jueves, 22 de diciembre de 2011

La suerte de España


Jueguen o no jueguen, la lotería nacional, especialmente el sorteo de Navidad,
es una de las pocas cosas en las que todavía se reconoce
una gran mayoría de los españoles



José Joaquín Rodríguez Lara


José Luis Rodríguez Zapatero, y perdone usted un inicio tan desagradable, intentó durante la última etapa de su mandato vender el sistema nacional de loterías del Estado. Si no totalmente, sí en buena parte. La gestión estuvo muy avanzada y si no se ejecutó fue debido a que el ‘mercado’, siempre el ‘mercado’, quería comprar duros a tres pesetas o menos. Desde el Partido Popular se quiso abortar la privatización de las loterías del Estado y es posible que en la Moncloa hasta se escuchara la opinión discrepante de Mariano Rajoy sobre esa venta. Resulta difícil creer que no se llevara a cabo por no contrariar al que ya se veía como futuro presidente del Gobierno, pero en cualquier caso, frenaran la venta el bajo precio que ofrecían los potenciales compradores o la opinión del PP, lo cierto es que no hubo privatización y las loterías siguen en manos de la administración central.

Así que ese soniquete de números y premios que hoy inunda las entrañas de este país y cuyos ecos saltan las fronteras, antiguas y modernas, llevando siempre la ilusión, en ocasiones la alegría y tantas veces la decepción, pero siempre la salud y el conformismo, esos bombos que giran y esas bolas que caen son todavía un negocio del Estado que es tanto comodecir, aunque usted no se lo crea, que es un negocio en el que usted y yo mismo y 40 millones largos de personas con nacionalidad española, tenemos participación y, lo más importante, ganancias.

Pero no es el dinero el principal beneficio que la lotería, –especialmente el sorteo extraordinario de Navidad– y otros juegos de azar gestionados directamente por el Estado aportan a España. Este país tiene cada díamenos cosas que mantengan unidas las piezas de su viejo caparazón de tortuga. Y una de esas cosas es, sin duda, la lotería que todavía se sigue llamando ‘nacional’. Vivimos en una sociedad muy tribalizada, en la que los sentimientos de pertenencia a un territorio, a una lengua, a unas costumbres y, en definitiva, a un campanario –cada uno al suyo– no solo avivan la defensa de la patria chica, sino que encienden la repulsa, cuando no el odio, hacia otras gentes, otros pueblos, otras lenguas y otras regiones, poniendo en entredicho la existencia de ‘la patria grande’, de lo que en cualquier país se considera ‘patria’. Esta es una realidad que tiene poco que ver con las ideologías, aunque en este país –o lo que sea– basta con mencionar la palabra ‘patria’ para que muchas personas que ni siquiera son radicales, extremistas, ni ‘rojos’ irremediables te señalen con el dedo acusador y te llamen ‘facha’. Si es que se conforman con llamártelo.

Ocurría lo mismo con la bandera rojigualda. Llevar una insignia, un pin, una pegatina y no digamos un mástil con la bandera de España era sinónimo de ser no de derechas, sino franquista, fascista y casi el ‘toro de la pena’ que mató a Miguel Hernández. La situación empezó a cambiar con los triunfos de la selección española de baloncesto que, al tiempo que se proclamaba campeona del mundo, proclamó también su españolidad. Ver a los jugadores del Barcelona y del Madrid y de otros equipos ‘de provincias’ saltando con la bandera al cuello mientras cantaban «soy español, español, español», le abrió los ojos amás de uno y eliminó los prejuicios de muchos más. El éxtasis y el gran momento del sentimiento de pertenencia a un país común y del reconocimiento del valor emotivo de su enseña llegó con el Campeonato Mundial de Fútbol celebrado en Suráfrica. La bandera lució en muchos balcones; mujeres, hombres, niños y hasta personas mayores se pintaron la cara de rojo y amarillo y miles de españoles se lanzaron a las fuentes con su bandera nacional en la mano.

De acuerdo que había en esas demostraciones de aceptación de la bandera y de pertenencia a un país, a pesar del parcelamiento con fronteras interiores, mucho folklore y mucha españolidad epidérmica. Pero es que muy poco tiempo antes no había ni siquiera eso. Es como si no tuviésemos símbolos comunes ni razones para disfrutar con ellos. Y tal vez fuera así. Es posible que de tanto ‘defender’ a la patria durante los años de la dictadura franquista, de tanto preservarla de cualquier amago de afrenta, nos las hubiesen hurtado; la bandera estaba guardada en una urna, que no era precisamente de cristal ni de las que se utilizan para votar. Ahora pudiera estar pasando lo mismo con la Constitución, que no es de los políticos, sino nuestra, de todos. Además de una ley, la más importante que puede tener un país, y de un conjunto de derechos y obligaciones, es un símbolo de lo que somos y de lo que queremos ser.

Y no hay muchos símbolos con los que la mayor parte de los españoles se identifiquen. Nuestro mapa tiene muchas ‘piezas’ y poco ‘pegamento’ entre ellas. Compartimos pocas cosas y casi ninguna con la suficiente emotividad. Hay quien no bebe vino catalán ni aunque se lo regalen y catalanes que no quieren ver los toros ni en pintura. (Y no por odiar el toreo, sino por odiar a España). La lotería, especialmente la de Navidad, es todavía una de esas cosas en las que nos reconocemos. Y no importa que los niños de San Ildefonso estudien y preparen sus voces en un colegio de Madrid, ni que una de las administraciones de loterías que más décimos vende en toda España sea catalana, ni que El Gordo esté en Extremadura, concretamente en la provincia de Cáceres, a la derecha según se sale camino de la emigración. Un Gordo famoso por sus cigüeñas, pero no por tener la gran administración de loterías que por su bonito nombre le corresponde tener.

Así que, además de millones y felicidad y desconsuelo y salud, el sorteo de este 22 de diciembre, como el de todos los 22 de diciembre, reparte ‘españolidad’. No tanta como se necesita, pero menos da una piedra.

¡23085!, el Gordo. ¡23085!, el Gordo. ¡23085!, cuatro millones de euros en cada serie. ¡23085!, vendido en la administración número 13 de Badajoz, que también se merece una alegría.

miércoles, 7 de diciembre de 2011


Un mar de nata

José Joaquín Rodríguez Lara

La niebla es algodón de lluvia, es merengue de luz y puntos suspensivos sobre la certidumbre del paisaje. Me encanta verla desperezarse en el valle del Guadiana, desde Badajoz hasta Salvatierra de los Barros, y contemplar como trepa por las faldas de los cerros y se desborda en los collados, lo mismo que si fuera espuma de leche escapándose del hervidor. En las mañanas de niebla, apetece tomar el sol, allá en la alta playa de Los Cañuelos o de Peña Utrera, a la vera del castillo, entre encinas, castaños, higueras y zarzales, tumbado frente a un mar esponjoso y barbado de limpia nata.




viernes, 18 de noviembre de 2011

Con la muleta al brazo

José Joaquín Rodríguez Lara


EL catalán Miguel Poveda ofreció el martes en Mérida un concierto, titulado ‘La bien amada’, que encantó al público. Los flamencos más exigentes hubiesen querido que el concierto fuese más ‘jondo’; algunas fans intentaron que fuese más ‘colorista’ y el cantaor, generoso pero en su sitio, se entregó en la copla, se asomó al hondón del cante y se dejó querer en los boleros. El público, puesto en pie, se lo agradeció con numerosos y largos aplausos.

Escuchar a Poveda en la noche emeritense fue una delicia y una demostración de que lo clásico, si es bueno, ni pasa de moda ni choca, aunque pregone valores superados por la historia. Cantó Poveda ‘Ojos verdes’, pieza con la que triunfó Miguel de Molina, así como la zambra ‘La niña de fuego’, tan ligada a Manolo Caracol, y otras piezas cuyas letras no por archisabidas ni políticamente incorrectas –la llamada canción española, en general, es notablemente machista y, de haber sido escritas hoy, sus letras generarían no poca polémica–, dejaron de interesar al público asistente. Un público que había ido a escuchar a Miguel Poveda cantar las canciones de siempre y al que no había que explicarle el porqué llega montado a caballo el protagonista de ‘Ojos verdes’, ni tampoco qué es el quicio de una mancebía. La gente quería escuchar al barcelonés cantando coplas clásicas y se habría reído y hasta habría echado los pies por alto si Poveda, para adaptar la copla a los tiempos actuales y para que el público comprenda lo que escribieron Quintero, León y Quiroga, al protagonista de ‘Ojos verdes’ en lugar de ‘cantarlo a caballo’ lo hubiese llevado en una motocicleta de gran cilindrada, y a la que estaba apoyada en el quicio de la mancebía, la hubiese ‘retratado’ sentada en la barra de un‘puticlub’. Para facilitarle al público la comprensión de los clásicos, Poveda cantó e interpretó la copla, que es un género de mucho teatro, pero no la desarmó. Tuvo un respeto hacia losautores quemuchas, pero muchas veces no tienen los directores de teatro que presentan montajes en el Festival de Teatro Clásico (pero en ocasiones muy revuelto) de Mérida.

El problema que tienen los clásicos es que han dejado de escribir. Ya. Y Quintero, León
y Quiroga hace tiempo quedejaron este mundo. Pero ahí está su obra, para que los artistas como Miguel Poveda la interpreten y el público la disfrute, sin necesidad de disfrazar a los generales griegos de ejecutivos agresivos ni de llenar la escena del Teatro Romano de artefactos. Los clásicos no son intocables, por supuesto, pero muchas cosas de las que dijeron hace milenios siguen valiendo. Sus obras perduran y algunas de las ‘deconstrucciones’ que se han hecho de ellas, y que se han puesto sobre la escena del Teatro Romano, duraron lo que dura una rueda de prensa.

Poveda triunfó el martes y loh izo sin artificios. Con una parquedad de medios que asusta. Cantó sobre una tarima, acompañado al piano por Juan A. Amargós, iluminado por una docena de focos y con la noche emeritense y la Luna como testigos. Y no cantó en el Teatro Romano, sino en un rincón de la Alcazaba, posiblemente en el más feo, ante las cupas y otras piedras que los árabes sacaron de las necrópolis de Augusta Emérita para hacer el murallón de la fortaleza musulmana, que tiene mucho más valor histórico que artístico. Era como verle cantar delante del clásico mix de clásicos: piedras romanas en una pared árabe. Cuando terminó de cantar, a modo de muleta se terció la americana sobre el antebrazo izquierdo y salió por la puerta de hierro, como un torero triunfador, entre los aplausos del respetable. Donde se pongan los clásicos y los artistas que los entiendan y la gente que se viste por los pies no cabe el fracaso.

lunes, 14 de noviembre de 2011

El efecto colega


José Joaquín Rodríguez Lara


En una visita turística a la Plaza Mayor de Madrid entré en una sombrerería, por curiosidad, y me compré el sombrero de paja más barato que había. Una 'pasta', a pesar de todo. Como era verano, lo puse en la bandeja trasera del coche, y ahí sigue. Ahora me estoy dando cuenta de que cada día veo más coches que llevan un sombrero de paja en la bandeja. No sé si será una moda, si siempre ha sido así o si se trata de lo que yo llamo 'el efecto colega', pues desconozco si ya tiene nombre. Consiste tal 'efecto' en que, cuando hacemos algo desacostumbrado, aumenta la facilidad con la que percibimos que alguien hace lo mismo que nosotros. Por ejemplo, no nos damos cuenta de la cantidad de personas que andan con muletas por la calle hasta que tenemos que usarlas nosotros. Y lo mismo pasa con los sombreros, las gafas de espejo, las bufandas de raya o los perros de la misma raza que la de nuestra nueva mascota. Como nunca he estado embarazado, ignoro si 'el efecto colega' también vale para los embarazos. En cualquier caso, no es algo mimético ni contagioso. A lo sumo es una tontería. Lo asumo. Pero hay gente que se asoma continuamente a las redes sociales para contar donde está y qué hace o piensa hacer, y yo no se lo tomo a mal. Gran parte del contenido de las redes sociales consiste básicamente en un cotilleo banal urbi et orbi.

domingo, 4 de septiembre de 2011

- Quien no distingue el buen vino del vino malo 
o no probó alguno de ellos o abusó de cualquiera de los dos.

(Publicada en el extra de Hoy 24 horas de Extremadura, en septiembre del 2011)

jueves, 18 de agosto de 2011


Templar la codicia

José Joaquín Rodríguez Lara


ENTRE los ganaderos españoles de bravo existió la costumbre de matar a la madre del astado que hubiese cogido mortalmente a algún torero durante la lidia. Quizás aún perdure la tradición, pero no es noticia que salga ya en los telediarios, como ocurría hasta hace algunos años, mucho tiempo después de que Islera, la vaca más famosa que han dado las hierbas de Zahariche, del hierro de Miura, fuera abatida, al parecer a tiros, por el delito de haber parido a Islero –459 kilos, negro algo entrepelao, bragao, cornicorto y agalgao–, que hace 64 años, el 28 de agosto de 1947, le rompió la femoral a Manuel Rodríguez ‘Manolete’ en la plaza de Linares.

La decisión de matar a la madre del cornúpeta homicida tiene mucho de sinrazón. Se puede argüir que así se evita que nazcan más toros que busquen las ingles en lugar de los paños, pero nadie puede asegurar que la supuesta predisposición criminal del morlaco se la dejase en herencia la madre, y no el semental, que seguirá padreando a cuerpo de rey. En 1968 se indultó en Segovia a Navajito, un toro de la ganadería de Amelia Pérez Tabernero que, una vez indemnizado con el empleo de semental, engendró a Conocida, la vaquilla que en 1975 volteó en una tienta al maestro Antonio Bienvenida causándole la muerte. Además, si el homicida se lidia con cuatro años cumplidos, detrás de él puede haber dos o más hermanos con su misma dotación genética y, sin embargo, nadie los apartará de la lidia basándose en su teórica peligrosidad adicional. Matar a la vaca puede ser un gesto irracional de rabia, de venganza y hasta de desagravio a los toreros, deudos y seguidores del fallecido, pero sin duda es una brutalidad, afortunadamente en decadencia.

Claro, que hoy las hay peores. En estos días vuelve a estar de triste actualidad Ratón, un toro de 500 kilos, al que llaman ‘asesino’, que tiene diez años de oficio, página web y plaza reservada en el telediario. Es famoso por haber matado a dos, o a tres, hombres y empitonar a muchos más durante los numerosos festejos populares en los que actúa. Se lo rifan. Mientras que el alquiler de cualquier otro toro le reporta a su
propietario 2.000 o 3.000 euros por tarde, por el caché de Ratón se pagan hasta 15.000. Y llena las plazas, a pesar de que con él las entradas son mucho más caras. Ningún torero sensato se propondría lidiar al ‘toro asesino’. Y no por tener menos valor o facultades que los recortadores que se enfrentan a Ratón, sino porque torear no es arrimarsea los cuernos y salir raudo de la suerte, burlando la embestida, sino pararse delante de los pitones y hacer arte. Un ballet lleno de violencia y de sangre, pero un ballet en el que no caben las prisas. Y Ratón, que es berrendo en negro, pero sabe más que los ratones coloraos, seguramente despreciaría las telas para irse directo a por la carne.

Naturalmente, nadie piensa en matar a la madre de Ratón, si es que aún vive, por haber parido a un ‘asesino’ en serie. En todo caso, en hacerle un monumento. El dueño del animal hasta habla de clonarlo.También dijo que lo jubilaba, pero rectificó cuando empezaron a enseñarle cheques en blanco. Como bien saben los petardistas que han hundido a este país en la miseria, cuando el corazón huele el dinero no hay capote ni ley que pare y temple las embestidas de la codicia. Sea ladrillera, bancaria o táurica.




sábado, 16 de julio de 2011

No nos comprenden

José Joaquín Rodíguez Lara


Los Mercados' le llaman, como si no tuviese identidad o fuera esa su gracia. Pero no lo es; tiene nombre y apellido: se llama La Bruja y se apellida Lola. Y si haces el 'mamarracho', gastándote lo que no tienes, La Bruja Lola, alias 'La Mercados', te pone una vela negra y puedes darte por 'jundido'. El mundo está en sus manos y, como esto siga así, bien pronto estará dentro de sus bolsillos. ¿Qué se puede hacer para defenderse de alguien que alberga el convencimiento de que puede arruinarte y enriquecerse a tu costa?

Las valoraciones que hacen las agencias de rating, también llamadas de calificación de riesgo, sobre la solvencia económica de los estados y de las entidades -sean bancos de fuste o sillitas plegables incapaces de resistir una jornada de playa-, se parecen mucho a los horóscopos que publican los periódicos y circulan por las redes sociales. «Sagitario.- Amor: (AAA+) Todo está de su parte para que disfrute de un apasionante romance. Trabajo: (ABC) Perspectivas de cambio. Si tiene empleo, aplíquese; si lo busca, aplíquese más. Salud: (DCC) Hoy no coma sandía. Riesgo de indigestión».

Si Sagitario lee hoy su horóscopo, como por curiosidad, se sonríe y continúa con su tarea, no pasará nada; ni disfrutará de un romance apasionante, ni cambiará su situación laboral ni, mucho menos, se le indigestará la sandía, aunque se coma una pequeña, de siete kilos o así. Pero si Sagitario cree con firmeza en la inevitabilidad de lo que predice su horóscopo de este sábado, mejor será que no se acerque a la frutería, que el roce hace el cariño y lo mismo se descuida y termina despachando kiwis y con empacho de cucurbitácea.

Y lo peor no es que se lo crea Sagitario, sino que Aries, Tauro, Géminis, Alemania, Francia, Suiza, Libra, Escorpio, etcétera también se lo crean y el destino de Sagitario para este sábado se pregone en la cola del paro, en la frutería de Wall Street y el centro internacional de ricos con más dinero que salud.

¡Qué difícil es librarse de la mala suerte -a pesar de que no existe-, cuando medio mundo empieza a mirarte con malos ojos!
En lo de mirar torticeramente, La Bruja Lola y quienes mangonean a los crédulos a través de sus horóscopos son unos benditos al lado de los sacamantecas que, desde el ombligo de tu país o desde la otra barriga del mundo, ven en tu debilidad una forma rápida, sencilla, eficaz y sustanciosa de enriquecerse. Si estás fuerte, te califican AAA+ y se enriquecen invirtiendo en ti; y si flojeas, te califican CCC- y se forran arruinándote. ¿Cómo? Negándote con cuentagotas y a precio de oro el dinero que necesitas y que antes te traían a espuertas.

Usted dirá, pues si es así, que la detengan, que la calificación es una mentirosa, malvada y peligrosa y nos piensa arruinar, ar, ar. Y es verdad, pero la existencia del mundo occidental, y hasta la del mundo chino, se basa en comprar y vender. El mundo entero es un mercado en el que alguien tiene que perder para que otro gane. Hasta los gobiernos se creen los horóscopos de las agencias de calificación. Incluso los usan en sus fábulas macroeconómicas. Y, encima, el dinero es miedoso. El valor del dinero es proporcional a su tamaño. A más capital, más miedo.

Contra el rating no valen pataletas ni acusaciones, ZP. Solo resulta eficaz el trabajo. Trabajar no hace rico a nadie, pero mejora mucho las estadísticas; lo saben hasta los millonarios de cuna. Hay que esforzarse, administrar las cuentas del Estado como si fueran las de una familia modesta, producir bienes y servicios reales y vendibles, no gastar más de lo que se puede ganar, endeudarse solo lo imprescindible, señor Zapatero, y pensar siempre que el primer objetivo debe ser librarse de la deuda.

En definitiva, la solución es trabajar como chinos, esa gente que, para no tener que descansar, ni siquiera se muere. Y ahí están ellos, prestándole dinero a EE UU y quedándose con España jangá a jangá y bar a bar. «Mi bruja no me comprende, Pepín». «Piyín sí complendel a ti. ¿Tú quelel otlo leflesco con lon, no?».


sábado, 9 de julio de 2011


A pie o en bici

José Joaquín Rodríguez Lara

Veintiocho años corriendo detrás del niño de la bicicleta sin conseguir que le dejase dar ni siquiera una pedalada ni, menos aún, tocar el manillar, permitiéndole solo que le empujase en alguna cuesta arriba o que corriese a su lado en el llano, le han dado al PP la resistencia física y mental de un corredor de fondo. Eso sí, como ciclistas, los populares están desentrenados. Aunque montar en bici es una de las pocas cosas que, una vez aprendidas, no se olvidan jamás, es normal que les resulte difícil arrancar y tengan que mover el manillar para no caerse.


Veintiocho años de monopolio le han permitido al PSOE desarrollar la musculatura y las habilidades necesarias para manejar la bicicleta extremeña con los ojos cerrados. Los socialistas tienen personas y recursos para gobernar la región. Su problema es que, después de tantos años encaramados en el sillín, las carnes no están acostumbradas a caminar y, mucho menos, a correr detrás de una bici que ahora guía otro y que, para mayor escarnio, empuja y sostiene un tercero.


Entre las consecuencias indeseables de enquistarse en el poder (28 años es una eternidad, aunque sea una eternidad legítima), están la profesionalización de quienes gobiernan -la política debiera ser siempre un servicio y nunca un oficio-, y el amateurismo sin currículum de quienes nunca han podido gobernar.


El centro derecha que lideró la transición española hacia la democracia, en una etapa política, social y económicamente muchísimo más difícil que la actual, tenía en sus filas a toda una generación de profesionales, demócratas, muy preparados que se habían forjado en la administración franquista. En la Extremadura de hoy no los hay. Después de 28 años sin bicicleta, ni en la administración autonómica ni en las empresas públicas extremeñas, salvo alguna honrosa excepción, hay expertos afines al PP listos para ayudar al presidente José Antonio Monago. Hasta el portavoz de los populares en la Asamblea se comporta como si estuviese todavía en la oposición, como un peatón asombrado de tener timbre.


Para Guillermo Fernández Vara tampoco será fácil adaptarse al nuevo reparto de papeles. Cuando se acaba de perder el poder, hacer oposición no es declararle la guerra al partido minoritario, ni tampoco exigirle al que gobierna los resultados que uno mismo fue incapaz conseguir. Hacer oposición es ganarse al electorado. Y para eso, dispondrá de uno, cuatro o más años.


Muchísimo menos tiempo tendrá el nuevo presidente de la Junta para demostrar su valía. A Monago se le exige que le dé la vuelta a Extremadura incluso antes de que aprenda a correr en bici. Que una cosa es montar y otra muy distinta ganar carreras. Aunque lo peor sería que prescindiese de los patines, todavía necesarios para mantener el equilibrio, y empezara a soltarse de manos, a hacer caballitos e intentar derrapes. Si, por imprudencia, el presidente deja sus dientes en el suelo, debería procurar que los extremeños puedan seguir masticando.


Eso sí, Monago tiene la suerte de llevar en el portamaleta de su presidencia a Pedro Escobar, uno de los políticos que, sin haber podido tocar aún el manillar del poder, más saben de bicis. Y, encima, tiene la generosidad democrática de dar pedales, aunque le abra expediente Cayo Lara, ese pobre sonámbulo que se morirá del susto el día que despierte y descubra que no vive en la URSS.




sábado, 2 de julio de 2011

El arte de Monago


José Joaquín Rodríguez Lara



CON el permiso de Escobar, Casco y Nogales, que forman 'la terna del arte', y si Cayo Lara, el sobresaliente, no lo impide, el líder de los populares extremeños será investido presidente de la Junta de Extremadura dentro de cinco días, el 7 de julio, festividad de san Monago. Para tan fausto acontecimiento e histórica ocasión, los tres espadas de Izquierda Unida guardarán sus pañuelos rojos-sanfermineros y las huestes peperas sacarán del baúl la más española de las prendas, la mantilla azul imperial o de Rajoy, que lucirán con peinetas mal disimuladas.

Será un día memorable, sobre todo para el PSOE; un verdadero acontecimiento. Aunque en realidad, Monago quedó oficiosamente investido con la dignidad presidencial el día que la dirección socialista, por boca de Guillermo Fernández Vara, poco menos que mandó a hacer puñetas a los de Izquierda Unida: «Que se lo guisen y se lo coman», dijo Vara en plan 'azote implacable de los que mandan'.

Desde ese preciso instante, no es que José Antonio Monago se sienta presidente, es que empezó a comportarse como si lo fuera. Así que, en contra de lo que pregonan los agoreros, en Extremadura no solo no estamos desgobernados, sino que tenemos dos presidentes, dos, uno en funciones y otro que funciona como si ya lo fuese; y dos gabinetes, dos, uno que aún no se fue, aunque esté como ido, y otro que ya está aquí, aunque aún no haya llegado.

Han vuelto los 'ministrables' -bueno, los 'consejerables'-, como con la UCD. Dicen que Teresa Angulo, en Sanidad; Diego Sánchez Duque o José Antonio Echávarri, en Agricultura; Cristina Teniente, en algo; Adolfo Díaz-Ambrona, el sobrino, ni con todos ni en nada; Pedro Nevado-Batalla, en Administraciones Públicas; César Díez Solís, de maestro en Educación, de peón en Cultura y de aprendiz en Deportes; Antonio Fernández, exdecano de Económicas, o Manuel Medrano, economista municipal pacense, controlando el gasto y Monago presidiendo el gabinete de las siete sillas. Siete consejerías, solo siete. «Mi cartera, mi tesoro», dirán, babeando más que Gollum con el anillo del poder. Habrá quien se labre un escudo de armas con la gloria de haber sido 'consejerable' en el primer Gobierno de Monago.

A pesar de los 28 años de espera, alguien debería recordarle a los populares, en general, y a su presidente, en particular, que hasta el rabo, todo es toro. O diablo, otro bicho que bufa y también tiene cuernos. Si las prisas no son buenas consejeras, ¿el porqué habrían de ser buenas para la Presidencia? «Que no hay que llegar primero, pero hay que saber llegar», cantaba Jorge Cafrune cuando los veranos todavía eran en blanco y negro. Para quien ha sido bombero, ¡y a mucha honra!, la celeridad no es precisamente un desdoro, pero haber hecho la primera 'crisis de gobierno' (con Adolfo Díaz-Ambrona, sobrino) incluso antes de que se haya formado el Gabinete, ¿no serán demasiadas prisas?

Y eso que Monago suele tener buen tino con los nombramientos. Aparca al personal con una maestría que para sí quisieran muchos: Laureano León, presidente de la Diputación de Cáceres; Fernando Manzano, de la Asamblea; Consuelo Rodríguez Píriz, vicepresidenta de la Cámara y Luis Alfonso Hernández Carrón, el de los altos designios, portavoz en el hemiciclo.

Ni los expertos en protocolo sientan al personal con más arte y menos ruido que lo hace José Antonio Monago, 'el presi'.




sábado, 25 de junio de 2011



El doctor Monago y míster Guille


José Joaquín Rodríguez Lara


José Antonio Monago, presidente
del Gobierno de Extremadura.
Monago es como Ibarra y Vara tiene rasgos que recuerdan a Floriano. Uno es impulsivo y hasta visceral; el otro, reflexivo y experto en el arte de lo políticamente correcto. Los dos tienen su chorreón de mala leche, como cualquiera. A Monago le sale a borbotones. No es de esas personas que le dan las gracias a quien le lleva la contraria. Vara raramente pierde los buenos modales, aunque hay quien le ha tratado en las distancias cortas, más allá de la política, en el terreno de lo personal, y asegura que el todavía presidente de la Junta 'tiene tres y la bailaera'. ¿Y quién no? ¿Su leche tendría que ser precisamente merengada?

Mister Guille, trasunto de Guillermo Fernández Vara,
durante la campaña electoral.
Si ambos no quieren desfallecer bajo los esfuerzos que les exigirá la legislatura recién estrenada, tanto Monago como Vara necesitarán tomar dosis elevadas del brebaje que cocinan Escobárix, Cascobélix y Nogalescúrcix, los tres druidas de IU, estrechamente vigilados por Cállateyayoideafix, el perro con pulgas. Malas.

El guía del PP, la esperanza azul de la derecha, se tapará la nariz para beberse la pócima de un trago, sin paladearla, confiando en que le aporte fuerzas en su peregrinaje de problema en problema, y esperando, también, que le insufle prudencia, de modo que, aun revestido de la dignidad presidencial, nunca pise el callo que no debe pisar.

El líder del PSOE se inyectará el mejunje de IU en vena, como un suero nutricio que le mantendrá con todos los sentidos en alerta, para no perder el rastro de la presa. Ahí está, pues a por ella. Tiembla, IU.

Y, como en 'El extraño caso del doctor Jekyll y míster Hayde', la novela que Robert Louis Stevenson publicó en 1886, semejante cambio de papeles se producirá por obra y gracia de un mismo brebaje, de un bebedizo que debe mitigar los arreones de Monago al tiempo que aviva el trote dulzón de Vara. Menos mal que todo se aprende. El primer Ibarra era bastante más impulsivo y estaba mucho más verde en la gestión que este Monago. Asegura en su libro el expresidente de la Junta que tuvo que 'romper cristales' para llamar la atención, pero algunos los hizo añicos simplemente por haberse pasado de frenada.

Lo mismo -no frenar a tiempo- empieza a ocurrirle a Vara, cuyo 'buenismo' gustaba mucho fuera del PSOE. Con la dosis que él mismo se ha recetado, dejará de ser el doctor bueno de la política regional para convertirse en Hayde, el malo malísimo que enterrará a míster Guille. Al perder la esperanza de seguir en la Junta, Vara le dijo al PSOE que está dispuesto a liderar la oposición. Además de aceptar el ofrecimiento -o eso o un congreso extraordinario-, el PSOE extremeño le exigió a su secretario general una demostración de que quiere, sabe y puede. «Sal y cómetelos», vinieron a decirle. Y lo hizo. Vara debutó como perro de presa en una rueda de prensa llena de dentelladas a Izquierda Unida. Fue un Vara desatado, descorbatado y desconocido que rozó la grosería y pisó los terrenos de la precipitación por no tocar el freno. Con lo que le aprecia Cállateyayoideafix Lara, la Mariacristina que nos quiere gobernar. O ahogarnos en las urnas.

Se acabó el Guille besucón y repartidor de abrazotes: el nuevo líder del PSOE mu-er-de. ¡Qué tendrá el brebaje de Izquierda Unida, madre, que no respeta ni a la familia! Los primos Izquierdo llevan toda la vida haciéndose guiños y, cuando les llega el momento de casarse y evitar la partición del olivar, descubren que se odian tanto que ni el interés les une ya.
El desprecio es un veneno corrosivo.


sábado, 18 de junio de 2011

Carriles

José Joaquín Rodríguez Lara


DE las tres señales de tráfico que advierten sobre la existencia de peligro por 'estrechamiento de la calzada', España se ha quedado a vivir en la que anuncia que la vía se estrecha precisamente por el carril de la izquierda.
Se trata, como usted bien sabe, de una señal triangular cuya parte central la ocupan dos trazos verticales. El de la derecha es prácticamente recto, aunque si lo observa fijamente durante un tiempo prudencial -digamos que entre cinco y nueve meses, o algo más, sin pestañear- notará que el extremo superior del palito derecho se cimbrea levemente, hacia atrás y hacia adelante, con oscilaciones de cachiporra, como si el carril de la derecha pretendiera echarse a dormir.
La parte superior del trazo de la izquierda, por el contrario, se tuerce claramente y sin complejos hacia la derecha, de modo que abandona la línea original, que aún resulta perceptible en sus raíces. Unas raíces centenarias que se remontan más allá de la época en la que este carril todavía era marxista y republicano, cuando Felipe González aún no había dicho «¡compañeros!, hay que ser socialistas antes que marxistas», despertando un fervor hereje; en un tiempo en el que aún faltaba mucho, pero mucho, para que los socialdemócratas de nuevo diseño enterrasen en lingotazos de champán y en 'glamour' de 'prêt-à-porter' al viejo socialismo. Si aquel canciller Willy Brandt levantase la cabeza y viese a este Zp se moriría de vergüenza. Nadie podía imaginar entonces que las reformas laborales que, años después, acuñaría Zapatero dejarían a la socialdemocracia borracha y hecha unos zorros. Y a Rajoy, el ángel flamígero de las reformas, sin nada que reformar. El cambalache de Zp es como si Gandhi se vistiera en las boutiques de El Corte Inglés después de haberse pasado la vida hilando su propia ropa para derrotar al imperio británico a golpe de rueca. Resulta increíble, pero es que hay modistos muy traicioneros, aunque no salgan en las páginas de las revista 'Vogue'.
Es decir, que la derecha española sigue en pie, más tiesa que un ajo y haciendo honor a su vocación de ser el palo que sostiene la bandera, mientras que la izquierda se ha corrido a su vera. Si al menos fuese un matrimonio por amor, pero no; se trata de un casorio por conveniencia. Al final va a ser cierto: si la indignada virtud ya no está en el medio de la plaza se debe, simplemente, a que al centro se han mudado la mayoría de los vicios.
¿Y qué hay a la izquierda de la nada? El arcén. Por ahí circula Izquierda Unida. Lo suyo siempre fue el carril-bici. Es su sino. A veces se engalla, como en Extremadura, plantándose en los pasos de peatones, y se pone a dirigir el tráfico de la democracia; más que nada por responsabilidad y porque en IU subsiste algún que otro dirigente crédulo y con la conciencia todavía en aceptable estado de uso. Pero lo hace corriendo el gravísimo riesgo de sufrir un atropello. Otro más. Ahora, o les pasa por encima el tren de la historia o los arrollará Cayo Lara, pero los tres de la fama pueden salir de la Asamblea más rojos que entraron. Rojos de vergüenza mezclada con mercromina, para sonrojo de todos.


sábado, 11 de junio de 2011

Fumata roja

José Joaquín Rodríguez Lara



IZQUIERDA Unida protagoniza el cónclave más intrincado que se ha visto. Nos tiene a todos en vilo. Cardenales para arriba, cardenales para abajo, confesiones colectivas de la feligresía, reuniones del Sínodo Ideológico y revoloteos del Espíritu Santo que, disfrazado de Cayo Lara, en dos aleteos se nos aposa en Extremadura para alumbrar a los purpurados y, de camino, echar alguna cagadita.
«¿Qué va a pasar?», pregunta el pueblo agobiado por la incertidumbre, mientras aguarda que el cardenal protodiácono (dice la Wikipedia) se asome al balcón del parlamento extremeño para anunciar la buena nueva: «Habemus Pápam. Eminentíssimum ac reverendíssimum Dóminum...».
Pues, por ahora, nada. Ni Monago I ni Vara II tienen la seguridad de ser el nuevo obispo de Roma la Chica. No hay fumata. Es que es muy difícil distinguir entre dos siameses que comparten órganos. ¿Dónde está la línea que separa a la izquierda de la derecha? ¿En las intenciones o en los hechos? ¿A quién debe sentar IU en la silla de Mérida? ¿Al hijo de un magistrado que se educó con los jesuitas en uno de los mejores colegios religiosos de España y es médico, o al hijo de un guardia civil de pueblo que estudió en la pública, se hizo bombero y, como pudo, cursó magisterio y derecho? ¿Todos los militantes y votantes y cargos del PP son señoritos? ¿Son obreros todos los votantes y militantes y cargos del PSOE? ¿Y qué es un obrero? ¿Una persona sin fortuna, que vive de su trabajo y apenca cada día para llevar unos euros a casa? ¿Es obrero un jornalero, un empleado intermitente, un funcionario, lo es un autónomo? Pues de esos hay muchos en el PSOE, pero también abundan en el PP. ¿Y un señorito, qué es? ¿Alguien con fortuna, personal o política, que no se sabe en que ha trabajado, si es que alguna vez trabajó, escoltado siempre por 'el servicio', que se codea con sus iguales en salones, palacios y hemiciclos, que usa gomina, se peina para atrás y nunca cotizó como trabajador? Hay muchos de esos en el PP, pero aún más en el PSOE, que lleva casi 30 años gobernando Extremadura. Y los parados y los indignados, ¿son la izquierda o la derecha?
Es curioso que en los pueblos, en los que hoy pone y quita alcaldes, IU no tenga tantos agobios decisorios como en la Asamblea de Extremadura. ¿Son más listos y resolutivos los concejales que los diputados autonómicos? Seguramente. Deben resolver problemas reales y acuciantes y, además, no hablan de izquierdas ni de derechas hasta que la discusión sube de tono. Y no lo hacen porque, para quien vive en un pueblo, la gente tiene nombres y motes y en mentándola, todo el mundo sabe el origen, los medios de vida y la ideología de la Tony, del Relicario, del Faustino y de la Severa. ¿Para qué le van a mirar el carné de militante o el programa electoral si les averiguan las intenciones antes de que se les ocurran?
Pero en el Parlamento es distinto. Y así están, pobrecinos, los tres cardenales de IU, que iluminados desde abajo por las bases y desde arriba por el santo palomo Cayo, ni pegan ojo ni hacen ganas de comer. Tres kilos dice que ha perdido monseñor Pedro Escobar. Y lo portentoso no es que los haya perdido, sino que los tuviese y no los luciera. Como sus ilustrísimas no se decidan pronto, les pasará lo que al burro de Buridán (está en la Wikipedia) que, hambriento y sediento e incapaz de decidir si primero comía o bebía primero, se murió de hambre y de sed.
El pueblo está más entretenido que viendo reñir a 'la Esteban' y a 'la Campa' (si no las conoce, busque en la Wikipedia), pero, si IU sigue perpleja, habrá que hacer como en el siglo XIII cuando, ante la desgana de los cardenales para elegir al papa, se les encerró a pan y agua. Pactaron en un santiamén. De aquel menú vienen los cónclaves -'cum clavis', con llaves, con las llaves de IU, claro, (lo dice la Wikipedia)- y las fumatas vaticanas. La fumata de Mérida -como si la viera- no será ni blanca ni negra ni azul y grana. Solo roja. Flojea el villarato.



sábado, 4 de junio de 2011


El ex, el es y el no es

José Joaquín Rodríguez Lara


TODO el mundo debería tener derecho a 15 minutos de gloria». Lo dijo Andy Warhol, el artista que pintaba latas de sopa para mostrar la esencia del pueblo norteamericano. Andy se quedó corto. En vez de «gloria» tendría que haber dicho 'poder', 'poder presidencial'. ¿Qué será eso, madre? No lo sé, pero debe de ser algo grandioso, descomunal. Como el mordisco de un vampiro. Contagioso e incurable. Si cada persona fuese presidente al menos 15 minutos, con sus despachos, sus secretarias y secretarios y jefes de gabinetes y recuas de altos y de bajos y de medianos cargos, con sus escoltas, sus coches oficiales, sus reverencias, sus sueldazos públicos, sus reuniones y sus adulaciones y sus ensoñaciones al más alto nivel, todos seríamos mejores personas, ciudadanos más honestos y, sobre todo, comprenderíamos muchísimo mejor a nuestros políticos. Entenderíamos, por fin, sus hemorragias de orgullo y de soberbia y de incoherencia y de soledad, y votaríamos con el temor y la osadía del que lanza el penalti decisivo en la final soñada. Como lo más parecido a esos 15 minutos de gloria es cantar en Eurovisión, y canta quien canta, resulta difícil meterse en la piel de los que han gozado o gozan o están a punto de gozar de la gloria presidencial. Los políticos son unos incomprendidos. ¡La incomprensión, al poder!

Juan Carlos Rodríguez Ibarra (del PSOE barroco), que durante más de 24 años gobernó Extremadura con el poder de un virrey y abdicó como y cuando quiso, convertido en 'reina madre' hasta el final de sus días, se siente desaprovechado como ex y aprovecha las informaciones periodísticas sobre lo que nos gastamos en mantener su estatus de ex para arremeter contra la Asamblea, por no defenderle, y contra la Junta, que le caía a mano, y contra IU, que pasaba por allí, y contra Alemania, por los pepinos. Ibarra sigue en forma. Afirma que la Asamblea y la Junta (Ramón y Guillermo) «o no han sabido o no han querido» aprovechar su esfuerzo como ex. Arguye que él, como ex, puede hacerlo mejor que Calderón, el de la NBA, como titular. Desde luego, para no jugar ni 'los minutos de la basura', Ibarra es un fichaje caro. Así que renuncia al 'ex estatus' porque no le «resulta rentable». ¡Rentable a él! Se va del despacho y sólo volverá si se lo piden. «¿Se puede dimitir del cargo de ex?». Sí, volviendo. «Pero eso pondría a IU en los brazos del PP». No importa, Ibarra ya la ha puesto.

Guillermo Fernández Vara (del PSOE minimalista) dijo tras la debacle electoral socialista que algunos «compañeros» deben dar un paso atrás, y añadió que estaba recogiendo el despacho y tenía en la mano la solicitud de reingreso en su plaza de forense. Los votantes le piden paso y parecía que, como buen conductor, Vara facilitaría el adelantamiento. Pues no. Todo lo contrario. Acelera. Está dispuesto 'a tapar la calle, que no pase nadie', con la ayuda 'impagable' de la izquierda pobre. Al parecer, al PSOE no le conviene parar para repostar. Que se regenere quien lo necesite.

José Antonio Monago Terraza (del PP azul imperial o de Rajoy) sigue eufórico. Le han dicho tantas veces presidente durante la campaña electoral que se lo ha creído. Tiene más derecho y más posibilidades que nadie para serlo, pues hasta Ibarra le apoya, pero no le será fácil: primero debe elegirle la Asamblea y, después, aceptarle la calle. Ardua tarea para quien malvende el cargo afirmando que no acepta como presidente a Vara, que lo ha sido, lo es y, como se empeñe Monago, lo será.

Y en este reparto de primeros actores, por orden de aparición ante el micrófono, ¿dónde está Escobar? Pedro Escobar Muñoz (de IU cerrajera), está en el limbo. Ni ex, ni es, ni no es, ni sabe si tendrá bici oficial o será embajador de la Santa Indignación ante la Asamblea.

La política es una guerra. Desde luego que sí, y «la guerra es un asunto demasiado importante como para dejarlo en manos de los generales». La frase no es de George Clemanceau (1841-1929), sino de una indignada -la de rastas y camiseta negra, esa misma-, atrincherada frente a la Delegación del Gobierno, en Badajoz, que dijo ayer: 'La política es un asunto demasiado importante como para dejarlo en manos de los políticos'.

¡Presidenta!, ¡presidenta!, ¡presidenta!

miércoles, 25 de mayo de 2011

¿Necesitaremos elecciones autonómicas tras el verano?


José Joaquín Rodríguez Lara


El electorado extremeño le ha dado un enorme poder a Izquierda Unida -casi tanto como a los temibles tránsfugas-, y las informaciones periodísticas están convirtiendo a Pedro Escobar, su líder regional, en 'el torilero de la Asamblea', en el hombre que tiene las llaves de los 'chiqueros' parlamentarios y puede hacer que salga investido presidente José Antonio Monago, que encabeza la candidatura más votada por los extremeños el pasado domingo, o Guillermo Fernández Vara, que es el presidente en funciones desde la convocatoria electoral y que, atención, podría tener que seguir así, como interino sin plaza, algunos meses más. Hasta el otoño.

Como Pedro Escobar se dedica a la docencia, es enjuto de carnes y no le pone buena cara a la posibilidad de pactar, también podría haber sido presentado ante la opinión pública como el tópico profesor 'hueso' que no regala los aprobados en los exámenes de investidura. Que eso y no otra cosa es una sesión parlamentaria de investidura, un examen de cada candidato. Y, aún más, dado que según todas las informaciones Escobar 'tiene la llave', y para demostrarlo se deja retratar con ellas en la mano, hay que empezar a sospechar que tal vez sea el mismísimo 'amo del calabozo'.

Lo cierto y verdad es que Izquierda Unida de Extremadura, en general, y Pedro Escobar, en particular, tienen en la actualidad suficiente poder decisorio, por sí, para 'poner' al presidente de la Junta. Pero el que IU pueda 'poner' presidente no conlleva que también pueda 'quitarlo', ni tampoco que tenga capacidad para impedir que Monago o Fernández Vara presidan la Junta. La famosa 'llave del torilero' abre la puerta de acceso a la Presidencia del Gobierno de Extremadura, pero no la cierra.

En muy poco tiempo se confirmará si Monago y Fernández Vara optan a la investidura presidencial. Técnicamente pueden hacerlo sin problemas, pues el Estatuto de Autonomía, en su artículo 25, exige tener el apoyo de la cuarta parte de los escaños (16 y pico) para ser candidato a la investidura y, como es sabido, el PP tiene 32 y el PSOE 30, mientras que IU se queda muy lejos, con 3.

Para ser investido presidente de la Junta en primera ronda de votaciones se necesitan 33 votos a favor (lo que constituye la mayoría absoluta en una cámara legislativa de 65 escaños), cosa que sólo será posible si Monago o Fernández Vara tienen el apoyo expreso de IU o del otro grupo (PSOE/PP), caso este último que resulta más que improbable y nada creíble, aunque no imposible.

Si ninguno de los dos candidatos alcanza la mayoría absoluta en la primera ronda, se pasará a una segunda en la que ya sería suficiente con la mayoría simple. En este caso, a Monago le bastaría con que el PSOE o IU se abstuviesen. (Si se registrasen 32 votos a favor; 30 o 3, en contra y 3 o 30 o 33 abstenciones, José Antonio Monago inauguraría un nuevo capítulo autonómico). Si IU, siguiendo las instrucciones de Cayo Lara, su jefe supremo, pretende impedir la investidura de Monago por mayoría simple, necesitará que el PSOE secunde su voto negativo. Y si el PSOE quisiera evitar la investidura del candidato de los populares por mayoría simple, necesitaría a su vez que IU también votase en contra de Monago en esa sesión. Lo que de verdad hará IU, con respecto a la investidura, aún no está claro, ni en público ni en privado. Podría pasar de todo.
El PP puede evitar la investidura de Fernández Vara, si a éste no le apoya IU, pues le supera en escaños (32 a 30), mientras que IU, por sí misma, no puede impedir ni la investidura de Monago ni la de Fernández Vara, a pesar de su famosa 'llave'.

Si en esta sucesión de 'juegos galantes' entre sus señorías, el Parlamento extremeño no lograse elegir un presidente de la Junta en el plazo de dos meses, desde el primer debate de investidura, habría que convocar nuevas elecciones autonómicas, con lo que los extremeños volveríamos a las urnas al final del verano o ya en el otoño, si Zapatero se viese obligado a adelantar las generales y se optara por la coincidencia de fechas para evitarse el gasto de dos citas electorales (tres con la ya celebrada el día 22), tan cercanas. Hasta entonces e incluso varias semanas después, Guillermo Fernández Vara continuaría como presidente de la Junta, en funciones. Tras los comicios, y a la vista de los resultados electorales, volvería a repetirse el proceso de investidura.

Y hay otra novedad nunca experimentada hasta ahora en esta tierra: pasado un año desde 'la anterior disolución' de la Asamblea, que fue el 28 de marzo, el presidente del Gobierno regional «previa deliberación de la Junta de Extremadura y bajo su exclusiva responsabilidad, podrá disponer la disolución anticipada de la Asamblea de Extremadura» y convocar nuevas elecciones autonómicas, según establece el artículo 27 del flamante Estatuto de Autonomía.

Así que, por el bien de todos, lo mejor será que lleguen a algún acuerdo estable que permita gobernar y sortear los puntos más conflictivos del vendaval político; o si fuera un acuerdo inestable que, al menos, se procure no moverle mucho la silla al que gobierna, para no hacerle caer en la tentación de amenizarnos el 2012 con otra llamada a las urnas. Sería lamentable. Y no por el gasto que toda elección conlleva -será por dinero-, sino por lo insufrible que son las campañas electorales. Especialmente para los políticos.

sábado, 14 de mayo de 2011


Virgen emigrante

José Joaquín Rodríguez Lara


NO hubo jamás entidad ni sociedad ni corporación ni institución ni tampoco religión que iguale al cristianismo, a la Iglesia Católica, en capacidad de adaptación al terreno. Es esta una prudente y portentosa virtud eclesial cuyo origen se remonta a los primeros cristianos. Quizás la aprendieron del Imperio Romano, que extendió sus legiones y su lengua por casi todo el mundo conocido y tomó de cada lugar lo que le interesaba, ya fuesen dioses, metales, frutos o esclavos. O tal vez la adoptaron para sobrevivir a las persecuciones. Lo cierto es que, en sus 2.000 años de historia, el cristianismo siempre ha sabido adaptarse al medio, favoreciendo con ello su pervivencia.

Ya la palabra Dios es un término ajeno, pues es el genitivo de Zeus, el dios del sol, de la luz, que llega al cristianismo a través del latín Deus. La cruz, símbolo cristiano por excelencia, es un elemento de tortura y de ejecución usado por los romanos. La forma rectangular de las primeras iglesias tiene su origen en las basílicas romanas, que no eran templos, sino edificios civiles en los que coexistían el ejercicio de la justicia y el del mercadeo. Más o menos como ocurre a veces en algunos mercados de España.

En su exitoso proceso de expansión, la Iglesia cristianizó todas aquellas fechas (solsticio de invierno-24/25 de diciembre: Navidad; solsticio de verano-24 de junio: San Juan), lugares (cuevas, montes, monumentos megalíticos) y hasta deidades (dioses protectores de las poblaciones, lares viales, rebautizados como 'san Julián') que recibían culto de los paganos, de los aldeanos.

La capacidad de adaptación no ha disminuido con los siglos, pero hay enclaves y circunstancias en las que no siempre se aplica. Así, el monasterio de Guadalupe y los demás templos de 31 pueblos extremeños aún dependen de la archidiócesis de Toledo, contraviniendo postulados conciliares, acuerdos interestatales, razones y hasta súplicas. Por algún motivo de extraordinario peso, la Iglesia no adapta la delimitación de sus diócesis a la realidad social, política, administrativa y emocional de Extremadura y la casa de la patrona de los extremeños sigue dependiendo de Toledo, lo mismo que las iglesias de esas 31 localidades. Nada importa que de un pueblo extremeño -Belvís de Monroy-, salieran 'los doce apóstoles' que tanto protagonismo tuvieron en la evangelización de América; o que, entre otras muchas santas y santos, de esta tierra fuesen la mártir Santa Eulalia y San Pedro de Alcántara; para nada sirve que el mayor sabio extremeño, Benito Arias Montano, de Fregenal de la Sierra, dirigiera la edición de la Biblia Políglota, ni que otros dos religiosos extremeños, Casiodoro de Reina, de Montemolín, y Cipriano de Valera, de Fregenal de la Sierra, hicieran y revisaran la primera Biblia en castellano, con tal acierto que aún la utilizan protestantes de todo el mundo. Ninguna importancia tiene que, durante siglos y hasta hace bien poco, la Virgen de Guadalupe haya sido el único referente verdaderamente regional para la mayoría de los extremeños. O nada de esto tiene valor para la jerarquía católica, desde Toledo hasta Roma, o es que alguna vez, como región, como pueblo o como personas individuales, cometimos una falta tan grave, un pecado tan imperdonable, que las muchas penitencias que la historia nos ha impuesto -subdesarrollo, marginación, incomunicación, emigración, etc.-, aún no bastan para hacernos merecedores de llamar 'nuestro' al santuario de 'nuestra' patrona.

Adaptar los límites diocesanos al sentir de la feligresía extremeña no debilitaría a la Iglesia ni costaría nada. No habría que construir templos, ni comprar imágenes, ni abrir seminarios. Sería puro papeleo. Pero es un trámite que no está al alcance de quienes tanto lo anhelan. Hay que tener paciencia. Y mientras llega el milagro, quien tenga voz, que hable, quien tenga fe, que rece y quien pueda peregrinar, que vaya hoy, 14 de mayo del año 2011, hasta el monasterio, para dejar constancia de que Extremadura no quiere que la Virgen de Guadalupe siga siendo una emigrante en su propia tierra.


sábado, 7 de mayo de 2011


Quéjese a la UEFA

José Joaquín Rodríguez Lara


LA que ha montado el CIS, el Centro de Intoxicaciones Psicológicas, con su encuesta. ¿A quién se le ocurre abrir la campaña electoral asegurando que «cautivo y desarmado» el rodillo socialista, la tropa de Rajoy gana hasta en Extremadura; Zapatero está acabado?

¡Qué poca consideración, qué falta de misericordia, qué salvajada! Cosas así no se le desean ni a tu peor enemigo. Llevan los pobres peperos tres días bañándose en tila y ni por esas les bajan las palpitaciones. A más de uno habrá que ponerle un camión cisterna lleno de tranquimazín, o de lo que sea, para que pueda ir de pueblo en pueblo sin que se le agote el gotero en mitad de un mitin. «¡Qué ganamos, qué ganamos, que el PP gana en Extremadura!». Nada, no hay forma de sujetarlos. Están que se salen del pellejo, más anchos que gato en matanza.

¿Pero qué ha pasado en esta bendita tierra desde que se retiró Ibarra? Y, sobre todo, ¿dónde está Alfonso Guerra? ¿No depende el Centro de Intoxicaciones Psicológicas ese directamente de la Presidencia del Gobierno? ¿No lo controlaba Zapatero? ¿Por qué se permite, entonces, que 'cocine' las encuestas Sonsoles, su mujer, si todos sabemos que está a disgusto en La Moncloa? ¡Qué falta de reflejos, Pepelui! En política no se puede tener tanto talante. Este hombre, desde que dijo que se iba, es que parece que está 'talmente' ido.

«'Aquí, mis siete cachorros, / aquí, mi perra trujillana, / aquí mi perro el de los fierros', / aquí, mi Blanco y mi Rubalcaba, / si desmentís esa encuesta / 'tendréis la cena doblada' / y si no la desmentís, / ni me iré ni habrá primarias».

Eso, encima, pregonándolo, que así está el país desde que, «por lo alto de los cerros», asomó el jopo la encuesta «parda». Es un sinvivir España, un sinvivir. Los unos porque pierden y los otros, porque ganan.
Y mire usted que simplemente se trata de una encuesta, que viene a ser como una previsión meteorológica y nada menos que para el 22 de mayo, que será un día de primavera como otro cualquiera: «Tiene pinta de llover y lo probable es que no llueva. Dependerá mucho del tiempo que haga ese día. O tres días antes». No hay más.

Pero mucho peor es lo del PP, que no solo se considera ya vencedor en las urnas, sino que hasta se ve triunfante en la investidura presidencial. Y eso no va a ser así, José Antonio Monago Primero de Extremadura. Hasta ahí podíamos llegar. Una cosa es ganar las elecciones y otra muy distinta gobernar. La Presidencia de la Junta, para quien la trabaja. Esto no es como los Estados Unidos, donde basta con ganar las elecciones presidenciales para ser presidente de América. Aquí no, aquí tenemos a Izquierda Unida, que es un partido residual -bueno-, casi inexistente -a lo mejor-, pero que ahí está, quitando y dando presidencias y alcaldías con una alegría que corta el hipo.

Y todo legal. Aquí no necesitamos verdadera separación de poderes. Eso en USA. ¿Le parece injusto que un partido minoritario actúe como árbitro y dé y quite victorias? Pues quéjese usted a la UEFA, como ha hecho el presidente del Real Madrid después de haber sido embestido por los árbitros, primero, y por el Barcelona, después.

sábado, 26 de marzo de 2011


Ancho y estrecho

José Joaquín Rodríguez Lara


ESPAÑA no es un estado de derecho. Es mucho más. España es el paraíso de las leyes. Tenemos muchas y muy buenas y en muy buen estado. Casi flamantes. Muchas aún conservan la placenta, el envoltorio original con el que salieron del BOE. Están sin estrenar.

Hace años, cuando parir era un hecho biológico y no un acto quirúrgico programado, como ahora, la madre, sin reponerse aún de los dolores, se apresuraba a preguntar si la criatura que acababa de traer al mundo estaba completita, si tenía todos los artículos en su sitio. Por aquel entonces, alumbrar un fenómeno era una desgracia, casi una vergüenza. Ya no. Ahora los fenómenos juegan al fútbol en el Barcelona o en el Real Madrid y se echan novias de pasarela.

Ya ve usted, todo cambia y todo sigue igual, pues a las leyes de ahora -como le ocurrió al Gila recién nacido-, les pasa lo mismo que a las madres aquellas. Tan pronto como termina el parto van y preguntan:

- ¿Para qué país me han parido?
- Para Arabia Saudita, señora Ley.
- Vaya por Dios; digo, por Alá. Lejos.
- Si quiere, podemos asignarle una plaza de ley federal en Estados Unidos.
- No, no, no se moleste señor comadrón, que ser ley en USA cansa mucho. Hasta trabajan en la televisión. 

Y digo yo, ¿no habría en España un empleíto -fijo, a ser posible-, para una ley de consenso como soy yo?

- Ni fijo, ni eventual. En España ya no me queda nada. España está llena de leyes.

Y es normal que lo esté, con el Senado, el Congreso, los 17 parlamentos regionales y los más de 8.000 ayuntamientos -esos monstruos policéfalos que son a la vez y en la misma pieza gobierno, oposición, cámara de bandos múltiples, oficina de colocación, agencia urbanística, órgano promotor de saraos, ponedor de multas y otros etcéteras-, España tiene leyes para dar y para exportar. Que se cumplan es otra cosa. A nuestros políticos lo que les gusta es hacerlas, pues muchos son abogados sin más oficio ni beneficio. Les gusta tanto que no solo las hacen, sino que también las deshacen, con el pretexto de alicatarlas hasta el techo.

El parlamento regional extremeño le abrió el jueves una puerta de emergencia a la Ley del Suelo y Ordenación Territorial de Extremadura (la Lesotex, que le dicen), para que se pueda construir en los terrenos que más le gusten a cada promotor, aunque estén protegidos por sus valores medioambientales. Los norteamericanos, que pecan de inocentones, le llamarían a esta reforma 'La Enmienda de la Urbanización de Lujo Marina Isla de Valdecañas', contra cuya existencia ha fallado el Tribunal Superior de Justicia de Extremadura, pero aquí no vamos a caer en esos infantilismos y demagogias; aquí la llamaremos 'Enmienda para el Desarrollo Sostenible de los Paraísos Medioambientales y de los Pueblos con Alcalde de mi Partido'. ¿A que suena mucho mejor?

El alicatado de la Lesotex se aprobó por unanimidad de los asentados. El diputado Tomás Martín Tamayo, del PP, se levantó antes de votar y se fue. Tamayo es un diputado en vías de extinción, pues tiene conciencia y la respeta. Rara avis. La mayoría de sus colegas o no tienen o la maltratan. No asistió al pleno el diputado-alcalde-colombicultor-de-Badajoz, así que tampoco votó, pero ahí está su 'cubo', en la alcazaba pacense, proclamando que la leyes están para reírse. Y las sentencias, también.

¿Para qué necesitarán tantas leyes, si siempre recurren a la misma? A la del embudo.

sábado, 5 de marzo de 2011

La vaca ya está vista

José Joaquín Rodríguez Lara

SE dice que, a veces, los árboles no dejan ver el bosque. Y es verdad. Un ejemplo claro lo tenemos estos días en las reacciones suscitadas por la reducción a 110 kilómetros por hora de la velocidad máxima permitida en las autovías y en las autopistas.

La polémica por la medida es tan fuerte que desvía la atención de otros aspectos más importantes que la propia reducción. Quizás por eso, hasta el mismo ministro del Interior, portavoz del Ejecutivo y vicepresidente primero del Gobierno, se mete en el charco del debate sobre si a más velocidad se tiene menos sueño, y a menos velocidad habrá más multas. ZP descubre la piedra filosofal, nombrando portavoz y presidente in pectore a Rubalcaba, para luego disparar contra Fernando Alonso.

Y entre dimes y diretes se habla poco o nada de que 'la medida 110' es una decisión típica del Gabinete Zapatero. Es una iniciativa inesperada, que huele a improvisación, que causa mucho rechazo social, que parece de dudosa eficacia y que, como no podía ser menos, es coyuntural y transitoria. Hasta julio, por lo menos. Reúne todas las características que marcan las dos legislaturas con gobierno de ZP: ahora te doy 400 euros y luego te los quito; ahora digo que voy a cambiar el orden de los apellidos y luego no lo hago; ahora saco el cheque bebé y más tarde lo retiro; dije que no habría pérdida de derechos sociales y poco después hice la reforma laboral y, en fin, pasado mañana reduciré la velocidad máxima permitida a 110 kilómetros por hora, pero ya anuncio que lo hago con el propósito de volverla a subir, si quiero, cuando se acabe lo de Libia.

Hay muchas formas de gobernar y Zapatero ha elegido el coitus interruptus. Gobierna a arreones. Unas veces gazapea y otras se dispara. Es la forma más costosa que hay de conducir un país. Cualquier conductor sabe que se gasta mucho más carburante con acelerones y frenazos que manteniendo una velocidad estable y adecuada al estado de la vía, sea a 120, a 110, a 90 o a 80 kilómetros por hora. Podría decirse que ZP gobierna por paquetes de medidas, por fascículos. Pero ni siquiera eso. Gobierna con pegatinas de quita y pon.

Desde el Ejecutivo se argumenta que debemos ahorrar carburantes. Y es verdad. Pero el ahorro no es ni una ocurrencia ni una urgencia, es una actitud, ante la vida, un planteamiento a corto, medio y largo plazo. El ahorro de hoy para mañana, no solo no es ahorro, sino que se parece peligrosamente al racionamiento. Sea de carburante, de pan o de lo que sea.

Un país que no produce petróleo y que dedica buena parte de su capital a comprarlo, no solo está obligado a ahorrar carburante, de marzo a julio, es que debe hacer todo cuanto pueda por consumir el menos combustible posible durante todos los días de todos los años. Y como gran parte de ese consumo se centra en los automóviles privados, cualquier gobernante con visión de futuro ya llevaría años potenciando el transporte colectivo, especialmente el ferroviario que puede funcionar con la energía eléctrica que España genera con sus propios medios. Si viajar en tren fuese más cómodo, más rápido y más barato que hacerlo en coche, muchas personas ni siquiera tendrían vehículo propio. Si los automóviles híbridos -no digamos ya los eléctricos- pudieran recargarse en los aparcamientos, la gente empezaría a verlos como una alternativa.

Y, hablando de alternativas, como, en las plazas de tienta, se suele decir del ganado que flojea en el caballo, esta vaca ya está vista.


sábado, 26 de febrero de 2011


Palabras de sangre

José Joaquín Rodríguez Lara


HAN pasado varios días, muchas horas y miles de noticias -una eternidad en periodismo-, pero no logro quitarme de la cabeza a una niña que sale de la cama, sobresaltada tal vez por el ruido o por la rutina, entra en la cocina de su vivienda para desayunar, antes de irse al colegio, y se encuentra a su madre bañada en sangre.

Me impresiona la muerte de esta mujer, víctima de la violencia machista. Me preocupa que, en lo que va de año, -hasta el miércoles pasado- hayan perdido la vida trece mujeres, nueve más que en el 2010 por estas fechas, a causa del terrorismo doméstico. Me indigna que no seamos capaces de encontrarle una solución a esta horrible sangría. Pero, sobre todo, me espanta, me aterra la inocente frialdad de esa niñita de cinco años que, tras ver el cuerpo ensangrentado de su madre, se fue sola al colegio, para buscar amparo y anunciar la tragedia: «Mi madre está muerta. La ha matado mi padre».

Es terrible, resulta atroz escribir y leer estas palabras. Ningún profesor con dos dedos de frente las pondría en el encerado para analizarlas sintácticamente. Entonces, ¿cómo puede estar preparada una criatura de tan solo cinco años para pronunciar esas nueve palabras de luto, esos nueve golpes de sangre? ¿Cómo ha podido un angelito de cinco años comprender lo ocurrido, asumir la situación y decidirse a contarlo de forma tan 'normal', como si no le extrañase? ¿Con qué sopa de actos violentos -reales, de ficción, gratuitos, de pago, lejanos y dolorosamente familiares- amamantamos a esta niña y a tantos niños como ella?

Montse, española, de 44 años, vivía en Reus (Tarragona), y tal vez tuvo fuerzas para llamar a su hija y explicarle lo que le habían hecho, para que la cría pidiese socorro. O no. Es posible que la niña, alertada por los ruidos, se levantase de la cama y viera con sus propios ojos el homicidio. Pero tal vez no vio nada. Hasta cabe la posibilidad de que se lo contase el compañero de la fallecida, un suramericano de 34 años, al que inmediatamente se comenzó a buscar, como sospechoso del crimen; o tal vez a la niña se lo dijo su medio hermana, de 15 años, fruto de otra relación de Montse e, incluso, pudo enviarla al colegio otra persona. Me da igual. Son circunstancias importantes para la investigación policial y la actuación de la maquinaria judicial, pero ninguna de ellas mitiga la conmoción de saber que una niña de solo cinco años interioriza la muerte a cuchilladas de su madre hasta el punto de anunciarla tan claramente: «Mi madre está muerta. La ha matado mi padre».

¿Qué nos está pasando? ¿Cómo es posible que no encontremos una solución para una epidemia más nauseabunda que la misma peste bubónica? Tenemos leyes, que castigan específicamente la violencia doméstica, y prevención policial, que trata de evitarla, y repulsa social, que la condena, pero el problema sigue creciendo. El compañero sentimental de Montse fue condenado en el 2006 por maltratarla, y otra vez en el 2010 por incumplir una orden de alejamiento, pero se habían reconciliado y vivían juntos. Fuera o no fuera él, la locura los ha separado para siempre. ¿Qué se rompe dentro del corazón, o en el cerebro o en la vesícula biliar, para que las mismas manos que se prodigaron en caricias abran boquetes de muerte en la frágil piel de la vida?

sábado, 19 de febrero de 2011

El doblao

José Joaquín Rodríguez Lara


Está visto que la Biblioteca de Barcarrota tiene querencia al misterio, a las desapariciones y a los doblaos, por más que la Real Academia Española no reconozca la palabra doblao, dicha así, como bacalao y Bilbao. Acepta la voz doblado, a la que considera un andalucismo que significa desván. La docta casa debería incluir en el diccionario la palabra doblao, aunque fuese como extremeñismo. Si el hecho de que, en buena parte de Extremadura, se llame doblao al doblao no fuera motivo suficiente para ello, la Academia podría tener en cuenta que en un doblao extremeño fue escondida y estuvo emparedada -al menos 435 años- la Biblioteca de Barcarrota, un auténtico tesoro bibliográfico, y que en un doblao fue hallada a golpes de picocha en un alumbramiento que estremeció al mundo de la cultura.

La desaparición y el mágico hallazgo de una de las piezas de esa biblioteca -la nómina, a la que hay quien llama 'momia', tal vez por la pertinaz querencia que tiene el amuleto a perderse bajo el polvo del olvido-, parecen integrar otro capítulo de su singular peregrinaje de doblao en doblao.

Evidentemente, la Consejería de Cultura no es un doblao, ni un doblado ni tampoco un desván, aunque después de lo ocurrido con el amuleto de Fernão Brandão tampoco se le puede negar cierto parecido. Uno de los muchos usos que se le da al doblao es servir de trastero. Lo que no se necesita en la casa, pero tampoco se quiere tirar, se sube al doblao. Allí se acumula con otras muchas cosas diluyéndose su existencia entre el polvo y la desmemoria. En el doblao nada se pierde, todo lo más, desaparece de la vista, pero no es menos cierto que, muchas veces, nada se encuentra, por más que se busque. «Debe de estar por ahí, en el doblao». La gestión privada de lo que hay en un doblao no suele brillar precisamente por la profesionalidad y por la precisión.

Todo lo contrario ocurre habitualmente en el sector público. La Administración sabe lo que ganas, lo que pierdes, a qué hora te acuestas y a qué dedicas el tiempo libre. Sabiendo tanto, cómo no va a saber lo que tiene entre manos. Pero la profesionalidad de la maquinaria administrativa no puede evitar que se produzcan accidentes. Si se dieron instrucciones precisas por escrito ordenando que el amuleto de la Biblioteca de Barcarrota se depositase en la Biblioteca de Extremadura, su extravío pudo ser accidental. Lo que no tiene pinta de accidente es que se busque durante años un objeto tan singular como la nómina de Brandão y no se encuentre hasta que su desaparición salta a la portada de HOY, apareciendo entonces como por arte de magia.

Aunque la pieza desaparecida siempre haya estado en la consejería de Cultura, aunque no haya corrido peligro en ningún momento, aunque aceptemos pulpo como animal de compañía, lo cierto y verdad es que a la nómina se le perdió la pista durante años. De lo contrario, ¿por qué la buscaba la Consejería y estaba dispuesta a llevar el caso a los tribunales si no aparecía?

Si perder algo valioso siempre es preocupante, tenerlo y creer que no se tiene debe preocupar más incluso, pues induce a sospechar que tal vez también haya desaparecido algún otro bien, igualmente importante, que aún se cree tener.

Si no hay un inventario de lo que se tiene o no se comprueba periódicamente que se tiene todo lo que refleja el inventario o no se confirma cada cierto tiempo la autenticidad de las piezas inventariadas, no se necesita una Administración. Basta con tener un doblao.

sábado, 29 de enero de 2011


Políglotas en globo

José Joaquín Rodríguez Lara


SOLO era un run-run, un cuchicheo de políticos metidos a estadistas y de analistas haciendo de políticos, pero ha bastado con que los senadores den a entender que necesitan traducción simultánea, porque no se entienden entre ellos hablando en el único idioma que todos conocen, para que el respetable admita que no entiende para qué necesitan sus señorías traductores, ni el porqué se necesitan senadores ni, sobre todo, para qué sirve el Senado. Hace tres días se hablaba en los círculos políticos sobre la conveniencia de reformar la Cámara Alta para que sea una verdadera 'cámara territorial'. Desde que sus señorías gastan pinganillo, en otros círculos mucho más amplios, ya no se habla de reformarlo, sino de cerrarlo. Nunca antes la Cámara Alta había caído tan bajo en la consideración ciudadana. El Senado no sirve para nada, se afirma sin haberse preguntado ni siquiera para qué sirve.

¿Hay algo, de lo que actualmente hace el Senado, que no lo haga también el Congreso de los Diputados; o que no pueda hacerlo tan bien? Lo hay. Al menos hay una cosa que hace uno y, por ahora, no hace el otro: contratar traductores del español al español. Porque, hoy por hoy, tan español es el idioma gallego, como lo son el vasco, el catalán y el castellano.

Los senadores han querido realzar la importancia de las lenguas periféricas incorporándolas a los debates, pero han elegido la forma más ridícula que podría habérseles ocurrido y el peor momento para ponerla en marcha. Cuando la crisis arrecia, cuando el paro alcanza cifras que eran inimaginables hace solo un par de años, cuando a muchos contribuyentes se les está dando a entender que ni añadiendo los nueve meses que estuvieron en el útero materno reunirán años suficientes de trabajo y formación para jubilarse con la pensión máxima, los senadores deciden gastar el dinero de todos en algo que no resulta imprescindible, que es un lujo, por no decir una memez.

Evidentemente, todas las lenguas y las hablas de este país merecen no solo respeto, sino ayuda para conservarlas y extenderlas, pues son un patrimonio cultural vivo. Y de todos. Al Senado, como institución española, le corresponde la obligación de participar en esa conservación, pero en lugar de soplarle a sus señorías el significado de lo que están oyendo y no entienden, se podría gastar todo el dinero que cueste la traducción en clases de castellano, catalán, vasco y gallego. Con el tiempo que los senadores pasan en Madrid, muchos acabarían siendo políglotas. Así les resultaría más fácil encontrar empleo. Cuando la crisis termine.

Este país lleva tiempo viviendo en globo, en «pompas de jabón», que dejó escrito -lo de las pompas- don Antonio Machado para que Serrat, sin necesidad de pinganillo, lo cantase. A este país lo hemos visto «pintarse / de sol y grana, volar / bajo el cielo azul, temblar» y nadie con dos dedos de frente querría verlo «quebrarse». Ni «súbitamente», ni poco a poco. Durante la Transición, metimos en el equipaje todo lo que nos parecía indispensable para el viaje hacia la democracia y la autonomía y ahora que el globo -herido por la crisis- pierde aire, algunas de esas realidades empiezan a pesarnos como si solo fuesen lastre.

El Senado acaba de aprobar, casi por unanimidad, una ampliación del Estatuto de Autonomía de Extremadura que incluye una figura que hasta ahora no teníamos: el defensor del pueblo extremeño. El Personero del Común se le llama. Tendrá el despacho en Plasencia. Y ayer mismo, Guillermo Fernández Vara, presidente de la Junta, con buen criterio, exponía en la SER la necesidad de corregir el sistema autonómico pues «se nos ha ido la mano» al «multiplicar todo por 17». «Si hay 17 defensores del pueblo», se pregunta el presidente extremeño, según la SER, «a quién defiende el defensor del pueblo de España».
Está claro, al Personero del Común.


sábado, 22 de enero de 2011

A la cárcel

José Joaquín Rodríguez Lara

Ignoro con qué se están envenenando algunos fumadores recalcitrantes de este país, pero para mí que no es tabaco. Tiene que ser algo más nocivo. Ni puede ser tabaco ni tampoco debe de ser ese tabaco que las trasnacionales tabaqueras adobaron con aditivos para incrementar la adicción y, por arrastre, el consumo. No es posible que se estén fumando las colillas que otros 'sabios' arrojaron, con su carga adicional de babas y de nicotina; ni que fumen hojas secas de higuera, como yo he visto fumar durante mi infancia; ni hojas de zarza cuidadosamente desecadas al calorcillo del brasero, como sé que ha fumado más de un virtuoso del sahumerio; ni siquiera un pitillo de bayón, por otros nombre enea y anea, espadaña vecina de la juncia y hábilmente agujereada con un alambre para que tire al chupar. «¿Tira?». «No mucho, pero se agarra al gaznate que es un primor». No puedo creer que los artistas de la carraspera estén fumando mierda, marihuana, maría, chocolate, costo o hachís. Ni siquiera que fumen crack, que es tan droga como el mismo tabaco, pero no la venden en los estancos. Para mí que es algo mucho más fuerte. Los fumadores montaraces se están fumando el papel y la tinta de la Constitución Española. Arrancan las hojas (Título I: De los derechos y deberes fundamentales...), las lían, les dan lumbre y a chupar. (Artículo 43: 1. Se reconoce el derecho a la protección de la salud. 2. Compete a los poderes públicos organizar y tutelar la salud pública a través de medidas preventivas...) Lo dicho, hay fumadores que se la fuman. De otra forma no se entiende que tantas personas tenidas por demócratas -y que, tal vez, hasta lo sean- consideren dictatorial una ley aprobada por la mayoría de las Cortes democráticas del reino, ni que, algunos, la deslegitimen equiparándola a las peores leyes de la dictadura franquista. No es posible que la nicotina y el humo les ciegue de ese modo. Hasta los porreros más 'fumaos' saben dónde y cuándo se puede fumar y pocos osan hacerlo delante de alérgicos al canuto y mucho menos en sus narices.

Asegurar que el Gobierno ha sacado la ley antitabaco para que no se hable de la mueca que Zapatero y sus ministros originan en el electorado no es una bajeza, no, es disparar por elevación, atribuyéndole al Gabinete una estrategia que, visto lo visto, difícilmente se le iba a ocurrir a él solo. Y en todo caso, si así fuere, sería una de las pocas triquiñuelas gubernamentales que mejoraría la salud de la población; incluida la de los fumadores más obstinados. Antes de la aprobación de la ley, las personas corteses pedían permiso para fumar. «¿Te molesta que fume?». Ahora que está prohibido, hay quien llega hasta el insulto y la agresión, anteponiendo su necesidad de envenenarse al derecho de los demás a no ser envenenados.

Siempre será preferible no poder fumar en los bares, restaurantes y oficinas que hacerlo por obligación debido a que está o ha estado allí alguien fumando. Aunque fuera a escondidas en el aseo. Como también sería preferible no poder mantener relaciones sexuales ni siquiera 'en el reservado' a que, por el mero hecho de entrar en una cantina, en una confitería o en un colegio, hubiera que despelotarse para que los violadores y violadoras pudieran satisfacer libremente sus ansias... de fumar.

No soy fumador ni creo que llegue a serlo, pero me he fumado bares, aulas y hasta autobuses enteros. Sin querer y, encima, pagando. Jamás protesté, porque la legislación permitía fumar en esos lugares. Pero creo que nadie está por encima de la ley, ni debería dar a entender que 'se la suda'. La Constitución no es un librillo concebido para fumarse un cuarterón de picadura.

Afortunadamente, la mayoría de los fumadores -incluidos los desahuciados- respetan la nueva normativa. Para quienes no aceptan convivir o se saltan a la torera las leyes se inventaron la cárcel y los centros de salud mental. Cuentan que en prisión, además, hasta 'dan de fumar' gratis.