domingo, 25 de junio de 2006

CRÍTICA LITERARIA


'Gayola' rompe con la tradición


SIMÓN VIOLA


En la singular trayectoria literaria de José Joaquín Rodríguez Lara (Barcarrota, 1956), Gayola, aparecida recientemente en Del Oeste Ediciones, es su primera novela. Puesto que esta obra viene a romper un silencio de más de dos décadas, convendrá recordar que Rodríguez Lara se inició con un poemario, 'La tierra al fondo', (I. C. Pedro de Valencia, 1980), al que siguió, además de algún relato premiado, una novela corta, 'El Conchito', con la que consigue en 1981 el primer premio de Narraciones Breves "Felipe Trigo", editada al año siguiente con prólogo de Juan Manuel Rozas.
En el prólogo, Rozas señalaba, de un lado, el entronque temático de la narración con el compromiso y la literatura testimonial (un niño se ve obligado a abandonar su tierra natal para recalar con sus padres en el cinturón de pobreza de una gran ciudad), y de otro, el cuidadoso tratamiento literario dado a este soporte temático: «lo prueban los dos gestos más sobresalientes de su narración: predominio del poema en prosa, en la estructura; y de la imagen, en el estilo [...] 'El Conchito, pues, no renuncia a denunciar la realidad de un niño desarraigado, y en concreto extremeño, pero menos aún renuncia a su propio ser de realidad literaria", y se preguntaba: «¿qué ruta tomará el autor tras este importante galardón?». Pues bien, hoy podemos contestar ya a esta pregunta.
Del mismo modo que los géneros han creado su propia tradición literaria, también determinados temas han forjado una tradición propia. El tema taurino (y 'Gayola' es una novela de tema taurino) ha tendido a plasmarse en unas formas literarias a la vez realistas y castizas, sometidas tanto en su estructura como en su estilo a un tratamiento sobremanera conservador. Pues bien, 'Gayola' (una de esas palabras que siguen hermanando al portugués y al español, pues en ambas lenguas se conserva con el significado de 'jaula' o 'cárcel') rompe, de un modo muy perceptible, con esa tradición; esto, es, se sitúa en ella afirmando un notable propósito experimental, tanto en la disposición de los materiales narrativos como en su estilo. Trataremos de describir cómo lo hace sin dañar su lectura.
La novela organiza su argumento en torno a dos tramas de avance paralelo. En la primera de ellas, un crítico taurino de un diario de Madrid acude a Olivenza a dar una conferencia, después de lo cual decide pernoctar en un hostal de la ciudad. Allí se pierde su pista. Este personaje, que esperábamos fuera el protagonista de Gayola, cede su puesto entonces a un animal, un becerro que relatará en primera persona las peripecias de su vida desde su nacimiento hasta su muerte en la plaza (con lo que se suma a la tradición de narradores-animales: 'El coloquio de los perros', 'La metamorfosis', 'La vida feliz de Francis Macomber'...) .
En la segunda trama, un detective portugués, Ezaquiel Culimbra, entra en casa de la compañera del crítico taurino buscando algún indicio sobre su paradero. Se ve envuelto con ello en una sucesión enigmática de episodios violentísimos, propios de la novela negra.
Naturalmente, el lector habrá de descubrir el engarce entre ellas y recomponer lo sucedido. Pero el autor ha conseguido con esta disposición una novela de filiación barroca que explota de modo inteligentísimo la técnica de los contrastes. Citemos algunos: la primera historia constituye una narración intensamente poética, que entronca así con sus narraciones anteriores, y de modo especial con 'El Conchito', en la que asistimos al desarrollo literario de un campo semántico: el toro y la lidia, el campo y la plaza, la suerte y la muerte...
La historia segunda contiene todo el desgarro de la novela negra: el mundo del hampa y la más rotunda violencia. La historia primera (una trama rural de espacios abiertos) contiene una vida entera, desde el nacimiento a la muerte; la segunda historia (una trama urbana) comienza 'in media res'. (De hecho los episodios más cruciales ya han sucedido cuando arranca y es preciso reconstruirlos en la lectura). Si esta historia se ajusta a un patrón realista, sin apenas deformaciones argumentales, la historia primera, más poética y, por tanto, más imaginativa, se ve sometida a constantes transformaciones: metamorfosis similares a las de la mitología clásica (de Júpiter en toro para raptar a Europa; de Io en vaca), desdoblamientos de personajes, etc.... en una trama que difícilmente se doblega a los resúmenes.
Gayola podría ejemplificar, desde otro punto de vista, una de las teorías literarias más atractivas. Para los formalistas rusos la literatura prolonga el tiempo de percepción de la realidad al someterla a un proceso de 'extrañamiento', que se logra básicamente, de dos modos: contando cosas extrañas (ciencia ficción) o contando cosas conocidas como si fueran extrañas. En 'Gayola' las muestras de este segundo procedimiento son numerosísimas y singulares: una ciudad (Badajoz) crece como un animal que vagara por el campo, unas jacas son descritas como motocicletas, un ser humano se transforma en animal que cuenta su vida, un solo personaje se desdobla en dos, etc.


Título: 'Gayola'. Género: Novela. Autor: José Joaquín Rodríguez Lara. Editorial. Del Oeste ediciones. Badajoz, 2005, 286 págs.

viernes, 9 de junio de 2006


Talavante toma la alternativa hoy,
vestido de valiente


José Joaquín Rodríguez Lara / PUNTO RADIO


Alejandro Talavante, de 18 años, natural de Badajoz, orgullo de Puebla de Sancho Pérez y esperanza de gran número de taurinos, tomará la alternativa esta tarde en Cehegín (Murcia).


Alejandro Talavante cortó tres orejas
el día de su doctorado en Cehegín (Murcia).
Talavante está deseando que llegue su primera actuación pública frente a un cuatreño, según declaraba ayer mismo el novillero pacense al programa 'Protagonistas de Badajoz', de Punto Radio. «Tengo muchas ganas de que la gente me vea en la plaza con el toro, ante el que doy me verdadera dimensión, en la plaza y en el campo. Tengo ganas de estar con las figuras del toreo». Alejandro Talavante realizó ayer estas declaraciones, a Punto Radio, desde Madrid ciudad a la que se había desplazado para probarse el vestido de su alternativa. «Lo he elegido yo. Es de un color próximo al grana y oro, que dicen que es el color de los valientes. Otros van de blanco, pero yo he preferido este color». El día de hoy quedará, sin ningún tipo de dudas, ligado para siempre a la biografía de este torero extremeño, pero todo apunta a que también quedará reflejado en los anales de la tauromaquia. «Se recordara -ha declarado Talavante a Punto Radio-, si llego a ser lo que tengo que ser». Alejandro Talavante recibirá la alternativa de manos de Morante de la Puebla y tendrá a El Fandi como testigo.