miércoles, 6 de mayo de 2009


La tabla del náufrago

José Joaquín Rodríguez Lara


EL PP gobierna en 117 de los 383 municipios extremeños. Esas alcaldías constituyen su principal caudal político. Un patrimonio que no le han regalado ni tampoco heredó de Donoso Cortés, ideólogo y voz de la derecha, de cuyo nacimiento, en Don Benito, se cumplen hoy 200 años.
El PP ha llegado a gobernar de forma simultánea en las siete ciudades más pobladas de la región (Badajoz, Cáceres, Mérida, Plasencia, Villanueva de la Serena, Don Benito y Almendralejo), de las que ya sólo le quedan dos (Badajoz y Don Benito), y a pesar de ello, nunca estuvo en condiciones de alcanzar el Gobierno regional. A sus dirigentes no se les ocurrió poner como candidato a la Junta a alguno de esos alcaldes populares que, elección tras elección, renovaban el mandato.
La presencia de los populares en los grandes municipios extremeños ya no es ni sombra de lo que fue y alguno bien podría empezar a rezarle a la Soledad para que al menos siga así. Los populares gobernaron Plasencia y en un acto de suma estulticia política no sólo dinamitaron el grupo municipal desde dentro, sino que traicionaron a su electorado y le regalaron la Alcaldía al PSOE. En Mérida hubo gobierno del PP hasta que los escándalos pornopolíticos le pasaron factura en las urnas. Tuvo Cáceres un alcalde popular, bien visto desde Mérida, al que no se le ocurrió mejor cosa que -primero- meter a la zorra en el gallinero y -segundo- ponerse gallito para espantarla cuando la raposa ya tenía entre los dientes la llave de la gobernabilidad municipal y se la enseñaba subida en el palo más alto del aseladero.
En Badajoz sigue gobernando el PP. Cuatro mayorías absolutas consecutivas ha conseguido Celdrán, que lleva 14 años de monólogo ininterrumpido. Una trayectoria respetable que no garantiza su reelección, si se presenta, ni la de un posible delfín que, por otra parte, aún no ha dicho esta boca es mía.
El colmo de los colmos del despropósito popular sería que, entre chascarrillo y chascarrillo, Celdrán -que ya no tiene la ayuda inestimable del 'emeritense Ibarra' para catalizar las fobias localistas- no sólo perdiera la Alcaldía de Badajoz dentro de dos años, sino que lastrase las opciones de Monago para disputarle la Presidencia a Vara. No sería la primera vez que la tabla de salvación se hunde y en su remolino arrastra al náufrago que no la soltó a tiempo. Dormir en los pueblos sirve para hacerse ver, pero irse de casa es otra cosa.




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