viernes, 18 de enero de 2013

Hay que despiojar a España


José Joaquín Rodríguez Lara


España se ha convertido en un pozo ciego. La fuente de agua clara por la que tantas personas luchamos, la democracia, la paz y la libertad por la que tanta gente dio su vida durante el siglo pasado, ha caído en una fosa séptica. El hedor es nauseabundo, la peste resulta insoportable. En el agua negra se ahogan los honrados ideales de ayer, aplastados por el peso de la porquería de hoy. La actualidad de este país es una nata espesa, pestilente, que ya no respeta ni un rincón ni un estamento ni casi a ninguna persona.

¿De quién es la culpa de que España se haya convertido en un charco inmundo? De todos. Para que prosperen los corruptores es necesario que haya gente dispuesta a dejarse corromper. No hace falta robar millones para ser un ladrón; la honradez es una actitud, no un problema de cantidades. En algunos casos será más y en otros menos, pero el conjunto de la sociedad española está infectada de varroa, ese diminuto ácaro que se cuela en las celdillas de las abejas y les chupa los fluidos hasta matarlas.

Cría de abeja infectada por ácaros de varroa.
Han vuelto los piojos y hay que despiojar, como se despiojan las abejas para que los ácaros no las aniquilen.

Hay que ponerle remedio a la desvergüenza que nos avergüenza; hay que limpiar la fuente. No podemos seguir viviendo así. Y no necesitamos inventar héroes ni sistemas políticos utópicos o, peor aún, remedos de regímenes totalitarios. La democracia tiene suficientes herramientas y aún le queda vigor para eliminar la corrupción, para castigar a los corruptos y a los corruptores, estén en el poder, en la oposición, en los juzgados o en otras instituciones.

Hay que dejar de perseguir a la indecencia que se refugia en las alcobas y centrarse en la persecución de la que se oculta bajo los ladrillos, en los trasteros y en la caja fuerte de los paraísos fiscales. Es imprescindible y urgente que este país, tan amigo de hacer leyes, empiece a aplicarlas con rigor. La dictadura de la ley es la única dictadura admisible. Apliquémosnola de una vez, empezando por los que más roban, sin reparar en si son políticos, jueces, empresarios o manteses de otra calaña.

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