miércoles, 11 de febrero de 2009


La huelga de las puñetas


José Joaquín Rodríguez Lara


LA amenaza de huelga de los jueces está consiguiendo la unanimidad del respetable: no le gusta a nadie. Ni al público ni al Gobierno ni al Consejo General del Poder Judicial ni al secretariado de los juzgados ni a los mismos jueces convocantes. Es un conflicto condenado al éxito, pues fastidiará a todo el mundo.

No hay en el ordenamiento jurídico español ni un solo artículo que, de forma tajante e inequívoca, le reconozca a sus señorías el derecho a ponerse en huelga. Pero tampoco hay ningún precepto legal que les prohíba hacer huelga. Así que si, finalmente, guardan el mazo en la pistolera actuarán por su cuenta y riesgo y en aplicación del principio jurídico que considera autorizado lo que no está expresamente prohibido.

Será curioso ver a una de las tres patas del banquillo estatal -Legislativo, Ejecutivo y Judicial- encogiendo la extremidad para no tocar el suelo y descargando el peso del paso sobre los otros dos cofrades. Lo mismo se tambalea todo y España se da un guarrazo en esta procesión, pero al menos, por una vez, se verá que aquí sí existe la separación de poderes que predicaba Montesquieu, pues el judicial va por libre.

Sesudos analistas, anteponiendo la política al Derecho, aseguran que los jueces son poder, «poder del Estado», y que los poderes del Estado no pueden ni deben hacer huelga. Suena bien. Aunque sonaría mejor escuchar que los camioneros y los pilotos y los controladores aéreos y los recogedores de la basura y los maestros de escuela también son poder, auténtico poder del Estado, y no deben causar el desabastecimiento del comercio ni el cierre de los aeropuertos ni la acumulación de detritus en las calles ni, sobre todo, desentenderse de la jauría infantil dejándola al cuidado de sus indefensos progenitores.

Que el Legislativo hiciera huelga sería feo, pero estamos acostumbrados. Además de tener más vacaciones que nadie, a los parlamentarios no les avergüenza dejar vacíos los escaños en muchas sesiones sin que se hunda el país. Que el Ejecutivo bajara los brazos no sorprendería. Mucha gente se pregunta, ¿qué hace el Gobierno? Pero la huelga del Judicial sería terrible. Este país no resistiría que los juicios y las ejecuciones de sentencias se retrasasen ni un poquinino más. Desde luego, sus señorías sí que saben hacer la puñeta. Además de lucirlas.

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