jueves, 27 de marzo de 2014

El diputado Víctor Casco nació gay


José Joaquín Rodríguez Lara


Víctor Casco, diputado de Izquierda Unida - Verdes en el Parlamento de Extremadura, se ha declarado gay mientras intervenía ante el Pleno de la cámara legislativa extremeña desde la tribuna de oradores. Su declaración se ha convertido inmediatamente en noticia y hasta ha superado los límites de la geografía regional extremeña.


Casco no es el único político homosexual que hay en España, ni tampoco el primero que reconoce públicamente su homosexualidad, pero sí es uno de los primeros, si no el único, que se ha declarado gay durante un pleno parlamentario, en una ocasión solemne, mientras hablaba desde la tribuna y con la seguridad de que todas y cada una de las palabras de su proclama -"Yo soy gay". "Nací gay"- quedarán recogidas para la posteridad, no sólo por los medios de información, sino oficialmente asentadas en el acta de la sesión parlamentaria.


Víctor Casco, diputado extremeño de IU-Verdes.

Tras proclamar su homosexualidad, el diputado de IU añadió que está opción sexual es tan natural en él como sus canas, sus ojos azules, su zurdez y su estatura. Fue la suya una intervención brillante que, además, emocionó a muchas de las personas que la escucharon, pero Víctor Casco no subió a la tribuna de la Asamblea de Extremadura para dejar constancia oficial de su homosexualidad; subió para defender una propuesta de impulso presentada por su grupo parlamentario (IU-V) solicitándole al Gobierno extremeño medidas que protejan los derechos humanos de las personas lesbianas, gais, transexuales y bisexuales. La propuesta fue aprobada por unanimidad del Parlamento.


Su declaración de homosexualidad estaba más que justificada en este caso. Casco defendía los derechos humanos de las personas homosexuales y su anuncio refuerza la contundencia de sus argumentos. Dedicó muy pocos segundos a sí mismo y prácticamente la totalidad de su discurso a las personas homosexuales. Fue la suya una intervención memorable.


No está todavía suficientemente claro el proceso por el que unas personas son heterosexuales y otras son homosexuales, pero sí se sabe, sin el menor género de dudas, que la homosexualidad no se contagia, no se aprende y no se hereda, aunque pueda tener origen genético. Las técnicas de reproducción asistida permiten elegir el sexo del embrión, pero no su inclinación sexual. Al menos hasta ahora. Nadie es homosexual o heterosexual a propósito y, por la misma razón, ninguna persona puede atribuirse el mérito de tener una u otra inclinación sexual. Como máximo podrá asumir la que le haya correspondido y vivir con ella; sea la que sea.

 

Es posible que a partir de ahora asistamos a alguna declaración más de este tipo, pero las llamadas 'salidas del armario', por sí mismas y por muy significativas que sean, no erradicarán los problemas de marginación que todavía sufre el colectivo de las personas homosexuales. La prevención y sanción de las conductas homófobas resultarían medidas mucho más eficaces.


Es más, lo deseable sería que no hubiera más declaraciones de este tipo, que nadie se sintiese obligado a declararse pública y oficialmente homosexual. Y que ello fuera así por la misma razón que las personas heterosexuales no se sienten obligadas a declarar su heterosexualidad. Ojalá algún día deje de ser noticia la discriminación, tanto negativa como positiva, de las personas homosexuales o de cualquier otra opción sexual. Somos mucho más que un color de piel, que un idioma, una ideología, una fe o una opción sexual. Somos seres humanos, aunque en ocasiones no lo parezcamos.

 

jueves, 13 de marzo de 2014

El arte de esparragar


José Joaquín Rodríguez Lara


Reúne el espárrago dos virtudes difíciles de encontrar en una misma verdura: es un deleite para el paladar y una diversión para quien lo recolecta. Me refiero, lógicamente, al espárrago silvestre, tan precursor de la primavera como el celo de los pájaros, la flor amarilla del jaramago o la cartelería de El Corte Inglés.


Tres cosas necesita el espárrago salvaje para prosperar: lluvia, sol y soledad. Y las tres son imprescindibles. El terreno debe tener cierto grado de humedad, la temperatura debe ser primaveral y la esparraguera debe estar al resguardo de miradas codiciosas, tanto si son de animales ramoneadores como si son de personas merodeadoras, pues, de lo contrario, el espárrago terminará en el buche de alguien.


Espárragos negros en su esparraguera.
(Imagen publicada por cocinaconana.com)

Aunque al espárrago silvestre se le suele denominar triguero, no todos lo son; hay distintas variedades. Y los que menos abundan son precisamente los trigueros, que no crecen con el favor del trigo, sino a pesar del trigo y de otros cultivos cerealistas. Las rejas de los arados con los que se siembra el cereal eliminan cualquier forma de maleza sobre la que pasan, así que de su ira sólo se salvan las esparragueras que crecen junto al troncón de una encina, contra una piedra o al lado de una pared, lugares hasta los que el arado no puede arrimar el filo de sus uñas. Si entre las cañas del cereal emerge un espárrago es porque el arado no terminó con la raíz de la esparraguera y brota reclamando su derecho a la existencia.


Los espárragos que crecen al borde del cereal suelen ser negros, no muy grandes ni tampoco gruesos. Pero en lugares cercanos, separados en ocasiones por una simple alambrada, con el mismo tipo de terreno y de clima, pueden crecer, y de hecho crecen, otros espárragos igualmente negros y más gruesos.


Manojos de espárragos verdes.
(Imagen publicada por cazadoresdebolets.wordpress.com)

También hay espárragos verdes en la totalidad de su tallo. Estos suelen alcanzar más altura pues, además de la protección que les brindan sus esparragueras, cuentan con el cobijo de zarzas o de matorrales de otro tipo. Son verdes porque casi no les llega el sol y, por esa misma razón, al crecer para buscar la luz, suelen ser más largos, superando en ocasiones hasta los dos metros de altura.



Espárragos silvestres blancos en su esparraguera.
(Imagen publicada por rodriguezmonte.blogspot.com)

Hay otros espárragos silvestres a los que se denomina blancos, que son de color verde muy claro. Son los brotes de las esparragueras llamadas blancas, por contraposición a las otras, más oscuras, aunque presentan un color ceniciento. Las esparragueras blancas crecen en terrenos no cultivables, suelen ser más bajas y compactas que las negras, se ramifican muchísimo, con un diseño muy intrincado, y tienen pinchos muy duros, grandes y afilados, todo lo cual dificulta la recolección de sus espárragos. Protegen con celo sus brotes -que ese es el significado primigenio de la palabra espárrago-, pero son muy generosas con quien busca espárragos. En las esparragueras negras suele haber cuatro o cinco espárragos como máximo; en cambio en las blancas no resulta extraño encontrar hasta ocho y diez.


Espárragos de caña. Su nombre científico es Tamus communis.
(Imagen publicada por aztekium.blogspot.com)

De todos los espárragos silvestres, el más singular es el espárrago de caña. Se trata de una especie completamente distinta a las citadas hasta ahora. El espárrago de caña es una enredadera que crece entre zarzales u otras plantas a las que se agarra para trepar y carece de esparraguera. Tienen un característico sabor amargo y quienes lo aprecian no lo cambian ni por los espárragos trigueros ni por los blancos ni mucho menos por los espárragos de huerta. Los frutos del espárrago de caña son unas bayas rojas y son tóxicos, lo mismo que su raíz, que es un bulbo de gran tamaño.

 

Con los espárragos negros y con los blancos se forman manojos cilíndricos, a los que se denomina botas, como a los toneles para vino, cuando el manojo es muy grande; botas que el esparraguero lleva con las cabezas de los brotes hacia arriba. Con los espárragos de caña se forman manojos, pocas veces botas, que los esparragueros llevan con las cabezas hacia abajo, pues el tallo del espárrago de caña no tiene suficiente consistencia para mantenerse enhiesto.


Una buena bota de espárragos silvestres verdes.
(Imagen publicada por lacomunidad.elpais.com)

Quien salga a recoger espárragos debe ir preparado para dar largas caminatas, por lugares que no pocas veces entrañan dificultades para el caminante, y estar convencido de que será difícil que no sufra pinchazos en las manos. Es casi imprescindible llevar una navaja o cuchillo pequeño para cortar los espárragos. Salir a buscar espárragos llevando bastón o el clásico cayado del caminante puede resultar más un engorro que una ayuda. Es mejor vestir un pantalón largo, de tela gruesa y fuerte, como unos vaqueros, y un calzado también sólido, preferiblemente botas, pues no pocas veces hay que meter la pierna en la esparraguera para llegar al espárrago.


La recolección de espárragos silvestres invita a madrugar, endurece las piernas y las manos, agiliza la vista y predispone al orden. Aunque no estén marcados los senderos, los recolectores de espárragos suelen realizar casi siempre los mismos recorridos, así que si no se madruga, alguien puede ir por delante y despojando a las esparragueras de sus brotes tiernos. Cuando ocurre esto es mejor desistir y buscar otra ruta.

 

Sensacional bota de espárragos de caña.
(Imagen publicada por zorrocorredero.blogspot.com.es)

Lo primero que se suele ver del espárrago es la cabezuela. Una vez identificada, se busca la base del tallo y se corta, extrayéndolo de la esparraguera con delicadeza para que no se descabece, ya que el ápice es la parte más tierna y apreciada del espárrago. Mientras se realiza esta operación, la vista debe estar ya posada sobre la esparraguera que se inspeccionará a continuación. Y para que la operación cunda debe hacerse con orden y lógica, para no dar pasos sin fundamento ni dejar espárragos sin recoger.


Esparragar es un arte y tiene cierto parecido con el oficio de escribir. Hay que zambullirse en la frondosidad del lenguaje para buscar las palabras adecuadas, las que no han perdido terneza ni están espigadas; es necesario colocarlas con mimo en el manojo, sin atropellarlas ni dejarse letras atrás. Hay que caminar mucho para formar un buen manojo de frases y asumir que los pinchazos serán prácticamente inevitables y mucho más dolorosos que los sufridos en las manos. Y todo ello debe hacerse con el orden y la pulcritud que el arte de esparragar le exige a quien escribe.

 


viernes, 7 de marzo de 2014

Boda creciente y matrimonio menguante


José Joaquín Rodríguez Lara


De las muchas locuras que se suelen hacer por amor, la mayor de todas es casarse. No sólo por lo que cuesta y por las resultas que acarrea, la peor de las cuales es el divorcio, sino también porque la gente suele casarse cuando ya casi ha superado el trastorno del enamoramiento, con sus correspondientes disfunciones psicosomáticas, y la ceniza de lo que fue una hoguera de pasión, de complicidad, de sueños compartidos, empieza a escapársele entre los dedos.

Casarse no es una decisión sensata, es una temeridad. Sobre todo en los tiempos que corren. A las relaciones sexuales sin visos de estabilidad se les llama 'aventuras', pero lo verdaderamente aventurado es estabilizar la relación, casarse. Nunca se sabe como se va a estar en el nuevo estado. El humorista, dibujante y comediógrafo Antonio Lara de Gavilán, más conocido como Tono, (Jaén 1896 - Madrid 1978) decía del matrimonio que es una cruz tan pesada que hay que llevarla entre tres.

El matrimonio ha perdido mucha de su singularidad; ha dejado de ser un destino compartido hasta la eternidad y ya no está de moda. Seguramente porque ha desaparecido la invencible presión familiar, la social y hasta la administrativa, al tiempo que la religiosa ha perdido fuerza, poderosas sinrazones que, hace años, empujaban irremediablemente hacia el casamiento. Ahora, no; ahora, hasta los padres más recalcitrantes admiten que su hija, casi una adolescente, pero toda una mujer mayor de edad, se vaya a vivir con su pareja sin antes contraer nupcias. Incluso se lo aconsejan.

Barbie, que es una chica muy moderna,
 se ha casado varias veces. Siempre con vestido nuevo
 y, eso sí, siempre con su amado Ken.
(Imagen publicada por vintagedarko.blogspot.com.es)
Pues aunque el prestigio social del matrimonio se encuentre en franco retroceso, las bodas continúan de plena actualidad. Y cada día son más rumbosas y largas. Da la impresión de que más que el matrimonio, lo que a la gente le gusta es casarse, el jolgorio del enlace. Esta puede ser una de las razones por las que, cada día, el personal se casa más veces y los matrimonios duran menos. Una vez que se le ha perdido el miedo al trampolín, lo divertido es tirarse de cabeza una y otra vez.

Y es que una boda y un matrimonio tienen muy pocas cosas en común. Entre una boda y su consiguiente resulta matrimonial hay más diferencias que entre la portada de un libro y su contenido y que entre la carátula de un disco y la música que contiene.

Para los católicos, el matrimonio es un sacramento y la Iglesia asegura que le da a los esposos una protección y una fuerza especiales hasta que la muerte los separa. La fe lo aguanta todo, pero a pesar de la protección y de la fuerza que aporta el santo sacramento del matrimonio, los católicos de clase baja y media también se divorcian, y los de clase alta o pudientes, si se empeñan, consiguen que la Iglesia les anule el matrimonio. Es decir, no se divorcian, pero se descasan y aquí no ha pasado nada.

Para muchas parejas que conviven maritalmente, el matrimonio, tanto el civil como el religioso, sólo es 'un papeleo', un trámite administrativo al que algunas personas se someten cuando tienen hijos en común o comparten alguna otra razón de peso. Esas parejas buscan en el matrimonio la poca protección y seguridad administrativa que todavía tiene en exclusiva el trámite casamentero, ya que para  los jueces, tanto monta, monta tanto un papel como un concubinato. Pues a pesar de que se trata de un simple 'papeleo', de un contrato con cláusula de caducidad, son pocos los contrayentes que renuncian a la celebración nupcial, con ceremonia, vestidos, flores, lectura poética más o menos cursi, lagrimita, banquete, baile y viaje de recién casados.

Un dineral, pues una boda, por muy modesta que sea, se pone en un pico. El coste medio de un enlace nupcial en Extremadura es de 17.537 euros, según un estudio realizado por la Unión de Consumidores. Cualquier boda se podría hacer con menos dinero, y de hecho se hacen, pero la gente no está por la labor de ahorrar en según qué cosas. Los diseñadores de moda nupcial lo saben y siguen tuneando el viejo vestido, blanco y radiante, de la novia, una prenda que, sin ser de alta costura, puede llegar a costar más de 4.000 euros y ¡sólo se utiliza durante unas pocas horas! 

Seda, gasas, tules, organdí, lamé, encajes, chantilly..., el mayor de los dispendios nupciales no sobrevive a la noche de bodas, pero qué se puede hacer cuando a la novia le hace tanta ilusión casarse con ese precioso vestido de brocado. Como en sus tres bodas anteriores. Eso sí, vuelve a estar guapísima. Se ve que ya le tiene muy cogida la medida al personaje. De hecho, no hay una mujer que esté fea el día de su boda. Ni tampoco tres bodas después.

sábado, 1 de marzo de 2014

La risa, la máscara, el disfraz, el artefacto
y el desfile de Carnaval *

José Joaquín Rodríguez Lara


Algunas de las muchas funciones que tienen los carnavales me resultan particularmente interesantes.


Miguel Ángel Rodríguez de la Calle, concejal
de Ferias y Fiestas del Ayuntamiento de Badajoz,
con el cartel que anuncia el Carnaval pacense del año 2014.
(Imagen publicada por Digital Extremadura)
La primera de ellas es la subversión, término que el diccionario define como acción y efecto de "trastornar, revolver, destruir, especialmente en lo moral". El carnaval se inventó para volver del revés al mundo, como se vuelve del revés un calcetín, para trastocar la realidad y burlarse de ella, adentrándose en la urdimbre y en los misterios del paño social. Esa es la razón por la que, aprovechando el carnaval, las señoras se visten de chachas; los plebeyos, de reyes; las ingenuas, de pícaras; las pícaras, de diablas; los adultos, de niños; 'Los Niños', de murgueros en año sabático; los descreídos, de obispos; los varones, de hembras; los apocados, de héroes; los animales, de personas; las personas, de animales y los responsables de la Federación de Asociaciones Locales del Carnaval Pacense (FALCAP), de cerradores de comercios.

Otra función muy importante del carnaval es el derroche de la alegría. Si no hay alegría no hay carnaval. Y no se trata simplemente de procurar ser feliz durante unos días, que también, sino de hacer felices a los demás. Lo difícil, a veces, es evitar que la propia alegría cause tristeza ajena, pero que se le va a hacer.

Igualmente me atrae la creación de mundos ficticios, de personajes imposibles, que conlleva todo carnaval; tanto si se trata de un carnaval abierto, como es el de Badajoz, como de un carnaval tradicional, perfectamente pautado, como el Peropalo, de Villanueva de la Vera. El carnaval es el bar de 'La Guerra de las Galaxias' en la feliz hora de la hora feliz: hay de todo.

Por último, en este breve listado de las funciones benéficas del carnaval, debo incluir el carácter de amalgamador social que tiene la cita carnavalera, una fiesta que involucra a toda la población, pues si estás en una ciudad que celebra los carnavales -y Badajoz los celebra por todo lo alto-, o disfrutas del carnaval o no puedes librarte de él.

El carnaval también se caracteriza por la crítica, pero en mi opinión es su faceta menos importante, porque en una democracia no es necesario disfrazarse para criticar al poder. Además, la crítica del carnaval no sobrevive al entierro de la sardina, es una simple chanza, no se toma en serio y pocas veces corrige las anomalías que caricaturiza. Eso sí, el personal se ríe mucho y se olvida durante un rato del perjuicio que le causan los protagonistas de la crítica.

Para la realización de sus benéficas funciones, el carnaval, la gente carnavalera, se sirve de elementos que presentan diversos grados de complejidad. Estos son algunos de ellos:


La risa.-

Anatomía de la risa. 
(Imagen publicada por http://www.k2internacional.com/blog)
La risa es la moneda oficial del carnaval, la regla con la que se mide el éxito de la fiesta, la bandera que ondea en el mástil del estado de ánimo. Sin risa, sin alegría, no hay carnaval. La risa es un antifaz sin gomas; es una declaración de intenciones sin palabras; es una máscara fonética. La risa es sana, pero también puede ser falsa, sardónica, nerviosa, bobalicona, cruel... En un carnaval nudista, la risa sería la única pieza del disfraz.


La máscara.-

Máscara del carnaval veneciano. 
(Imagen publicada por www.catai.es)
La máscara es un contrasentido, ya que nos oculta el rostro, pero nos descubre las intenciones. La máscara es más que la cara; es una prótesis del ánimo; es una faz ortopédica. La máscara es un rictus disecado, una expresión momificada. La máscara es el burladero de la burla; detrás de ella se esconden quienes quieren participar de la fiesta, pero tienen miedo a dar la cara y sólo dan la careta. Aunque sea barata, la máscara suele tener mucho más valor que quien se esconde tras ella.


El disfraz.-

Niños presos en un disfraz coral. No sólo comparten
un uniforme despersonalizado,
sino que hasta han sido estigmatizados con el mismo número,
 como si en vez de una banda fuesen un solo recluso. 
(Imagen publicada por elenaperlati.blogspot.com)
El disfraz nos viste por fuera y nos desnuda por dentro, es una segunda piel, tan nuestra como la primera, pero no encierra ni aísla. La máscara es una muralla defensiva, pero el disfraz es una puerta entornada, un puente hacia cualquier orilla, un balcón abierto a la fiesta. El disfraz individual nos sitúa en el contexto, nos convierte en personajes sin borrarnos como personas. El disfraz aporta matices a nuestra personalidad, pero en el disfraz con máscara, la máscara se apodera del disfraz y lo anula. Un disfraz nunca está demasiado visto; en todo caso, estará algo ajado y será conveniente procurarse uno nuevo. Hay carnavales, como el de Venecia, en el que predomina la rigidez de la máscara y por ello los disfraces son fijos un año tras otro, porque la persona importa menos que el personaje. Mas, nadie osaría decir que están muy visto el personaje de arlecchino, el de colombina o el de pierrot. Un único disfraz puede contener a varias personas -se han dado casos- y varias personas pueden desfilar con el mismo disfraz, un disfraz único, coral. A los corales marinos les pasa lo mismo: son pólipos, seres individuales que comparten un disfraz común que les sirve de vivienda y, a la vez, de esqueleto. Un inconveniente del disfraz coral, tanto si tiene varios ocupantes, como si es el uniforme de una tribu o está bajo el mar, es que exige mucha coordinación de movimientos y, a la larga, puede resultar pesado. Sobre todo, si no te gusta y sólo te has metido dentro de él por exigencias del guión.


El artefacto.-

Artefacto individual colectivamente articulado
al que no le falta emoción
ni inclinación ni tampoco el detalle de un pezón
que se escapa por el escote. (Imagen publicada
por xculpadeloscarnavales.blogspot.com)
El artefacto es el disfraz llevado al extremo; es el arrecife de una comunidad carnavalera. Los artefactos pueden ser articulados, inarticulados, con ruedas, sin ruedas, con barra libre o sin barra libre, de uso restringido o público. Los hay de muchos tipos. Básicamente, un artefacto es un disfraz que se puede aparcar. Si el artefacto no se puede aparcar y hay que llevarlo siempre encima, entonces no es un artefacto, es un complemento. Por ejemplo, el monedero; o la petaca con güisqui. Hay artefactos muy 'ponibles' y muy ligeros, como un bolso, ya sea de señora o de caballero. Y otros que son muy pesados y nunca se sabe bien donde ponerlos. Por ejemplo, a la persona que sale de carnavales con un bolso. Ya sea una señora o un caballero. Un artefacto nunca está muy visto y jamás pasa de moda, aunque no pase la ITV. En todo caso se quedan anticuadas las pegatinas, las banderolas, los farolillos y los ocupantes del artefacto. Las buenas bebidas no suelen caducar y los hierros no pierden actualidad. Los dientes, tampoco. Con los hierros y con los dientes del penúltimo concurso de murgas siempre se podrá hacer un 'corrá, opá'. Vamos, el año pasado estaba casi hecho y 'Los Espantaperros' ganaron la Liga de Campeones. Este año su 'corrá' no era de hierro y ya hemos visto que ha sido distinto. Pero bien.

El desfile.-

Las comparsas visten sus mejores galas y desfilan
 ante las miles de personas que llenan las calles de Badajoz.
 (Imagen publicada por www.elperiodicoextremadura.com)

El desfile es la pasarela del carnaval, el acto que atrae a más artistas y a más espectadores. Es un espectáculo. Tan importante como el concurso de murgas, tan callejero como el entierro de la sardina, pero con más colorido y con muchísima más imaginación. A pesar de sus murallas, Badajoz es una ciudad abierta y eso se nota en el carnaval y, especialmente, en un desfile que atrae a muchas agrupaciones de otras localidades y a miles de visitantes. El desfile es el río multicolor del carnaval pacense, el cauce en el que confluyen todos los afanes carnestolendos. El carnaval se entrega a la ciudad y la ciudad se entrega al carnaval durante el desfile. Es una entrega por amor, un ayuntamiento sin interés, puro gozo. ¿Y hay que cerrar el comercio para gozar? Creo que no. Los comerciantes tienen derecho a abrir, porque lo dice la ley. Tratar de imponer el cierre del comercio -y digo imponer, no convencer-, desde posturas maximalistas no es defender el carnaval, es traicionarlo. Porque el carnaval es libertad y respeto y al tratar de imponer el cierre de los establecimientos, en vez de llegar a acuerdos, no se subvierte la realidad, sino que se socava la libertad y se pierde el respeto. Las aspiraciones de unos, por muy bienintencionadas que sean, no deben imponerse a las leyes de todos. No se debe adoctrinar a la fuerza, ni obligar a la fuerza a que te digan que te quieren, ni cerrar los comercios que deseen abrir, como si el carnaval, en vez de una fiesta popular libre y exitosa, fuese una manifestación sindical condenada al fracaso. Un desfile de carnaval con el comercio abierto debe atraer a más visitantes que si se cierran los establecimientos porque hay desfile. Y una mayor afluencia de visitantes es buena para el comercio, para la ciudad y, por supuesto, para el carnaval y los carnavaleros.

*Artículo escrito para la revista de Carnaval del Ayuntamiento de Badajoz del año 2014.