domingo, 22 de septiembre de 2013

Palabras bonitas


José Joaquín Rodríguez Lara


Las competiciones de belleza también han llegado al diccionario y cada año se elige la palabra más bella del decir castellano. Entre las candidatas suelen estar expresiones como madre, amor, libertad... Son términos hermosos, pero no por el continente, sino por el contenido. En ellas no resalta el significante, sino el significado. Son como muchas prendas de la moda que desfilan sobre las pasarelas: si le sacas a la modelo que llevan dentro, las telas se quedan en nada. La palabra amor no es más bella que el término odio. De hecho, si amor significase odio y odio significara amor, sería el odio y no el amor el que competiría por la corona de la beldad.


Hay palabras feas que dicen cosas hermosas. Y palabras hermosas con significados más bien feos. Egoísmo es una palabra bonita con un significado poco agraciado. Pero al menos no es una palabra engañosa, pues pone el ego por delante, va de frente. Solidaridad, en cambio, es una palabra fea y difícil de pronunciar con sílabas (so-li-da-ri-dad) que se arrastran por la garganta como una cadena de espinos, pero alberga un significado que el común de los mortales tiene en más estima que a la propia justicia. Así nos va, claro. Además, solidaridad es un término engañoso, pues empieza sonando a solo y nunca llega a dar sensación de verdadera solidez.


¿Hay piloto más delicado y atractivo que un ratón ciego?
(Imagen publicada por ecologíaverde.com)

Una de las palabras más bonitas del castellano es murciélago. Además de contener las cinco vocales de la lengua castellana, murciélago es el nombre del único mamífero que vuela por sí mismo. Y por si eso fuera poco, murciélago significa ratón ciego. Si las películas de Drácula no le hubiesen hecho tanto daño a la imagen del murciélago, este piloto nocturno y esdrújulo, que viste capa y gasta radar, se reiría del mundo.


Hay nombres propio casi en desuso que encierran una gran belleza, a pesar de que a poca gente le gustan. Ahí están Regina (reina), Eugenio (bien nacido), Eulogio (de buenas palabras), Evaristo (el mejor entre los mejores), Filomena (ruiseñor, que ama la música), Virginia (virginal), Teodoro y Dorotea (que a Dios adora y que adora a Dios), Clemencia y tantos otros.


En el concurso de Miss Palabra más Bonita sobresalió una vez la damajuana. Es una palabra muy hermosa, una expresión redonda, oronda, de cutis terso y brillante, generalmente de color verde aceitado. Parece casi una palabra lorquiana. Hace años, en cada casa había al menos una o dos damajuanas; la damajuana del vino, la del aceite, la damajuana de las aceitunas... Para protegerlas se las vestía con enaguas y pololos hechos a mano; de esparto, de cuerda, de mimbre, de caña, de madera, de lona y, cuando finalmente arreció el declive de las fibras naturales, con prendas prêt-à-porter, de plástico.


Damajuanas de arroba, de media arroba y de cuarto
tomando el sol sin enaguas ni pololos.
(Imagen publicada por todocolección).
Independientemente de su uso, las damajuanas domésticas eran pulcras y honestas vasijas, ajenas a la propensión al vicio imperante entre las que se usaban en las bodegas y a las que, en vez de damajuana, se las llamaba garrafa. Ya ve usted, que nombre tan vulgar y feo: garrafa. Palabra de tan poco fiar como su vástago, el garrafón.


La damajuana desprende generosidad, cordura, afecto; evoca otros ritmos, otras luces, otros afanes. A todo ello se suma el hecho de que sea una palabra compuesta: (dama)(juana). No es la única a la que esta característica le da un empaque especial. Por ejemplo, (para)(guas) es otro monumento lingüístico. Ignoro si paraguas significa que para el agua o que es para el agua, pero ahí está ella, todo un milagro de ingeniería fonética. Ocurre lo mismo con (vierte)(aguas), ese tejadillo que protege de la lluvia a los alféizares, las ventanas y las puertas.

¿Y qué decir de reanudar? Cada día reanudamos cientos, miles, millones de asuntos y nadie cae en la cuenta de que los estamos atando, (re)(anudando), para seguir tirando del cabestro y llevarlos a donde queremos.

Además de hermosas, damajuana, paraguas, vierteaguas y reanudar son palabras muy descriptivas, aunque, eso sí, se quedan en nada ante el término (aspa)(viento). Aspaviento no es una palabra, es un vídeo demostrativo, un documental fonético sobre los manotazos que le dan al aire algunas personas para expresar su espanto, admiración, pesar o cualquier otro sentimiento. Cuando Don Quijote espoleó a Rocinante y se lanzó, lanza en ristre, contra el colosal enemigo manchego, no cargaba contra gigantes ni tampoco contra molinos, fueron (aspa)(venteros) los que desataron su ira, insoportables aspaventeros.

Luego están las expresiones que no son bellas ni por el contenido ni tampoco por el continente, sino por su musicalidad. "..un no sé qué que quedan balbuciendo." dice uno de los versos más famosos del 'Cántico espiritual' de San Juan de la Cruz. Si se es un genio, como lo fue el místico abulense, se puede hacer poesía grandiosa con palabras muy sencillas. Otros poetas prefieren la sofisticación y recurren a ritmos más sugerentes, como, por ejemplo, el (mar) de (Már)(mar)a, que se encuentra en Turquía, entre el mar Negro y el mar Egeo y cuya mera evocación le pone misterio a cualquier poema.

Parteluz en la fachada de una casa mudéjar, en Cáceres.
(Imagen difundida por Cofrades,
publicación digital sobre la Semana Santa)
En una calle de (Salva)(tierra) de los Barros, nombre tan bonito como los de (Barca)(rrota) y (Salva)(león) había dos bares -y muy pronto tal vez no quede ninguno- de nombres casi tan eufónicos como el mar de Mármara; uno era el (bar) (Bar)neto y el otro es el (bar) (Bar)celó. Alguna vez tuve la tentación de uncir sus nombres en un verso, pero luego comprendí que hacerlo hubiese sido una (bar)(bar)idad.

(Imagen publicada por
cociepsi.blogspot.com)












Por eso me conformo admirando la belleza conceptual, fonética y musical de la palabra (be)(bé). Aunque, para curarme de ella, me deleito con (parte)(luz), término que nombra a esa columnilla, generalmente de mármol, que divide verticalmente el escarpado hueco de algunas ventanas. Confieso que no sé si el parteluz parte la luz, es decir, el hueco de la ventana, o parte la luz que entra por el hueco de la ventana, pero, en cualquier caso, con su elegancia y simplicidad, el parteluz es una maravilla del castellano y, por supuesto, de la arquitectura. Una bonita palabra entre tanta palabra bonita.

miércoles, 18 de septiembre de 2013

Lo que nos hace humanos


José Joaquín Rodríguez Lara


"El chimpancé común (Pan troglodytes) y el Homo sapiens tienen una secuencia genética casi idéntica; la similitud es del 98,8%. Hace unos 6 millones de años, ambas especies tuvimos un antepasado común encaramado en algún árbol de África. Sin embargo, de qué forma tan drástica se manifiesta esa pequeña diferencia del 1,92% entre el chimpancé y los seres humanos.


La cantante norteamericana Kate Perry y el chimpancé
Buzo. Entre sus genes sólo hay pequeñas diferencias.
(Imagen publicada por noticiariodiario.com.ar)
De todas las habilidades, capacidades y órganos que caracterizan a las personas, ¿cual será la que las hace verdaderamente humanas, la que nos diferencia radicalmente del Pan troglodytes? ¿Qué gota del genoma fue la que colmó el vaso y nos llevó desde el árbol hasta las estrellas?

¿Qué es lo más humano que tenemos? ¿El bipedismo, la capacidad de andar erguidos sobre los pies? Los chimpancés y otros simios también lo hacen. Incluso los suricatos y los lémures se yerguen sobre sus extremidades inferiores. Con entrenamiento, hasta los perros son capaces de andar a dos patas; incluso bailan.

¿Lo verdaderamente humano es la capacidad de hablar, de comunicarnos con nuestros semejantes? Hasta hace muy poco tiempo se pensaba que solo el Homo sapiens, el cromagnon, podía hablar y que ninguna de las especies que le precedieron en el árbol evolutivo -lo de la cadena se ha quedado algo anticuado- podía articular palabras; ni siquiera a los neardentales, la especie humana más parecida a la actual, se le reconocía 'el don de la palabra'. Los fósiles parecen demostrar lo contrario. Los neardentales tenían un oído como el nuestro y de ello se deduce que también oían y hablaban como lo hacemos nosotros.

Además, todos los animales se comunican y la mayoría de ellos lo hace emitiendo sonidos; por lo tanto, hablan. Recientemente se ha descubierto que los delfines emiten sonidos especiales que identifican a cada individuo con un nombre propio.

Este galán del paraíso no adorna el nido, decora su apartamento de soltero,
en tonos rosas, para atraer alguna pareja. (Imagen publicada por barrameda.com)
Sí, pero aunque se comuniquen no pueden fabular o crear arte, tal vez esté pensando usted. O ellos no pueden hacerlo o nosotros no podemos apreciarlo. Hay aves que construyen recintos profusa y elegantemente adornados con el único propósito de seducir a las hembras. ¿Hay un atisbo de arte en esa conducta? Las aves de canto, ¿entonan canciones de amor o solo hablan de la calidad del alpiste?

¿Tenemos las personas mejores sentimientos que los animales? Creo que no. El celo que ponen las hembras del reino animal en el cuidado, la defensa y la educación de sus crías no es inferior al de las mejores madres humanas. La camaradería, la fidelidad, la ayuda que se prestan algunos animales entre sí no tiene nada que envidiar a la existente entre las personas.

Entonces, ¿qué es lo que nos diferencia? Alguien dirá: nos diferencia el hecho de que las personas tenemos alma, un alma inmortal. Es una posibilidad, pero dado que el alma no se ve, ni se puede pesar ni medir y, supuestamente, es un regalo divino, ¿por qué no iban a tener alma los animales surgidos del mismo proceso creacionista? ¿Qué pecado han cometido los animales que no hayamos cometido las personas? Desde luego, no el de la soberbia y el egocentrismo.

Seguramente el misterio de la humanidad no esté en ese 98,8% de dotación genética que compartimos con el chimpancé y no con otros animales, sino en el otro 1,92% que no compartimos y en las manifestaciones del conjunto del genoma. Habitualmente apreciamos grandes diferencias entre los animales y los seres humanos y, tal vez, el secreto no esté en las grandes diferencias, sino en las pequeñas.

(Imagen publicada por es.platinumplaycasino.com)
Dos hermanos mellizos, con el mismo padre y, por supuesto, la misma madre, concebidos en el mismo instante, pueden ser muy distintos, incluso cuando son del mismo sexo. ¿Por qué, si ambos tienen la misma dotación genética? Porque sus genes, aunque sean idénticos, se expresan de forma distinta.

Es como si llenamos con dados dos cubiletes o dos vasos idénticos. El número de dados que hay en un vaso es igual al que hay en el otro y todos los dados son iguales, en su tamaño, peso y en sus caras. Lanzamos sobre el tapete de la mesa de juego los dados de un vaso y tomamos nota de lo que ha salido en el conjunto de las caras de los dados que han quedado mirando hacia arriba; anotamos la jugada, en definitiva. Retiramos esos dados y lanzamos sobre el tapete el contenido del segundo vaso o cubilete.

Conociendo el número de dados que hay en cada vaso y sabiendo que cada dado tiene seis caras, cualquier matemático podrá calcular las posibilidades que hay de que el resultado de la segunda jugada sea igual al de la primera, que los dos hermanos, que comparten la misma dotación genética, sean idénticos. Uno, que no es matemático, se atreve a asegurar que las posibilidades de repetir la jugada son escasas; aunque los dados sean pocos y se lancen varias veces seguidas.

Si en lugar de cinco dados, como se hace habitualmente en el juego, se meten en cada vaso los 27.000 genes correspondientes a la especie humana, la posibilidad de conseguir dos jugadas idénticas es prácticamente imposible. Entonces, ¿por qué hay mellizos que son gemelos, idénticos o casi? Porque comparten los genes de un mismo vaso, no de dos cubiletes distintos. En los gemelos, una vez que comenzó la división celular, el óvulo fecundado por un espermatozoide se dividió en dos partes iguales y cada una de ellas dio origen a un gemelo. Por decirlo así, aunque sean dos individuos independientes y dos jugadas idénticas, son el resultado de una sola tirada con el cubilete de los genes.

Si dos personas que tienen la misma dotación genética pueden ser muy diferentes, ¿cómo no van a serlo individuos de especies que no tienen la misma dotación aunque compartan la inmensa mayoría de su mapa genómico? Y de todas esas diferencias que, para el común de los mortales, resultan tan evidentes, ¿cual es la que nos hace humanos?

Ninguna de ellas en especial y todas y cada una de ellas en su conjunto. ¿Es humana una persona que no puede mantenerse en pie? Sí, lo es. Y si, además de no poder caminar, tampoco puede hablar, ¿también es persona? Sin duda que sí. ¿Y será persona aunque, además de no andar ni hablar, tampoco pueda expresar sus sentimientos ni razone ni tenga memoria ni sienta dolor ni alegría o carezca de cualquier otra característica común entre los seres humanos? Por supuesto que lo será.

Así que no existe la gota que desbordó el vaso de la animalidad y nos hizo seres humanos. Somos personas por multitud de virtudes y, también, de carencias. Por muchas más de las que se citan en este artículo. Por todas y cada una de las gotas, de los dados, de los genes, que entraron en el vaso. Compartimos numerosas características con otras especies del reino animal, al caminar, al comunicarnos, al respirar, al presentir el peligro, al mirar, al oír... pero en unos casos las hemos mejorado y en otros hemos retrocedido. Es un conjunto de pequeñas diferencias, de matices, que en eso consiste la evolución; no se pasa de antílope a jirafa en una tarde. La humanización no estriba en un cambio trascendental, sino en la suma de muchos cambios trascendentes. No existe la gota que nos humaniza, sino que hay millones de gotas que nos hacen ser como somos. A lo más que podemos llegar es a elegir aquella virtud, habilidad, capacidad o carencia que, en nuestra opinión, mejor expresa lo que en general se entiende por humanidad.

Por encima del bipedismo, por delante del habla, de la risa y del llanto, de los sentimientos, de la capacidad de fabular y de cualquier otra virtud, habilidad o carencia, yo elijo la mano; señalo a la mano como el símbolo de la humanidad. Bien cierto es que los chimpancés, los gorilas, los orangutanes, las nutrias, las ardillas y otros animales también tienen manos y una gran destreza digital, pero ninguno de ellos se acerca -esa es la pequeña diferencia- a las habilidades de la mano humana.

(Imagen publicada por edukanda.es)
La mano que acaricia, que desgarra, que pinta, que teje, que cocina, la mano que saluda, que golpea, que sujeta, que empuja, la que esculpe, la que moldea, la mano que construye, que destruye, las manos de la partera y las del sepulturero, la mano que siembra, la que recolecta, la mano que da y que también quita, la que ayuda, la que roba, las manos que expresan lo que se pretende ocultar con las palabras, la mano que señala el camino y la que lo cierra, las manos que escriben este artículo y las que cabalgan por el teclado para leerlo, las manos que hablan y llevan la palabra a los ojos de quienes no pueden oír, las manos que distinguen a la mujer del hombre, a un agricultor de un alfarero y a un pianista de un militar, las manos que dan la mano y las manos capaces de construir manos mecánicas para quienes carecen de manos, todas las manos, todas, que cantaba Mercedes Sosa, tus manos, sus manos, todas las manos...

No son solo las manos las que nos hacen humanos, pero sí son las herramientas con las que hemos construido y estamos deconstruyendo la humanidad, con todas sus virtudes, habilidades, capacidades y, también, carencias.

- La solidaridad prolifera sobre el cadáver de la justicia.


sábado, 14 de septiembre de 2013

El arco extremeño y sus claves

José Joaquín Rodríguez Lara


Y don Pedro Escobar, portavoz de Izquierda Unida en el Parlamento de Extremadura, aplaudió a su señoría don Víctor Casco, su compañero de travesía. El aplauso, además de una anécdota parlamentaria, que debería hacerse constar en acta, es algo nunca o poquísimas veces visto en la cámara legislativa extremeña. Los diputados de los demás grupos parlamentarios se aplauden, se jalean, se felicitan de viva voz durante los plenos... Lo hacen constantemente. Los de IU, no. Los tres diputados de IU, o no se quieren o guardan estas muestras de afecto para la intimidad.

En cualquier caso, el diputado Víctor Casco se mereció el aplauso; el de su compañero de bancada y el de todas sus señorías. Sin judíos en la costa, sin israelíes que le soliviantasen en las inmediaciones, Casco subió a la tribuna de oradores en su versión 'doctor Jekyll' y realizó una intervención que por lo sensata y pastueña no sólo hubiese horrorizado a 'míster Hyde', sino también al propio Víctor Casco, en el caso de que se hubiese liado la toca palestina a la cabeza, la bien lucida kufiyya.

El puente de Alcántara, la maravilla de Cayo Julio Lacer
 (años 104-106), y que sigue asombrando al mundo.
(Imagen bajada de Internet)
Escobar le premió desde el escaño con media docena de sentidas palmadas que subrayaron la calidad de la pieza oratoria del doctor Víctor Jekyll y en el hemiciclo quedó flotando un tenue celaje de emoción. La cultura es lo que tiene, que a veces se gestiona bien y -algo inaudito- hasta el PSOE felicita a la consejera de Cultura por el éxito del último Festival de Teatro Clásico de Mérida. Lo del aplauso ocurrió durante la exposición de la primera propuesta de impulso que se defendía y se votaba en el primer pleno del nuevo periodo de sesiones parlamentarias. El grupo IU-Verdes-SIEX instaba al Gobierno de Monago a hacer lo que sea necesario para que el maravilloso puente romano de Alcántara sea declarado Patrimonio de la Humanidad, así como a tomar medidas para conservarlo. La propuesta de IU fue aprobada por unanimidad de los presentes y, también, de la ausente doña María Isabel Gil Rosiña, diputada del PSOE alejada del hemiciclo por su reciente maternidad, que había delegado el voto en el diputado Valentín García, portavoz del grupo socialista.

Fue la primera vez, no es anecdótico y, además, consta en acta, que una diputada o diputado ausente vota por delegación en un pleno de la Asamblea de Extremadura, y también la primera oportunidad en la que un parlamentario raso tiene voto de calidad. El honor le ha correspondido en esta ocasión a un diputado con pinta de jugador de baloncesto, el señor García, que, como portavoz de los presentes y como portavoto de la ausente, cada vez que vote encestará canastas de dos puntos. Su jefe, don Guillermo Fernández Vara, que asiste a los plenos como distante, pero no pierde el hilo, saltó en el escaño tal que Orenga y logró deshacer un empate y ganar una votación con los dos puntos por canasta de don Valentín García.

Con todo, lo más novedoso y lo más interesante que reflejarán las actas de la nueva temporada de sesiones es la constitución de un nuevo grupo parlamentario. Don Damián Beneyto y doña Fernanda Ávila, que consiguieron sus escaños concurriendo a las elecciones en las listas del PSOE-Regionalistas PREX-CREX por las circunscripciones de Cáceres y Badajoz, respectivamente, han dejado el primer grupo de la oposición y han inaugurado el Grupo Mixto. Es algo que pocas veces se ve, pero que es legítimo y en ocasiones hasta ocurre.

Por el momento, la novedad causa pocos o ningún cambio en la estabilidad de las instituciones políticas extremeñas, aunque sí pudiera tener consecuencias más adelante.

La coalición Partido Popular - Extremadura Unida  continúa con su mayoría de 32 escaños, a un diputado de la mayoría absoluta, que le permiten gobernar sin grandes sobresaltos y le obligan a tener mano izquierda para negociar los presupuestos y otros asuntos verdaderamente importantes. No obstante, el presidente don José Antonio Monago gana tranquilidad y confianza, pues hasta ahora únicamente podía negociar con IU y desde este momento también podrá hacerlo con sus señorías del Partido Regionalista Extremeño - Convergencia Regional Extremeña, que eso significan las siglas PREX-CREX. Lógicamente, la nueva situación da mucha tranquilidad cuando sólo se necesita un voto para tener la mayoría absoluta. El cortejo que facilite los pactos con la coalición regionalista PREX-CREX ya ha comenzado, pero se acentuará.

El grupo del PSOE baja de 30 a 28 diputados, lo que es un golpe anímico, más que somático, para las filas socialistas. La posibilidad de arrebatarle el gobierno a Monago mediante una moción de censura era prácticamente imposible y ahora solamente es un poco más imposible, pero, eso sí, parece mucho más improbable. La pérdida de dos diputados puede tener en el PSOE más repercusiones internas que externas. Habrá que estar atentos.

IU mantiene sus tres escaños y, aunque pierda la llave del gobierno del PP y, con ella, el protagonismo, sentirá menos presión. El PSOE ya no podrá acusar a sus diputados de ser los causantes de todos los males de Extremadura; es decir, de "permitir que gobierne la derecha", como si la derecha no tuviese derecho a gobernar. Y si a los socialistas se les ocurriese desempolvar tan antidemocrática acusación, bastará con recordarles que llegaron a la Asamblea con 30 diputados y ya solo tienen 28, lo que no puede considerarse precisamente un éxito en la gestión de los acuerdos para que gobierne la izquierda ni, desde luego, un problema causado por IU.

El diputado Damián Beneyto y la diputada Nandy Ávila, con Estanislao Martín (en el centro),
secretario general de la coalición regionalista PREX-CREX.
(Imagen publicada por lainformación.com)
Además de poder manifestar sus propios criterios, y no los de la mayoría del Grupo Socialista, como han hecho durante la mitad de la legislatura, su señorías Nady Ávila y Damián Beneyto, los inquilinos del Grupo Mixto, tienen ante sí la oportunidad de hacerle un hueco a la Coalición Regionalista Extremeña PREX-CREX en el atestado horizonte de las siglas partidarias. Se supone, aunque de la suposición al hecho haya un larguísimo trecho, que en las elecciones que están por venir, los grandes partidos perderán votos y los pequeños los ganarán, así que hay mucho campo para labrar, sembrar y, si llega el caso, cosechar. Los años de pertenencia a un grupo no se borran de la noche a la mañana simplemente con dejarlo, pero, contra lo que alguien sospecha, PREX-CREX no va a ser una segunda marca del PSOE, una especie de comando guerrillero infiltrado en territorio hostil. Si lo fuese, perdería el PSOE y también perdería PREX-CREX. 

En el pleno de su debut, los diputados del Grupo Mixto hicieron gala de una coherencia y de una elegancia política dignas de elogio: votaron en el mismo sentido que lo hacían sus antiguos compañeros, dado que los temas sometidos a votación habían llegado al Parlamento regional cuando ellos todavía formaban parte del primer grupo de la oposición. Parece que mantendrán esta postura en aquellas cuestiones que pactaron con el PSOE antes de las elecciones, pero hay que suponer que a partir de ahora no serán la voz de sus antiguos aliados, sino una nueva voz, absolutamente independiente y muy regionalista. De lo contrario, no tendría sentido el haber roto los pactos electorales. 

Sus señorías Beneyto y Ávila han pasado de la cómoda bancada socialista a ocupar dos escaños claves en el hemiciclo extremeño; por eso se sientan ahora en el centro y en la parte más alta del arco parlamentario, junto a IU, la otra piedra clave de la arcada política regional; una arcada que no tiene la solidez de los arcos que sostienen el puente de Alcántara, ni durará tanto, pero que no deja de ser una obra digna de admiración, casi un milagro, por más que no se acerque a la maravilla que el ingeniero romano Cayo Julio Lacer construyó sobre el Tajo, para asombro y patrimonio de la Humanidad, entre los años 104 y 106, en tiempos del emperador Trajano.

El Parlamento extremeño ha comenzado el curso con novedades importantes, pero por ahora todo sigue igual, aunque ¿quién sabe?


sábado, 7 de septiembre de 2013

- Soñar es una minúscula indemnización que nos da la vida

 por hacernos perder el tiempo durmiendo.



Donde no hay patrón, alegría

José Joaquín Rodríguez Lara

Septiembre es el mes que une las dos orillas del año, el que zarpa del estío con las bodegas repletas de grano y atraca en el otoño para fecundar los nuevos barbechos.

Porque el año no comienza en enero; en enero empieza el almanaque. Ni tampoco termina en diciembre; en diciembre concluye la vendimia, con el recuento de las uvas.

El año comienza en septiembre, en el mes que navega la espuma de los días y se balancea festivo sobre las noches, como un galeón de feria colgado de una remota alcayata estelar. O, mejor aún, como una cuádriga gobernada por el campeón lusitano C. Apuleius Diocles, el más portentoso auriga que recuerdan los circos del Imperio Romano, un deportista que algún día tendrá una gran estatua en Mérida. Septiembre es el mes angular de los calendarios, la clave de bóveda del año, la parada y fonda de los afanes; el mes de las vírgenes, de los cristos y de las fiestas patronales.

Un mes que rompe las olas con la Feria de Mérida y anuncia lo que dará de sí el año con la Feria de Zafra. Desde San Sixto a San Miguel, todo son fiestas. Ferias de vírgenes como Nuestra Señora del Soterraño, que reina en Barcarrota sobre el bendito agua de un asombroso manantial que aflora bajo el altar mayor de su templo; o ferias de cristos, como las del Santísimo Cristo de las Misericordias, que procesiona por Salvatierra de los Barros en el río de fuego que forman sus devotos hermanos, que fluyen por las aceras enarbolando antorchas.

Pues, en un mes lleno de celebraciones en honor de vírgenes como la de Guadalupe, patrona de Extremadura, y de cristos como Nuestro Padre Jesús Nazareno, al que al mediados del mes septembrino dedica sus fiestas patronales la cercana localidad de Villagonzalo, Mérida celebra su Feria sin vincularla a una advocación religiosa concreta.

Emeritenses celebrando la feria bajo el arco de Trajano.
(Fotografía publicada por El Periódico Extremadura)
Mérida, tan devota de La Mártir, su idolatrada santa Eulalia, Mérida que a pesar de su carácter eminentemente industrial, administrativo y de servicio, no se olvida de san Isidro, humilde patrón de los campos, Mérida, en la que por romana, augusta y capitalina se rindió culto a divinidades tutelares de Roma –Proserpina, Ceres, Augusto…- y de otras deidades, como Mitra, provenientes de los rincones más lejanos del Imperio, esa Mérida, patrona de las Mérida del mundo, celebra su Feria a palo seco, sin santa ni santo ni virgen ni cristo titular del festivo patronazgo. ¿Será por una escrupulosa tolerancia con las creencias ajenas o acaso se debe al respeto insobornable que Mérida le tiene a su Mártir, la santa devoción de los emeritenses devotos?

Desde luego no debe de ser por descreimiento. No puede ser descreída una ciudad cuyo Cabildo Municipal votó y juró, en el año 1620 defender la inmaculada concepción de la Virgen María y, casi 400 años después, sigue renovando ese voto con idéntico celo. Con tener mérito la perseverancia municipal emeritense, asombra que, además, en semejante asunto se adelantase al mismísimo Vaticano, pues la Purísima Concepción, defendida desde antiguo por grandes figuras de la Iglesia, no fue declarada oficialmente dogma hasta dos siglos y pico más tarde, en el año 1854, por el papa Pío Nono (IX) en su bula ‘Ineffabilis Deus’.

Tampoco se deberá la falta de advocación religiosa de la Feria emeritense a un hartazgo eclesiástico de la Concejalía de Festejos, pues tanto las autoridades como la ciudadanía de Mérida se vuelcan con la celebración de su Semana Santa, una de las más impresionantes por sus pasos y sus escenarios. Ni menos aún puede deberse a la falta de candidaturas con suficiente peso para desempeñar el patronazgo de la Feria emeritense, pues ahí están los nombres de Nuestra Señora de la Antigua, de María Auxiliadora, del Cristo del Calvario…

Más bien hay que sospechar que, en una ciudad romana, como es Mérida, seguramente el origen de tan inusual orfandad patronal esté en el firme convencimiento que tienen los emeritenses de que hay que darle a Dios lo que es de Dios, y al cuerpo (usted puede leerlo con música si le apetece), alegría, sana alegría.

Las fiestas son precisamente eso, una invocación general a la alegría. Disfrútelas si le dejan.


(Artículo publicado en la revista de la feria de Mérida, septiembre del 2013)

jueves, 5 de septiembre de 2013

- Las lágrimas son el río que llevamos dentro. 

De niños lloramos a borbotones; 

de adultos, con hondura, 

y de viejos, mansamente, en silencio.