martes, 15 de octubre de 2013

La política, esa cosa


José Joaquín Rodríguez Lara

Parece que fue el canciller Otto von Bismarck quien dijo que la política es un arte de lo posible. El primer ministro prusiano fue uno de los políticos más notables que ha dado Europa, pero la política ya no es lo que era entonces. Cada día tiene menos de arte, aunque sigue siendo un espectáculo. La mayoría de las veces parece un circo, por lo mucho que se insiste en el 'más difícil todavía', sea posible o no lo sea. 

'Seamos realistas, pidamos lo imposible' es una de las consignas más contundentes del Mayo del 68, del Mayo Francés. Ha pasado casi medio siglo, 45 años, y la frase mantiene la contundencia de los adoquines que los estudiantes galos utilizaron como armas arrojadizas contra la Francia de Charles De Gaulle.

Ejemplos sobre lo posible y lo imposible no faltan en la política nuestra de cada día. Y no hay que ir a París para encontrarlos. En el pleno que celebró el Parlamento de Extremadura el día 10 de octubre hubo dos casos claros.

Pedro Escobar, coordinador regional de Izquierda Unida, defendió ante la Cámara una propuesta de impulso para que los pacientes no tengan que pagar los medicamentos que se les dispense en los hospitales públicos de la región. Como portavoz del grupo parlamentario IU-Verdes-SIEX, Escobar instaba al Gobierno del popular José Antonio Monago a oponerse, en el Consejo Interterritorial de Salud, y a rechazar el copago de esos medicamentos. Le pedía, también, que se comprometiese a buscar fórmulas para que los pacientes tratados en los hospitales extremeños no tengan que pagar las medicinas que reciben mientras están ingresados.

Escobar defendió su propuesta de impulso con vehemencia, pues la sanidad es para IU uno de los componentes fundamentales de los derechos ciudadanos. Miguel Cantero, portavoz parlamentario del PP, no contradijo los argumentos de IU y le respondió con una enmienda transaccional que eliminaba la referencia al Consejo Interterritorial de Salud, es decir, a la política sanitaria nacional, y aceptaba el compromiso de buscar soluciones domésticas para los pacientes extremeños.

Tras realizar consultas con su grupo y otras negociaciones, Escobar optó por el arte de lo posible, que habría dicho el canciller Otto von Bismarck, y aceptó la enmienda del PP. A continuación explicó el porqué la aceptaba: estaba dispuesto a renunciar al envoltorio de su iniciativa si con ello lograba que los pacientes extremeños no tengan que pagar los fármacos que se les administra en los hospitales, pues es eso, en definitiva, lo que le había movido a presentar la propuesta de impulso.

Llegó la votación y lo que inicialmente hubiese originado el rechazo del PP contó con el voto favorable de los populares. La propuesta de impulso de IU-Verdes-SIEX se aprobó por unanimidad, pues el PSOE y el PREX-CREX también la apoyaron.

La famosa escena del balcón municipal: 'como alcalde vuestro que soy os debo
 una explicación y la deuda histórica que os debo no os la voy a pagar
como no os pongáis de acuerdo', decía la autoridad.
(Fotograma de la película de Luis García Berlanga ¡Bienvenido mister Marshall'.
De izquierda a derecha, Joaquín Roa, el pregonero,
Pepe Isbert, el alcalde, y Manolo Morán, el representante de la artista.)

Poco después se debatió una propuesta de pronunciamiento de la Cámara, presentada por PREX-CREX, para que el Estado le abone de una vez a Extremadura la deuda histórica. Se encargó de defenderla el diputado por Cáceres Damián Ramón Beneyto Pita, que insistió en que lo que necesita Extremadura no es que le paguen unos cuantos de millones de euros por la deuda histórica, sino que ese pago tenga la dimensión de un auténtico plan Marshall que reactive de una vez y para siempre a la región. No un plan Marshall de película, sino uno de verdad.

Su intervención tuvo calado y desde todos los escaños se le escuchó con atención, lo que no es poca cosa en un Parlamento en el que es más fácil que te voten los contrarios a que los tuyos te escuchen en silencio. Tras las diversas intervenciones llegó la votación y hubo empate a 31 votos presenciales más sendos votos (del PP y del PSOE) delegados. Para deshacer el empate, el presidente del Parlamento, Fernando Manzano, dio paso a una segunda votación en la que se repitió el resultado: 32 votos a favor de la propuesta y 32 votos en contra. El presidente de la Asamblea aplazó la tercera y definitiva votación, pero cuando llegó se repitió el resultado, 32 a 32, por lo que la propuesta decayó. Tres golpes de votos tuvo y se murió de perfil, que habría dicho Federico García Lorca si se hubiese dedicado a la crónica parlamentaria en vez de a hacerle versos a Antoñito el Camborio.

Lo que no puede ser no puede ser y, además, es imposible. Si los representantes de pueblo extremeño no se ponen de acuerdo sobre cuánto le debe el Estado a Extremadura, ¿cómo se lo va a pagar?

En ninguna de esas tres votaciones estuvo presente Alejandro Nogales, diputado de IU, que, antes del debate y tras comunicárselo a su grupo, había salido del hemiciclo por un problema personal. Después de la votación y a través de las redes sociales, diputados del PSOE pusieron en duda de forma maliciosa las razones por las que Nogales había abandonado el pleno. IU exigió disculpas y explicaciones por esos comentarios.
 
La presencia de Nogales hubiese deshecho el empate, pero mire usted, la solución no está en ganar o perder la votación de esa propuesta de pronunciamiento, sino en ponerse de acuerdo, con urgencia y sensatez, sobre algo que es muy importante para Extremadura y para todos y cada uno de los extremeños, que, en cuestiones económicas, necesitan una política que sea el arte de lo posible y no el más difícil todavía. 

¿Recuerda usted la escena de la película 'Bienvenido mister Marshall', de Berlanga en la que los vecinos de Villar del Río hacen cola para pedirle vacas y tractores a los americanos? Ellos sabían al menos lo que querían, ¿y qué recibieron?



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