martes, 18 de enero de 1994

Antonio y Emilio izquierdo durante el juicio al que fueron sometidos en la Audiencia Provincial de Badajoz en 1994.












En la madriguera


José Joaquín Rodríguez Lara



Emilio y Antonio Izquierdo se metieron ayer en la madriguera del olvido para tratar de eludir sus responsabilidades en la masacre de Puerto Hurraco.

Aculados contra las tragedias familiares que han jalonado sus vidas, pretextando que por falta de estudios habían firmado las declaraciones sin saber lo que se había escrito en los papeles que le tendieron la Guardia Civil y el juez, empeñados -especialmente Emilio- en obtener, ayer mismo, reparación judicial por la muerte de su madre, los dos hermanos Izquierdo se hundieron en un agujero sin salida con el fin de obtener la salvación de, al menos, uno de ellos: Antonio, el menor.

Que lo consigan depende del veredicto del tribunal, pero puede afirmarse mientras tanto que sus declaraciones no parecían convincentes. Ni Emilio ni Antonio respondieron concreta y rotundamente a cuestiones planteadas por el fiscal o la acusación particular. Cuando eran acosados con preguntas por el fiscal y los abogados de las víctimas, los Izquierdo ahondaban un poco más la madriguera del olvido, de la que sólo salía un hilillo de voz que muchas veces se perdía en los micrófonos y no llegaba con claridad al público. Por el contrario, cuando el fiscal volvía los ojos hacia los magistrados para intentar aclarar la veracidad de las declaraciones sumariales atribuidas a los procesados, ellos, especialmente Emilio, salían con vehemencia del agujero del olvido reclamando justicia para su madre "a la que quemaron como una gavilla de leña seca", o por los malos tratos recibidos de la Guardia Civil que en el forcejeo de la detención, aquel 27 de agosto, le rompió un brazo al mayor de los Izquierdo. Estas afirmaciones espontáneas dejaban en el escenario unas gotas de autenticidad difícil de apreciar, a veces, en otras respuestas. Dejaron claro los peritos -médico forense y médico psiquiatra- que los hermanos Izquierdo sufren trastornos de la personalidad, pero que en modo alguno esto anula su capacidad volitiva. Y ante la sorprendente insistencia de Javier Luna Guerrero, abogado defensor de ambos procesados, el psiquiatra declaró al tribunal que los Izquierdo estarán mejor en la cárcel que en un hospital psiquiátrico.

La actuación del abogado defensor no fue ayer ni brillante ni espectacular ni especialmente destacable. Hundido en su asiento, acodado sobre el brazo del sillón, sostenía su cabeza con la mano derecha y con la izquierda se rizaba un mechón de cabellos, mientras a Emilio Izquierdo se le "arrevolvía el cuerpo" cuando le hablaban de niñas muertas.


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