lunes, 24 de diciembre de 2012


A unos ojos (1)


Fuego que no consume sus destellos
y al mismo sol supera en brillo,
invitando, con filos de cuchillo,
a dejarse el corazón en ellos.

Inerme, como sueño de chiquillo,
tirito en las llamas de su fragua,
que no hay volcán de más fría agua
ni témpano con tal fe de hornillo.

Nunca habrá caricia más sutil,
ni puede haber un beso tan puro,
ni cumplido que fuese tan gentil,

ni un reproche que suene más duro
que su mirada, de flor en abril,
fuente de miel y de llanto oscuro.


(De mi poemario ‘La ausencia que te nombra’)




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