miércoles, 18 de noviembre de 2009

Estatuto nuevo


José Joaquín Rodríguez Lara


Shakespeae retrata a un Hamlet asombrado por la falta de respeto que los enterradores muestran hacia los difuntos. Para enterrar a un muerto, cualquiera sirve menos un sepulturero. Si escribiese ahora, al príncipe de Dinamarca le asombraría muchísimo más el poco respeto que el pelotón político, en general, le tiene a las leyes con las que nos gobierna. Para honrar la ley, cualquiera vale, menos un político. Hay sentencias que lo demuestran.Vivimos en una sopa legislativa descomunal. Nunca hubo ni habrá tantas leyes ni tantas directivas ni tantos escaños redactando articulados. Ríase usted del cinturón de fuego del Pacífico. Aquí sí que hay volcanes legislativos. Tenemos un Parlamento Europeo y un Senado y un Congreso y diecisiete cámaras legisladoras autonómicas y miles de ayuntamientos -que hacen de gobiernos, de parlamentos y de lonjas al por mayor- y decenas de miles de políticos entre los que hay muchísimos que son honrados, pero también hay demasiados que malversan, que prevarican, que roban y que se cachondean de la ley por tierra, mar y aire. Que afición tienen algunos a hacer leyes y cuanto desinterés muestran por cumplirlas.

El 'cubo' de Biblioteconomía,
construido en el corazón de la alcazaba almohade de Badajoz,
flanqueado, a la derecha, por la Torre de Espantaperros.
Acabamos de avanzar cuatro puestos hacia el vómito en el asqueroso listado de los países con más corrupción. Según el informe 'Transparency Internacional', España es hoy cuatro puestos más corrupta que ayer, pero menos que mañana. Eso dice nuestra particular medalla del deshonor.

Hay políticos que violan el ordenamiento jurídico y se ríen del Estado de Derecho con el pretexto de que así benefician a la sociedad. Incluso los hay que se lo creen y pretenden que nosotros también lo creamos. ¿Cómo es posible tanta zafiedad? Querrán decir que se benefician de la sociedad o, incluso que 'se la benefician'. Ya se levante un chalé en terreno protegido o un cubo en una alcazaba almohade. Da igual. Nadie puede estar por encima de las leyes por muy buenas intenciones que tenga. Y los hay que consideran que, puesto que el daño ya está hecho y es «irreversible», lo mejor es cerrar los ojos. Pocas cosas hay más irreversible que la muerte, que además es 'inevitable' e 'irrepetible' y, sin embargo, se castiga a los homicidas.

No hay ciudad sin ley, ni siquiera en Kansas. Ninguna sociedad puede existir sin normas. Respetar la ley equivale a respetar a la sociedad y a sus individuos uno por uno. Saltársela o rodearla, aunque sea con la sana intención de favorecer el desarrollo, nos daña a todos. Y no es el económico el mayor de los perjuicios, sino aceptar que cuando se gobierna se puede hacer lo que venga en gana.

El PSOE y el PP pidieron ayer en el Congreso la aprobación del nuevo Estatuto de Autonomía para Extremadura. Es otra ley. Importantísima, desde luego. ¿La necesitamos? Aceptemos que sí, que es imprescindible para nuestro futuro. ¿Será respetada o se la saltarán para construir otro cubo?

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