenta en sus reacciones ya no le queda nada; en todo caso ahora habría que llamarla Lengüita Mucha Marcha.

'El eunuco' representado en Mérida es una versión "libre", libérima habría que decir para ser más precisos, de Jordi Sánchez y Pep Antón Gómez que, más que adaptar la comedia de Publio Terencio, la han reescrito. Y su invento funciona. Su versión de la comedia clásica que firmó Terencio es un clásico vodevil -"comedia frívola, ligera y picante, de argumento basado en la intriga y el equívoco, que puede incluir números musicales y de variedades", la RAE dixit- y conecta con el público de cabo a rabo. ¿Se le puede pedir más a un espectáculo?

Sí, se le puede pedir y hasta exigir que, ya que se estrena en el Festival de Mérida, se ajuste al escenario. Sobre la escena del Romano hay un grupo musical, ofreciendo música en vivo, algo que empieza a ser un clásico en este certamen. Entre las escenas dialogadas se intercalan números musicales bien resueltos y bien cantados, lo cual no puede chocar en un vodevil. 

El cubo desplegado ante la valva regia
 del Teatro Romano.
 (Fotografía de Jero Morales)
Lo que sí choca es el decorado, que no puede ser más minimalista ni más innecesario. Se trata de un poliedro, concretamente de un hexaedro o cubo, que tapa la valva regia del Teatro y que empieza siendo un estorbo para los espectadores y termina convirtiéndose en un absurdo ballet de paneles cuya dificultad de manejo debe de superar al del mismísimo cubo de Rubik. No es un decorado necesario para el Teatro Romano de Mérida; en todo caso será imprescindible para las representaciones en las que no haya teatro, y si lo hay, que no sea romano, y si lo es que no tenga tres valvas -una regia y dos hospitalias- tan espectaculares y practicables como las que tiene el emeritense. Cierto es que no todos los montajes tienen la dimensión que exige el Teatro Romano de Mérida, pero no es menos verdad que la auténtica grandeza no está en reducir el marco, sino en ser capaz de llenarlo con la interpretación.

El trabajo de Pepón Nieto, de Anabel Alonso, de Alejo Sauras, de Jorge Calvo, de Antonio Pagudo y de Marta Fernández Muro, Eduardo Mayo, Jordi Vidal y María Ordóñez tiene calidad más que suficiente para haber llenado la escena de Teatro Romano sin necesidad de recurrir a ese rompecabezas cúbico al que, además, la dirección del espectáculo le saca mucho menos partido del que podría dar de sí. Pues a pesar de ello, 'El eunuco' es todo un éxito. 

Si el Festival de Mérida también lo está siendo merece una reflexión aparte. La tendrá.


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