sábado, 14 de mayo de 2011


Virgen emigrante

José Joaquín Rodríguez Lara


NO hubo jamás entidad ni sociedad ni corporación ni institución ni tampoco religión que iguale al cristianismo, a la Iglesia Católica, en capacidad de adaptación al terreno. Es esta una prudente y portentosa virtud eclesial cuyo origen se remonta a los primeros cristianos. Quizás la aprendieron del Imperio Romano, que extendió sus legiones y su lengua por casi todo el mundo conocido y tomó de cada lugar lo que le interesaba, ya fuesen dioses, metales, frutos o esclavos. O tal vez la adoptaron para sobrevivir a las persecuciones. Lo cierto es que, en sus 2.000 años de historia, el cristianismo siempre ha sabido adaptarse al medio, favoreciendo con ello su pervivencia.

Ya la palabra Dios es un término ajeno, pues es el genitivo de Zeus, el dios del sol, de la luz, que llega al cristianismo a través del latín Deus. La cruz, símbolo cristiano por excelencia, es un elemento de tortura y de ejecución usado por los romanos. La forma rectangular de las primeras iglesias tiene su origen en las basílicas romanas, que no eran templos, sino edificios civiles en los que coexistían el ejercicio de la justicia y el del mercadeo. Más o menos como ocurre a veces en algunos mercados de España.

En su exitoso proceso de expansión, la Iglesia cristianizó todas aquellas fechas (solsticio de invierno-24/25 de diciembre: Navidad; solsticio de verano-24 de junio: San Juan), lugares (cuevas, montes, monumentos megalíticos) y hasta deidades (dioses protectores de las poblaciones, lares viales, rebautizados como 'san Julián') que recibían culto de los paganos, de los aldeanos.

La capacidad de adaptación no ha disminuido con los siglos, pero hay enclaves y circunstancias en las que no siempre se aplica. Así, el monasterio de Guadalupe y los demás templos de 31 pueblos extremeños aún dependen de la archidiócesis de Toledo, contraviniendo postulados conciliares, acuerdos interestatales, razones y hasta súplicas. Por algún motivo de extraordinario peso, la Iglesia no adapta la delimitación de sus diócesis a la realidad social, política, administrativa y emocional de Extremadura y la casa de la patrona de los extremeños sigue dependiendo de Toledo, lo mismo que las iglesias de esas 31 localidades. Nada importa que de un pueblo extremeño -Belvís de Monroy-, salieran 'los doce apóstoles' que tanto protagonismo tuvieron en la evangelización de América; o que, entre otras muchas santas y santos, de esta tierra fuesen la mártir Santa Eulalia y San Pedro de Alcántara; para nada sirve que el mayor sabio extremeño, Benito Arias Montano, de Fregenal de la Sierra, dirigiera la edición de la Biblia Políglota, ni que otros dos religiosos extremeños, Casiodoro de Reina, de Montemolín, y Cipriano de Valera, de Fregenal de la Sierra, hicieran y revisaran la primera Biblia en castellano, con tal acierto que aún la utilizan protestantes de todo el mundo. Ninguna importancia tiene que, durante siglos y hasta hace bien poco, la Virgen de Guadalupe haya sido el único referente verdaderamente regional para la mayoría de los extremeños. O nada de esto tiene valor para la jerarquía católica, desde Toledo hasta Roma, o es que alguna vez, como región, como pueblo o como personas individuales, cometimos una falta tan grave, un pecado tan imperdonable, que las muchas penitencias que la historia nos ha impuesto -subdesarrollo, marginación, incomunicación, emigración, etc.-, aún no bastan para hacernos merecedores de llamar 'nuestro' al santuario de 'nuestra' patrona.

Adaptar los límites diocesanos al sentir de la feligresía extremeña no debilitaría a la Iglesia ni costaría nada. No habría que construir templos, ni comprar imágenes, ni abrir seminarios. Sería puro papeleo. Pero es un trámite que no está al alcance de quienes tanto lo anhelan. Hay que tener paciencia. Y mientras llega el milagro, quien tenga voz, que hable, quien tenga fe, que rece y quien pueda peregrinar, que vaya hoy, 14 de mayo del año 2011, hasta el monasterio, para dejar constancia de que Extremadura no quiere que la Virgen de Guadalupe siga siendo una emigrante en su propia tierra.


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