jueves, 31 de julio de 2014

'Pluto', una comedia musical de ahora mismo


José Joaquín Rodríguez Lara

El público disfrutó con 'Pluto'. No en vano, para los griegos clásicos, Pluto era el dios de la riqueza, del dinero. Y el dinero es la vara a la que nuestra sociedad suele recurrir para medir el éxito. El estreno de 'Pluto', que originalmente era una comedia de Aristófanes, ha sido un éxito. El público que siguió la representación en el Teatro Romano de Mérida rio, aplaudió hasta algunos efectos 'especiales' de la iluminación, bailó, dejándose llevar por el ritmo de la música, e incluso cantó. ¿Qué más se le puede pedir a una comedia? 'Pluto' es un espectáculo que funciona. ¿Por qué?


En puridad, este 'Pluto' no es el 'Pluto' que escribió Aristófanes allá por el 380 antes de Cristo. Es un collage, un conjunto de cosas. Pero esto es lo habitual. Sobre todo en el Teatro Romano de Mérida y en su Festival Internacional. Aquí lo raro es que se represente una obra que respete el texto que le salió del cálamo a su autor.


Carión, Pluto y Crémilo, personajes interpretados
 por Jorge Roelas, Javier Gurruchaga y  Marcial Álvarez.
 (Fotografía de Jero Morales)

En el 'Pluto' de este Festival se ha tomado el texto de Aristófanes y se le ha rodeado de extensiones y de elementos actualizadores que lo acerquen a las apetencias de un público deseoso de diversiones acordes con los tiempos que corren. A fin de cuentas, el teatro se hace para el público y no para los críticos ni para las bibliotecas. Si no hay público no hay espectáculo.


Emilio Hernández, autor de la versión de 'Pluto' que se está representando en el Teatro Romano de Mérida, afirma que el texto de Aristófanes da para un espectáculo de 30 minutos y no para la hora y tres cuartos que dura este montaje, así que él le ha añadido nuevos ingredientes al plato. Alguno de ellos tomados de la misma obra de Aristófanes, concretamente de 'La asamblea de las mujeres', comedia a la que pertenece el personaje Praxágora, que pregona las bondades de un gobierno de mujeres como solución a todos los problemas. Si es verdad que el remedio funciona, Anguela Mérkel debe de ser su marido disfrazado de ella, y la difunta Margaret Thatcher, un sargento chusquero adicto a la laca de peluquería. Otros aditivos distinguibles en 'Pluto' parecen sacados de la más pura actualidad, pero más en la forma que en el fondo, pues la crisis económica, política y de ideales ya estaba en la obra de Aristófanes que zahirió con mordacidad a los dirigentes de su época.


Hay dos ingredientes que destacan por encima de cualquier otro: Javier Gurruchaga y el coro. Gurruchaga hace tres papeles en esta obra; encarna al dios Pluto, que es la riqueza, y también da vida a la pobreza. En el original ambos personajes eran representados por dos personas, pero es un acierto asignárselos a un solo intérprete, pues la riqueza y la pobreza son la cara y la cruz de una misma cosa: el dinero. De su abundancia y de su escasez. La actuación de Gurruchaga es marca de la casa: histriónica no, lo siguiente. Gurruchaga no es un actor, es un personaje, un showman y es muy difícil conseguir que, cuando actúa, deje de hacer de sí mismo. Y por cierto, lo hace mejor que nadie. Gurruchaga es el tercer papel que Javier Gurruchaga hace en 'Pluto'. Interpreta a Gurruchaga, canta y baila como Gurruchaga y en cada uno de sus roles llega al público, que se lo pasa bien con Gurruchaga. Es un Rafael Álvarez, el Brujo, en ciernes.



Javier Gurruchaga, en su papel de la pobreza,
 intenta convencer nos de que sin pobres no puede haber felicidad.
 (Foto de Jero Morales)

El coro de este 'Pluto' es otro de los ingredientes que más contribuyen al éxito. A pesar de que 'Pluto' es una comedia, el coro, que permanece en escena durante toda la representación, aunque en ocasiones lo haga como mero elemento de atrezzo, se cubre con máscaras de tragedia para resaltar que la miseria no es cosa de risa. El coro parece en ocasiones una manifestación de antisistemas, hasta sale a relucir el término perroflauta, y si no está entre los coreutas Pablo Iglesias, el líder de Podemos, tal vez se deba a que la careta le quitaría protagonismo. Otras veces, el coro recuerda a una manifestación sindical. Hay mucho ataque a las corruptelas de los gobernantes y ninguno a la corrupción de los sindicalistas. Ni de los empresarios ni tampoco de los banqueros. Aristófanes no hubiese caído en olvidos de tan grueso calibre.


Pero, además, el coro es el camerino en el que se recluyen y se cambian de atuendo los personajes cuando no están en la primera línea del discurso escénico, cuando no se dirigen al respetable de forma individual. Y encima, la combinación entre las máscaras, los pasos de baile, la ropa y la iluminación consiguen efectos muy atractivos que el público agradece con sus aplausos.


Javier Gurruchaga canta al frente de sus compañeros de reparto.
 (Fotografía de Jero Morales)

Por si faltaba algo, el 'Pluto' de este año es una comedia musical de nuestros días en la que, como no podía ser de otro modo, destaca el actor Javier Gurruchaga que se desenvuelve muy bien como cantante. De todos los actores, es el que mejor canta. Jorge Roelas, que interpreta a Carión, un hombre libre que se convirtió voluntariamente en esclavo para poder comer, aunque sólo sea puré de lentejas, también sube el tono del musical.


Y todos, desde el emeritense Sergio Pérez, integrante del coro, hasta Magüi Mira, actriz y directora, que conoce bien el Teatro Romano, pasando por Marcial Álvarez y Marisol Ayuso, para la que por fin cantar no es la guionizada pose de una antigua vedette, contribuyen al éxito de este 'Pluto' deslenguado -la idea original es de Aristófanes-, procaz -las principales escenas las plasmó Aristófanes-, divertido -Aristófanes escribía comedias y Gurruchaga protagoniza esta bajo la dirección de Magüi Mira- e inacabado, pues parece que a Aristófanes no le dio tiempo a terminarla -fue su última obra- y aunque Emilio Hernández la ha recrecido, tampoco le ha echado el cierre.


Crémilo y Pluto explican el paso del truque al dinero.
 La imagen pertenece a los ensayos, pues en el estreno
desaparecieron las monedas.
(Fotografía de Jero Morales)

El final de 'Pluto' no es abierto. Es difuso. ¿Puede existir una sociedad sin pobres ni ricos? ¿Durante cuanto tiempo? Si todo el mundo tiene el dinero que necesita para comprar lo que desee, ¿quién trabajará para vendérselo?  En una de las escenas se intenta explicar el paso del trueque al dinero, pero a Gurruchaga, al dios del dinero, se le olvidaron -versión del versionador- o se le cayeron -versión del protagonista- las monedas que tendría que haber llevado en la bolsa y todo quedó en una explicación farragosa y deslucida con un pañuelo. A partir de ese momento la obra también cae, y no sólo por el error. Es como si el enredo no tuviese desenlace posible o precisamente debido a que no lo tiene. Así que la música vuelve a apoderarse de la escena y Gurruchaga pone el colofón con otra canción. En el peristilo, todo el mundo quería fotografiarse con él.


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