martes, 11 de junio de 2013

Ojo a Monago


José Joaquín Rodriguez Lara


Tarde del 11 de junio del 2013, martes.- 
José Antonio Monago, presidente del Gobierno de Extremadura, acaba de descolocar a la oposición extremeña con su discurso en el debate sobre el estado de la región.
José Antonio Monago, presidente del Gobierno extremeño, plantea medidas para mejorar Extremadura en su intervención desde la tribuna del Parlamento regional.
(Imagen tomada de Internet)
La oposición esperaba, deseaba y exigía que Monago hablase del paro y Monago, corbata verde de la esperanza, ha hablado sobre el empleo. La oposición reclama medidas contra el desempleo y Monago ha planteado medidas para estimular la contratación: bajar los impuestos, mejorar la educación, ayudas a los emprendedores, fomentar la investigación... 

La oposición está indignada; ni más que ayer, ni menos que mañana, lo mismo de indignada que todos los días. La oposición, incluida la fáctica, la aristocracia sindical, pretende que el Gobierno extremeño cree de forma directa y a golpe de nómina oficial miles de empleos; 25.000 pidió una vez el sindicalista y diputado socialista Miguel Bernal. Pero Monago no está por la labor de tener más funcionarios; prefiere estimular a la iniciativa privada para que sea ella la que genere empleo. La oposición le reclama al presidente que para remendar el presente haga lo que se hacía en el pasado: más administración autonómica, más empleíto oficial, pero José Antonio Monago enarbola la bandera del futuro y responde con más sociedad civil. 

La oposición socialista, con Guillermo Fernández Vara a la cabeza,
escucha la intervención del presidente extremeño.
(Fotografía bajada de Internet)
En semejante tesitura resulta muy difícil que se produzca el acuerdo. Y cuando la oposición no acepta lo que hace el Gobierno y el Gobierno rechaza lo que propone la oposición, sólo queda una salida: debe gobernar quien ganó las elecciones. 

Por lo demás, el discurso de Monago fue largo, dos horas y 17 minutos, denso, lleno de iniciativas, propuestas y anuncios de profundo calado -la rebaja del IRPF, la reducción del número de diputados en el Parlamento regional, la limitación de los mandatos presidenciales, la prioridad absoluta para los enfermos de cáncer, la devolución del poder adquisitivo a los funcionarios, la propuesta de creación en Badajoz de una plataforma logística que tenga las ventajas fiscales de las zonas francas, etcétera, etcétera, etcétera y etcétera. 

Más que el discurso presidencial que abre el debate sobre el estado de la región, José Antonio Monago parecía estar haciendo un discurso de investidura. ¿Y por qué habría de hacer un discurso de investidura quien es por derecho presidente del Gobierno de Extremadura? Por mil razones. Porque empieza el segundo tiempo de la legislatura, porque conoce el pasado y tiene más confianza en el futuro que en el presente, porque ahora puede hacer lo que siempre quiso hacer y las circunstancias no le han dejado, porque ha ganado seguridad, por ver si la oposición entra al trapo o sigue escarbando su fosa en la arena... Cuando el toro muge y se echa tierra al lomo, mala señal, muy mala: el diestro no hace faena y al público, se la hacen.



Mañana y tarde del 12 de junio del año 2013, miércoles.-
Cristina Teniente, vicepresidenta del Gobierno
extremeño, conversa en el Parlamento con
Guillemo Fernández Vara, expresidente de la Junta de
Extremadura. (Imagen publicada por Extremadura.com)
Y entró, entró, que decía el periodista Juan José Castillo cuando comentaba para la televisión los partidos de Santana, de Gimeno, de Gisbert, de Orantes y de otros tenistas en blanco y negro. La oposición extremeña entró al trapo y el paro, al que pretendía convertir en la estrella del debate de la región, cedió todo su protagonismo a las medidas estimuladoras del empleo. El paro, ni fue protagonista ni actor secundario ni tampoco actor de reparto. Todo lo más, un extra con frase. Corta pero frase.

Pedro Escobar, portavoz de IU, en la tribuna de oradores. (Foto publicada por eldiario.es)
El cambio de guion realizado por el presidente Monago en su discurso de apertura del debate trastocó el proyecto de película hasta unos extremos increíbles. Lo que se pronosticaba que fuese una superproducción en cinemascope sobre el paro devino en ensayo literario sobre el empleo. Lo que se temía que fuera un agrio enfrentamiento verbal desembocó en una casi distendida conversación entre personas con siglas, pero sin orejeras. Fue un debate pastueño, en el que hubo lugar para que se lucieran los toreros valientes, los pintureros y hasta los artistas, como Pedro Escobar, portavoz de Izquierda Unida, que en mitad de una de sus intervenciones desde la tribuna de oradores hasta imitó a Aznar. Con una ventaja sobre el original: a Escobar las imitaciones se le pasan, pero Aznar sigue preso en su piel, continúa siendo Aznar y no puede librarse de ser él ni cuando le despellejan.

Mientras el bombazo informativo que había dado Monago el martes por la tarde, al anunciar una bajada de impuestos en la España de Rajoy, seguía rebotando por las radios y los teledelirios nacionales e, incluso en los de ámbito extremeño, en el hemiciclo flotaba la armonía de una partitura pocas veces interpretada en la Asamblea de Extremadura. Con el estampido de la bajada de impuestos, Monago puso las letras gordas, los titulares, y con el sosiego de sus intervenciones, tanto el presidente extremeño como el líder socialista Guillermo Fernández Vara y el de Izquierda Unida, Pedro Escobar, escribieron la letra pequeña, la de la concordia, esa que pocas veces se lee pero que atesora las grandes verdades.

Ojo con José Antonio Monago, mucho ojo; está tan solo el líder del PP extremeño que nadie es capaz de hacerle sombra. Al menos por ahora.

Como hizo Gabriel García Márquez en Zacatecas, en 1997, durante el Primer Congreso Internacional de la Lengua Española, cuando propuso jubilar a la ortografía y despedir a la hache, dejando mudas de asombro a todas las demás letras del abecedario patrio, el martes, Monago "se robó" el debate sobre el estado de la región extremeña. Tan solo unas horas después, el miércoles, ya no había remedio; por mucho que hubiese zapateado la izquierda, nada podía competir en sonoridad informativa con la bajada de impuestos. El eco mediático no acostumbra a dar segundas oportunidades.

Así que la oposición se aplicó a la lidia, se fajó en cada lance y aunque no salió a hombros, ganó en hombría, es decir, en humanidad y en verosimilitud. Con su actitud ganamos todos. La política no debe ser una guerra. La víctima principal de cualquier conflicto bélico es la población civil, la que no combate. Y los extremeños no se merecen que sus propios representantes políticos les hubiesen hecho semejante faena.

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