miércoles, 4 de marzo de 2009

Soraya


José Joaquín Rodríguez Lara


Eurovisión es uno de esos fenómenos insulsos que, durante un par de horas, enhebran ante las pantallas de televisión a los telespectadores de todo un continente y parte de Asia. Es bueno que exista, aunque no sirva para nada, porque aburre lo justo y aunque no enseñe a cantar bien, al menos se aprende a contar en otros idiomas.

Remedios Amaya, en Eurovisión, con la frente ceñida...
... y los pies descalzos. 
El concurso siempre ha sido un escaparate en el que los figurantes y actores secundarios se desgañitan para asomar la cabeza mientras que, la mayoría de las veces, las primeras figuras del concierto europeo procuran no destacar. Lograr el segundo puesto es tan meritorio como ganar y menos caro. Décadas atrás, el certamen tenía gran aceptación en España. El tardofranquismo alcanzó su momento de gloria en 1968 con la victoria de Massiel y el 'La, la, la' que Serrat quería cantar en catalán. Pero el interés de los españoles euroadictos comenzó a decaer sin remedio en 1983, cuando la trianera, de fuertes raíces pacenses, Remedios Amaya -descalza como Sandie Shaw 16 años antes- cantó '¿Quién maneja mi barca, quién?'. Su aventura terminó en naufragio. 'Zero point' para Remedios, una gitana de bellas facciones a la que Televisión Española había enviado a luchar contra los elementos. Tras su fracaso eurovisivo en Munich la veinteañera María Dolores Amaya Vega volvió al flamenco, para regocijo de los amantes del cante 'jondo'.

Soraya (Arnelas) dio lo mejor de sí en Moscú
pero el euromundo no la premió.
Ahora, Soraya Arnelas, la extremeña de Valencia de Alcántara, está llamada no sólo a defender el honor patrio en Moscú, sino a rescatar el prestigio que una vez tuvo para los españolitos el Festival de Eurovisión y que Televisión Española tanto ha contribuido a destruir con enviados como el Chikilicuatre y otros hallazgos. No estará sola. Media Europa se ha propuesto salir al rescate de Eurovisión y enviarán a Moscú lo mejor de cada casa. Pero Soraya tiene un pálpito y se presiente triunfadora, lo mismo que se imaginó 'triunfita' y acertó.

Para ayudar al destino llevará a Rusia la bandera extremeña y lencería negra, que le «da suerte». Remedios creía que cantar descalza tenía mal fario. Hay tantas diferencias entre una y otra que más que dos cantantes de épocas distintas parecen dos mujeres de mundos diferentes. Y no es porque una sea morena de verde luna y otra parezca nórdica por lo rubia; ni tampoco porque ésta haya sido azafata y a aquella le diera miedo subir al avión que la llevaría a Munich. Es que han pasado 26 años. Cómo envejece Eurovisión.

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