lunes, 15 de marzo de 1999

Extremadura

José Joaquín Rodríguez Lara


Extremadura, que hace años experimentó la fusión de las dos cajas de ahorro cacereñas -la Caja de Cáceres y la Caja de Plasencia- de las que surgió Caja Extremadura, no es ajena a la corriente fusionadora que burbujea bajo la piel de todo el sector financiero español, como reflejo, por otra parte, de lo que ocurre en el mundo. Desde los dos hemisferios de la hucha extremeña -Caja Extremadura y Caja Badajoz- se ha mostrado clara predisposición hacia la unidad, lo que no es poca cosa. Hace años hubiera resultado impensable. 
Pero la situación ha cambiado mucho. Ni el sector financiero ni la gestión de las propias cajas ni el entorno político-social de Extremadura están como estuvieron en la transición. Seguramente ha llegado el momento de hacer una caja extremeña; una caja de tipo medio, con 700.000 millones de recurso, pero una caja para toda Extremadura. Las últimas declaraciones de sus máximos responsables confirman las impresiones. Hasta se habla de plazos para ponerse en camino hacia el futuro: el próximo otoño, después de las elecciones. 
El compás de espera resulta lógico. Conviene agotar la legislatura. Una operación de este calado no sólo exige estrictos criterios de profesionalidad, sino que requiere además un clima político sosegado. El cierre de las urnas no lo garantiza, pero su apertura pone siempre los nervios a flor de piel.


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