sábado, 29 de enero de 2011


Políglotas en globo

José Joaquín Rodríguez Lara


SOLO era un run-run, un cuchicheo de políticos metidos a estadistas y de analistas haciendo de políticos, pero ha bastado con que los senadores den a entender que necesitan traducción simultánea, porque no se entienden entre ellos hablando en el único idioma que todos conocen, para que el respetable admita que no entiende para qué necesitan sus señorías traductores, ni el porqué se necesitan senadores ni, sobre todo, para qué sirve el Senado. Hace tres días se hablaba en los círculos políticos sobre la conveniencia de reformar la Cámara Alta para que sea una verdadera 'cámara territorial'. Desde que sus señorías gastan pinganillo, en otros círculos mucho más amplios, ya no se habla de reformarlo, sino de cerrarlo. Nunca antes la Cámara Alta había caído tan bajo en la consideración ciudadana. El Senado no sirve para nada, se afirma sin haberse preguntado ni siquiera para qué sirve.

¿Hay algo, de lo que actualmente hace el Senado, que no lo haga también el Congreso de los Diputados; o que no pueda hacerlo tan bien? Lo hay. Al menos hay una cosa que hace uno y, por ahora, no hace el otro: contratar traductores del español al español. Porque, hoy por hoy, tan español es el idioma gallego, como lo son el vasco, el catalán y el castellano.

Los senadores han querido realzar la importancia de las lenguas periféricas incorporándolas a los debates, pero han elegido la forma más ridícula que podría habérseles ocurrido y el peor momento para ponerla en marcha. Cuando la crisis arrecia, cuando el paro alcanza cifras que eran inimaginables hace solo un par de años, cuando a muchos contribuyentes se les está dando a entender que ni añadiendo los nueve meses que estuvieron en el útero materno reunirán años suficientes de trabajo y formación para jubilarse con la pensión máxima, los senadores deciden gastar el dinero de todos en algo que no resulta imprescindible, que es un lujo, por no decir una memez.

Evidentemente, todas las lenguas y las hablas de este país merecen no solo respeto, sino ayuda para conservarlas y extenderlas, pues son un patrimonio cultural vivo. Y de todos. Al Senado, como institución española, le corresponde la obligación de participar en esa conservación, pero en lugar de soplarle a sus señorías el significado de lo que están oyendo y no entienden, se podría gastar todo el dinero que cueste la traducción en clases de castellano, catalán, vasco y gallego. Con el tiempo que los senadores pasan en Madrid, muchos acabarían siendo políglotas. Así les resultaría más fácil encontrar empleo. Cuando la crisis termine.

Este país lleva tiempo viviendo en globo, en «pompas de jabón», que dejó escrito -lo de las pompas- don Antonio Machado para que Serrat, sin necesidad de pinganillo, lo cantase. A este país lo hemos visto «pintarse / de sol y grana, volar / bajo el cielo azul, temblar» y nadie con dos dedos de frente querría verlo «quebrarse». Ni «súbitamente», ni poco a poco. Durante la Transición, metimos en el equipaje todo lo que nos parecía indispensable para el viaje hacia la democracia y la autonomía y ahora que el globo -herido por la crisis- pierde aire, algunas de esas realidades empiezan a pesarnos como si solo fuesen lastre.

El Senado acaba de aprobar, casi por unanimidad, una ampliación del Estatuto de Autonomía de Extremadura que incluye una figura que hasta ahora no teníamos: el defensor del pueblo extremeño. El Personero del Común se le llama. Tendrá el despacho en Plasencia. Y ayer mismo, Guillermo Fernández Vara, presidente de la Junta, con buen criterio, exponía en la SER la necesidad de corregir el sistema autonómico pues «se nos ha ido la mano» al «multiplicar todo por 17». «Si hay 17 defensores del pueblo», se pregunta el presidente extremeño, según la SER, «a quién defiende el defensor del pueblo de España».
Está claro, al Personero del Común.


sábado, 22 de enero de 2011

A la cárcel

José Joaquín Rodríguez Lara

Ignoro con qué se están envenenando algunos fumadores recalcitrantes de este país, pero para mí que no es tabaco. Tiene que ser algo más nocivo. Ni puede ser tabaco ni tampoco debe de ser ese tabaco que las trasnacionales tabaqueras adobaron con aditivos para incrementar la adicción y, por arrastre, el consumo. No es posible que se estén fumando las colillas que otros 'sabios' arrojaron, con su carga adicional de babas y de nicotina; ni que fumen hojas secas de higuera, como yo he visto fumar durante mi infancia; ni hojas de zarza cuidadosamente desecadas al calorcillo del brasero, como sé que ha fumado más de un virtuoso del sahumerio; ni siquiera un pitillo de bayón, por otros nombre enea y anea, espadaña vecina de la juncia y hábilmente agujereada con un alambre para que tire al chupar. «¿Tira?». «No mucho, pero se agarra al gaznate que es un primor». No puedo creer que los artistas de la carraspera estén fumando mierda, marihuana, maría, chocolate, costo o hachís. Ni siquiera que fumen crack, que es tan droga como el mismo tabaco, pero no la venden en los estancos. Para mí que es algo mucho más fuerte. Los fumadores montaraces se están fumando el papel y la tinta de la Constitución Española. Arrancan las hojas (Título I: De los derechos y deberes fundamentales...), las lían, les dan lumbre y a chupar. (Artículo 43: 1. Se reconoce el derecho a la protección de la salud. 2. Compete a los poderes públicos organizar y tutelar la salud pública a través de medidas preventivas...) Lo dicho, hay fumadores que se la fuman. De otra forma no se entiende que tantas personas tenidas por demócratas -y que, tal vez, hasta lo sean- consideren dictatorial una ley aprobada por la mayoría de las Cortes democráticas del reino, ni que, algunos, la deslegitimen equiparándola a las peores leyes de la dictadura franquista. No es posible que la nicotina y el humo les ciegue de ese modo. Hasta los porreros más 'fumaos' saben dónde y cuándo se puede fumar y pocos osan hacerlo delante de alérgicos al canuto y mucho menos en sus narices.

Asegurar que el Gobierno ha sacado la ley antitabaco para que no se hable de la mueca que Zapatero y sus ministros originan en el electorado no es una bajeza, no, es disparar por elevación, atribuyéndole al Gabinete una estrategia que, visto lo visto, difícilmente se le iba a ocurrir a él solo. Y en todo caso, si así fuere, sería una de las pocas triquiñuelas gubernamentales que mejoraría la salud de la población; incluida la de los fumadores más obstinados. Antes de la aprobación de la ley, las personas corteses pedían permiso para fumar. «¿Te molesta que fume?». Ahora que está prohibido, hay quien llega hasta el insulto y la agresión, anteponiendo su necesidad de envenenarse al derecho de los demás a no ser envenenados.

Siempre será preferible no poder fumar en los bares, restaurantes y oficinas que hacerlo por obligación debido a que está o ha estado allí alguien fumando. Aunque fuera a escondidas en el aseo. Como también sería preferible no poder mantener relaciones sexuales ni siquiera 'en el reservado' a que, por el mero hecho de entrar en una cantina, en una confitería o en un colegio, hubiera que despelotarse para que los violadores y violadoras pudieran satisfacer libremente sus ansias... de fumar.

No soy fumador ni creo que llegue a serlo, pero me he fumado bares, aulas y hasta autobuses enteros. Sin querer y, encima, pagando. Jamás protesté, porque la legislación permitía fumar en esos lugares. Pero creo que nadie está por encima de la ley, ni debería dar a entender que 'se la suda'. La Constitución no es un librillo concebido para fumarse un cuarterón de picadura.

Afortunadamente, la mayoría de los fumadores -incluidos los desahuciados- respetan la nueva normativa. Para quienes no aceptan convivir o se saltan a la torera las leyes se inventaron la cárcel y los centros de salud mental. Cuentan que en prisión, además, hasta 'dan de fumar' gratis.