viernes, 30 de noviembre de 2012


Espinas en el alma (36)

No hay aullido mayor que tus ojos
ni mirada más honda que tu llanto
ni lágrimas que atormenten tanto
como verte gemir entre despojos.


Alarido del miedo que devora
tu sonrisa, locura de la sierra
que mastica tu carne y entierra
la vida con saña amputadora.


Te envío mis uñas y mis dientes
te envío y araño las ruinas
de tu casa entre cuerpos yacientes


que nunca saldrán ya de las retinas
pues están clavados como espinas
en el alma de los supervivientes.

(De mi poemario ‘La ausencia que te nombra’)




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