jueves, 30 de septiembre de 1993


¿Qué me hace, doctor?

José Joaquín Rodríguez Lara


María de los Ángeles Amador Millán, ministra de Sanidad
con el PSOE durante la presidencia de Felipe González.

Por desconocer la definición de lo que cubre el Sistema Sanitario Público, se esperan cosas de él que no parece que correspondan a un sistema público de salud, ha dicho la ministra de Sanidad, doña María de los Angeles Amador.

Y es de justicia reconocer que la ministra de la salud pública tiene razón. En asuntos sanitarios, los españoles esperan lo impensable. Muchas semanas para un análisis, algunos meses para una radiografía y más de un año para una operación de hernia en Coria. ¿Verdad Mauricio?

Los españoles es que, muchas veces, hasta se mueren esperando que el Insalud atienda su caso. No tienen remedio ni médico que les opere y se van para el otro barrio sin despedirse ni darse de baja en la lista de espera del hospital.

"La sanidad parece algo absolutamente ilimitado, de la que todo el mundo espera prestaciones ilimitadas", afirma la ministra. Bien sabe ella, por razón del cargo, que la gente es tan crédula, tan ingenua y tan ignorante que espera que la sanidad pública funcione. No tan bien como cabría esperar que funcionase en razón al dinero que le cuesta, pero, claro, algo, un poquito, sí.

La ministra -qué remedio- está contra el dispendio y quiere hacer un catálogo de las averías que en el futuro reparará la sanidad pública, para que los españoles tengan más claro todavía lo que pueden esperar de la Seguridad Social. Afortunadamente para los sufridos usuarios, la ministra dejará fuera del catálogo de prestaciones aquellos tratamientos cuya eficacia no esté suficientemente probada. Vamos, que en cuanto haya catálogo, se acabaron los experimentos y sólo se aplicarán tratamientos que verdaderamente sirvan para algo.

También quedarán fuera del catálogo de prestaciones aquellos servicios que no tengan relevancia individual y social, con lo que se evitará la aplicación de tratamientos sin importancia y la realización de operaciones del tres al cuarto.

Y, además, tampoco entrarán en el catálogo de la sanidad pública aquellos otras atenciones que no tengan un carácter auténticamente sanitario. Como lo oye, digo. Vamos que, cuando haya catálogo, la sanidad pública dejará de ser lo que es y sólo se ocupará de sanar.

Está muy bien, ¿verdad? Esta doña ministra no se anda con chiquitas. No, madre. Claro que si ahora en la Seguridad Social se aplican tratamientos cuya eficacia no está suficientemente probada y otros que carecen de relevancia y hasta algunos que no son auténticamente sanitarios, Santo Dios, doña María de lo Angeles, ¿qué está haciendo la sanidad pública con los españoles?