jueves, 17 de julio de 2008


Extremadura necesita un casco, con mantra

José Joaquín Rodríguez Lara


Con la publicación de las balanzas fiscales -la diésel, la de gasolina, la de gasógeno y la heliocéntrica- el Gobierno acaba de dar el golpe. El golpe de reafirmación que exigían recibir los nacionalistas. Por lo demás, las balanzas, en su media docena de versiones, vienen a desvelar algo que nadie había sospechado hasta ahora: Extremadura es la hermana pobre de la familia autonómica. ¿Quién lo iba a suponer en una tierra en la que hemos pasado de limpiar garbanzos en la era con el bielgo a medir los euros con el caneco, pero no hemos sabido eliminar el PER, ese AEPSA que no crea empleo pero quita las ganas de trabajar?

Además de confirmarla en su pobreza, las balanzas fiscales ponen en el centro de la diana de las reivindicaciones nacionalistas a la pobre Extremadura. El Gobierno dice que no, que no pesará el negocio de la financiación regional en la balanza trucada de las fiscalidades, pero a la fuerza se aprueban los Presupuestos y hasta san Pedro, con tener tanta o más pinta de apóstol que el mismísimo Solbes, no pudo resistir la presión y cantó la gallina.

Mister Guille, el álter ego de Fernández Vara,
en campaña electoral con casco sin mantra.
Guillermo Fernández Vara, uno de los pocos dirigentes socialistas que está a bien con la Iglesia, también niega; pero no al Maestro, niega la validez de las balanzas fiscales. El presidente de la Junta está dispuesto a blandir la Constitución contra todo acto administrativo que, columpiándose en los platillos de las balanzas nacionalistas, le niegue el pan y la sal a los extremeños.

Vara cae tan bien en Madrid que hasta presidió el último congreso federal de los socialistas, pero necesitará algo más que cordialidad y un garrote para que no le aplaste el rodillo de los balanceos. Salvo que a última hora no se presente, Guillermo Fernández Vara será elegido secretario general de los socialistas extremeños en el congreso regional que empezará mañana en el Palacio de Congresos de Badajoz. Todos los augures esperan que, a falta de Ibarra, Vara barra. No obstante, sería muy conveniente que, además de sustituir a Juan Carlos Rodríguez Ibarra en el organigrama del PSOE, Fernández Vara heredase algo del peso político que tuvo su antecesor en el Estado de las baronías.

La publicación de las balanzas fiscales es un acto de fuerza de las regiones ricas contra las pobres, de las que más administran contra las que menos tienen y no bastará el coraje para evitar que las reivindicaciones de algunos nos pasen por encima. A partir de ahora, Extremadura tendrá que acudir a las sesiones del Consejo de Política Fiscal y Financiera con casco. Pero no con un casco de Martinsa ni de bombero apagacrisis. Vara tendrá que proteger sus razones con uno de esos cascos budistas que todo un director general de Tráfico, como Pere Navarro, acaba de presentar como 'lo último' para evitar que lo motoristas se rompan la cabeza. Un casco diseñado en Cataluña -como las balanzas fiscales- que protege al usuario no por la robustez de los materiales empleados en su fabricación ni por la calidad de su diseño, sino por llevar la palabra paz y el mantra de la concentración bordado en la coronilla.

Salvo a los jerarcas chinos, los budistas -incluidos los catalanes- caen bien, en general, pero con todos los respetos a su cultura y a sus creencias, el casco milagroso debería haberlo presentado el director general de Asuntos Tantricos. Bajo la presidencia de un católico confeso, el congreso federal del PSOE ha dado tres pasos más hacia la aconfesionalidad del Estado y el lama director general de Tráfico, para reducir el luto del motociclismo, ayuda a vender un casco inspirado en la religión de un país en el que el jefe del Estado es un monje y los directores generales parecen monaguillos.



lunes, 7 de julio de 2008

238 bolsas

José Joaquín Rodríguez Lara


SE llama Heidemarie y aunque use manoplas debe de ser una manitas, pues es astronauta y repara averías en pleno paseo orbital. Hace unos días estaba arreglando un desperfecto cuando se le escapó la bolsa con las herramientas, que decidió independizarse y vivir su propia órbita como basura estelar.

Dicen que la bolsa puede verse desde la tierra y parece que hay mucha gente que no le quita ojo. No le extrañe. Esa bolsa vale 100.000 dólares, unos 78.000 euros. Con semejante pico compra usted cuadros para el consejero de Agricultura y hasta le sobra dinero para regalarle un Lexus de luxus a la vicepresidenta de la Junta. Si se topa con ella -con la herramienta- no la desprecie.

Claro, que si desde Badajoz se empeña en mirar al cielo buscando la bolsa espacial, tropezará usted con alguna de las muchas bolsas de plástico que vagan por el suelo. En algunos barrios hay tantas que resulta asqueroso. Cuando sopla el viento se inflan y avanzan como un rebaño de medusas. ¿Por qué siguen regalándolas? Compres lo que compres, siempre te dan una bolsa, o tres o 33. Cada español desecha 238 bolsas al año. Para contaminar el mundo no hay límite. Ni sensibilidad para evitarlo. La sinrazón es tanta que al pagar un producto que ya viene estuchado en plástico te dan una bolsa de plástico para guardarlo. Y si no te la dan, te extrañas y la pides. Entras en la farmacia a por aspirinas y, a pesar de que están estuchadas y dentro de su cajita de cartón, te las entregan envueltas en papel.

¿Esto es más luxuria que tunear un Lexus con cuadros de Cañamero! Como la vida siga así, el día que las herramientas de Heidemarie caigan al suelo, ni el mundo tendrá arreglo ni quedará nadie para repararlo.