lunes, 1 de febrero de 1999

Es tenista


José Joaquín Rodríguez Lara


En Australia acaban de descubrir otro de los eslabones perdidos. Se llama Amelie, tiene 19 años y está a medio camino entre el hombre y la mujer; o entre la mujer y el hombre, pues para el caso es lo mismo. Amelie, que tiene nacionalidad francesa y buen gusto para las señoritas, "ha causado honda impresión" en el circuito femenino de tenis. Y no es para menos. Asusta. Tiene la musculatura, las facciones y la pegada de un hombre. Gasta pantalones y tiene novia. Hasta la número uno del tenis mundial, la californiana Lindsay Davenport, que no es precisamente el hada Campanilla ni tampoco tiene las medidas de una vigilante de la playa, ha caído bajo los raquetazos de Amelie. "En algunos momentos tenía la impresión de jugar contra un chico", dijo la estadounidense tras la derrota. 

Quizás no sea cierto, pero da la impresión de que en el tenis femenino se dan unos porcentajes de homosexualidad que superan a la media. Eso de pasarse la vida golpeando cada vez con más saña a la pelota debe terminar dejando secuelas. En cualquier caso, no es la primera vez, ni tampoco será la última, que el tercer sexo descuella en las pistas, aunque quizás nunca lo hizo con la rotundidad de esta nueva virago de oro. Más que una mujer con el corazón de hombre, Amelie parece un hombre con nombre de mujer. La francesa tiene todo el derecho del mundo a parecer lo que le dé la real gana, desde luego, pero da un poco de miedo. "Ella está aquí con su novia y es medio hombre", dicen que ha dicho Martina Hingis. Martina, que lleva este nombre en honor de Martina Navratilova, la última gran emperatriz de la tercera vía, ha derrotado a mademoiselle Amelie en la final de Australia. 6-2 y 6-3. El tanteo parece indicar que fue un paseo más de Hingis, pero no es así. Amelie Mauresmo exhibió un juego poderoso basado en un servicio aterrador y en golpes fortísimos tanto del derecho como del revés, que ella es así. Mauresmo es un cañón. Aunque debe afinar la puntería. Muchos de los tantos que se anotó Hingis provenían de golpes fallados por Amelie. Con menos errores, la francesa hubiese demostrado quien llevaba los pantalones en la pista. 

Las medidas de Mauresmo han causado tan profunda impresión en el público que lleva años siguiendo con arrobo a las niñas del tenis -Gabriela Sabatini, Steffi Graf, Mary Joe Fernández, la misma Martina Hingis y, actualmente, Anna Kournikova-, que no dejan ver las excelencias de su juego. Tenistas con novia hay bastantes, pero demoiselle Amelie puede dar que hablar más que cualquiera. Por su tenis y por su tenista.

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