martes, 27 de octubre de 1998

La coreografía

José Joaquín Rodríguez Lara


El fracaso presenta a veces una incorregible tendencia al enquistamiento. Comienza como una fatalidad, pasa a convertirse en una costumbre y hasta puede terminar siendo un oficio. 

José Raúl Toti Iglesias y su combo blanquinegro han llegado justo al límite entre el primero y el segundo nivel de la enfermedad. El C. D. Badajoz no consiguió una goleada en Leganés por -digámoslo así- un cúmulo de fatalidades. Y perdió porque empieza a ser su costumbre. Los dueños del Badajoz opinan que en este club la derrota no paga trienios y prescinden de Toti. Ignoro si es lo mejor para el programa televisivo de Tinelli, pero -visto desde fuera-, parece lo más conveniente para el club, para la afición, para el equipo y hasta para el mismo Toti Iglesias. 

No puede afirmarse que el técnico hispano-argentino haya fracasado como entrenador del Badajoz, porque oficialmente nunca lo fue y en la práctica tampoco ha podido serlo completamente. Pero es cierto que una de las vías de agua detectadas en el Titanic pacense estaba en el banquillo. ¿Tan importante es no poder sentarse en un escaño desde el que, según han declarado una y mil veces todo tipo de entrenadores, hay tantas dificultades para seguir un partido de fútbol que nadie consigue ver los penaltis en el área propia?

En el caso del Badajoz sí debe de serlo. Y mucho. Cuando el inglés Terry Venables entrenaba al Barcelona se subía al palco presidencial del Nou Camp para ver el primer tiempo. Luego, con una idea más clara de lo que estaba ocurriendo, bajaba al banquillo para dirigir a su equipo en la segunda parte. Van Gaal, el actual coreógrafo culé, se sienta en el banquillo desde el principio pero coloca a Ronald Koeman -su Toti sin carné- en el palco, para que le asista desde las alturas por el inalámbrico y hasta por fax. Si el sistema funciona en el Barcelona y no en el Badajoz se debe, fundamentalmente, a que el campo azulgrana es más alto que El Vivero y se tiene una mejor visión de conjunto, lo que es una inestimable ayuda para situar correctamente a Rivaldo, a Figo, a Kluivert, a Anderson y demás fieras. 

Aquí, en cambio, no hay forma de vislumbrar la posición teórica del antiguo delantero centro y así fracasaría hasta Cruyff.

lunes, 26 de octubre de 1998


Tres tintos

José Joaquín Rodríguez Lara


Afirmar que el vino está de moda sería negarle su condición de clásico, pero habría que estar borracho para no ver que cada día interesa más. Las catas, las ferias, las publicaciones -este diario (Hoy) acaba de ampliar su oferta con un coleccionable semanal-, las tiendas especializadas y los anaqueles de los 'híper' muestran bien a las claras que el mercado del vino está creciendo. En cantidad y, sobre todo, en calidad. Al nuevo aficionado le interesa tanto el sabor como sus circunstancias.

Extremadura, que ha bebido abonada a la pitarrita y a llenar la bota en el comercio o la tasca de la esquina, también parece entrar por los cauces del refinamiento vínico. Ya hay una denominación de origen -Ribera del Guadiana-, hace algún tiempo que se inició la renovación del viñedo, las bodegas apuestan por el producto bien hecho y el cliente impone su ley eligiendo la mejor relación entre calidad y precio. Del bodeguero de siempre con vino a granel y sin alternativa de recambio se ha pasado a una notable oferta de cepas, marcas y añadas. Y la tendencia hacia la ampliación de las estanterías parece, además, clara.

Esto no debería significar la desaparición de antiguas viñas y de los entrañables vinos de toda la vida, sino su conservación e incluso su mejora. Al contrario de lo que ocurre con otras bebidas, con un carácter más industrialmente homogéneo, el vino es una puerta entreabierta a la curiosidad. Entre dos marcas de ginebra, por ejemplo, hay siempre diferencias, pero nunca tantas como entre dos vinos; incluso cuando son varietales, de la misma añada y aún de vindueños cercanos. Por esto es de bien nacidos conservar el caldo de la tierra propia, sin renunciar a mejorarlo. Los vitivinicultores lo saben; los expertos lo ven.

"Sin duda, a partir de este momento hay que contar con los vinos extremeños", se afirma en la 'Guía Peñín de los Vinos de España.1999'. Esta guía incluye por primera vez en sus páginas la denominación de origen Ribera del Guadiana, en la que sitúa como mejores vinos del momento, empatados a puntos, tres tintos: Blasón del Turra, de 1997, De Paiva, crianza, de 1994 y Orgullo de Barros, de 1997.

¿Que sólo es la opinión de un autor? No lo crea. Es algo más. También es una buena excusa para comprobar si el autor acierta o se equivoca. ¡Salud!


jueves, 22 de octubre de 1998


El bonsai

José Joaquín Rodríguez Lara


Pudiera parecer que el Badajoz está jugando mal al fútbol. Incluso que juega a otra cosa. No es cierto. Se trata de una impresión errónea. Lo que ocurre es que juega en muy poco terreno. Exactamente en lo que va de las manos del portero Emilio a los pies del medio Mancuso. Ahí se acaba todo. De Mancuso en adelante, el Badajoz es un agujero negro en el que desaparecen los futbolistas, el balón y las ilusiones. Como ocurre últimamente con los geranios, a la delantera blanquinegra se la están comiendo los bichos. Y lo peor es que además parece que se quedan con hambre.

Superada la octava estación del Vía Crucis liguero, el Badajoz de Toti ha marcado 2 goles menos que el de Lotina y le han hecho 5 tantos más. En 8 partidos, este Badajoz ha conseguido 6 goles -uno más que el Mérida y 3 menos que el promedio de la División-, y ha encajado 8, uno menos que la media de los 22 equipos. Los números no sólo son manifiestamente mejorables, sino que además están muy mal administrados. Con solo 3 goles a favor -3-, y 5 en contra, el Recreativo de Huelva está tres puestos más arriba.

Sin embargo el Badajoz no se estira. Todo lo contrario. Se va achaparrando sobre la peana de su defensa según avanzan las jornadas. Como un bonsai: tiesto ancho, raíces cortas y muy poco porte. Este equipo tiene buena semilla, pero ni crece ni florece ni ahíja. ¿Qué va a quedar para la próxima temporada si no fructifica?

Y no será por escasez de abono, pues jamás tuvo el Badajoz más abonados que esta temporada. Tampoco le falta calor. Todo lo contrario. Tiene una afición de Primera. Muy pronto, incluso lo cambiarán de tiesto. Esperemos que no sufra en el trasplante y los aires del nuevo cortijo le sienten bien. La lógica dice que así debe ser. Si Campoceldrán está en buenas condiciones, y no como el Vivero, los primeros en agradecerlo serán los jugadores de más calidad. Porque, esa es otra, aunque a usted ya le resulte imposible creérselo, en este Badajoz hay jugadores de calidad. En serio. Poco vistos, sin duda, pero con las mejores referencias. El día que algún futbolista con personalidad decida llegar hasta la portería contraria, lo mismo marca y el Badajoz consigue la victoria. Así ocurre en otros equipos. Según cuentan algunos.

Aunque usted desconfíe de que este Badajoz tenga solución ni siquiera con un cambio de jardinero, no desespere por si acaso, que más lloró Manolo Rojas en Compostela. Si un domingo -cuando ya esté en el nuevo campo-, no puede aguantar más, limpiese las lágrimas en la bufanda blanquinegra y pásese a la gimnasia rítmica, que da menos disgustos.

sábado, 17 de octubre de 1998


Corre o vuela

José Joaquín Rodríguez Lara


Aunque ni ellos mismos se lo crean, tras el bochorno que, urbi et orbe, predicaron en Huelva, al C. D. Badajoz todavía le quedan jugadores de calidad. Incluso en buen uso. Sin embargo, el convencimiento de que son buenos no consuela a los devotos creyentes. En todo caso agrava la indignación de los fieles. Después de lo visto en el Colombino, la afición está contrita. Pobrecita mía. Si, como pregonaron en Huelva, Mancuso, Bisconti y compañía son un desecho de los potreros argentinos, malo. Y si son grandes estrellas, peor, porque entonces es que no quieren brillar. ¿O es que no las dejan? ¿Acaso con la luz de una se apagan las otras?

Hay seguidores tan desconfiados que no albergan la más mínima duda: a Toti Iglesias y a Gene con Carnet -El Dúo Inalámbrico- les ha pinchado el movistar una mano negra. Esa zarpa que usted se imagina.

Sentados al borde del precipicio, cualquier explicación vale para ahogar este sin vivir; cualquiera salvo dudar de la plantilla. De la calidad de los jugadores blanquinegros no duda ni siquiera su presidente, don Pepe Macías, quién ha dado una muy curiosa interpretación sobre los deplorables resultados cosechados hasta ahora por su equipo. Opina el presidente blanquinegro que los principales jugadores del Badajoz no sólo no son malos, sino que son demasiado buenos y por eso no valen para la Segunda. Así, como suena. Afirma que son futbolistas de elite y no están acostumbrados a trabajar en el pozo minero de la Sin Segunda Solución. Pues hombre, haberlo dicho en julio, cuando se estaban haciendo los fichajes. Si lo hubieran sabido entonces, los patrocinadores de Marcelo Tinelli se habrían ahorrado una pasta, don José. Para fichar jugadores de renombre habrá que ir a la República Argentina, pero con ganas de trabajar los hay aquí a patadas. Llenito está el Inem, oiga.

Para mí que este hombre ha tenido un pronto. Macías no puede ser un clementiano tan ortodoxo que no sólo anteponga la mediocridad de los que sólo se esfuerzan al mediocre esfuerzo de los que saben, sino que, además, presente el trabajo y la clase poco menos que como valores incompatibles. Macías sabe perfectamente que siempre será más fácil hacer correr a un futbolista de calidad que convertir en futbolista de calidad a un corredor. Y si está convencido de lo contrario, que fiche un ciento en la media maratón. Mientras tanto, mañana ante el Mérida -que no es rencoroso y vuelve otra vez por donde solía-, es una buena ocasión para ir a El Vivero y ver quién empieza a correr para no volar y quién inicia el vuelo por no correr.


domingo, 11 de octubre de 1998


¡Ave Mancuso!

José Joaquín Rodríguez Lara


Lo dicen hasta los recalcitrantes: «Hay equipo». Aunque el Badajoz aún no haya dado de sí lo que se espera en las dos orillas del Atlántico, aquí hay un equipo.

La plantilla albinegra la integran jugadores que pueden ofrecer buen fútbol. Los seguidores del C. D. Badajoz no sólo lo saben, sino que más de uno ya se relame pensando en el banquete que podría darse si Toti Iglesias y su cuerpo de cocineros lograran ligar una salsa futbolera consistente.

En la cocina del Badajoz hay ingredientes de calidad: Bisconti, Mancuso, Carlos Torres, Mauricio, Txutxi, Emilio, Ezequiel Castillo...; hay aliños con sabor: Villarroya, Cubillas, Sandro, Patricio D'Amico..., y no faltan ganas de arrebañar el plato: Sabino, Romagnoli...

Quizás falte picante. Un goleador. Alguien capaz de hacer sudar a los defensas contrarios con sólo verle llegar. La prensa argentina anunció durante el verano que Marcelo Tinelli traería muchas estrellas de renombre mundial -Maradona, Bebeto, Dunga, Caniggia...- pero bastaría que este Badajoz tuviera un futbolista en racha goleadora, como le ocurre a los equipos que ascienden, para que la afición se olvidara definitivamente de todos los superastros que iban a venir y no han llegado.

De hecho, ¿quién se acuerda de ellos? En la grada se habla del dominio de Mancuso, de la habilidad de Bisconti, de la brega de Villarroya, de la garra de Patricio, de la autoridad de Sandro... De que hay un buen equipo. Y lo hay. Por eso se llena El Vivero y también por eso se espera con ilusión la apertura del nuevo campo.

Con los resultados que hasta hoy cosechó el Badajoz y con una plantilla de inferior calidad, no sólo estarían vacías las gradas, sino que más de uno habría roto el abono. La posición que ocupa el conjunto pacense no está a la altura de sus figuras, pero ni esto es algo inexplicable, si se tiene en cuenta cómo se ha ido formando el equipo y el desarrollo de la pretemporada, ni tampoco puede extrañar. La Segunda División es muy dura y no será la primera vez que un equipo fuerte, hecho para estar arriba, tarda en arrancar o, incluso, nunca consigue alcanzar el nivel que se le exige. Hay casos muy recientes: Sevilla, Las Palmas... Tampoco será la primera ocasión que otro realiza una salida espectacular -tipo Numancia-, y luego se queda a mitad del camino. Le ocurrió al Lleida y también al Badajoz de Boronat.

Aquí todavía puede pasar de todo y buena parte de lo que pase -ocurra lo que ocurra hoy en Huelva-, dependerá de cómo evolucione esta plantilla a la que, en cualquier caso, hay
que reconocerle su calidad.

¡Ave Mancuso, los que aman el fútbol te saludan!